Porto Alegre: entre Davos y Guant¨¢namo
La reuni¨®n del Foro Social Mundial que se desarrolla en Brasil abre la puerta por primera vez a la formaci¨®n de una Internacional de globalizados
Noam Chomsky lleg¨® al festival inaugural en mangas de camisa, acompa?ado del se?or alcalde del ala moderada del Partido del Trabajo y del se?or gobernador, que tal vez por pertenecer al ala izquierdista del mismo partido iba vestido de gaucho. Desde Rio Grande do Sul hasta la Patagonia, el gaucho fue la medida de un paisaje ganadero de la Am¨¦rica blanqueada y el Partido del Trabajo es la resultante de una suma de lo que fueron las izquierdas del siglo XX. Su m¨¢xima figura, Luiz, tal vez presidente de Brasil en 2006, tuvo tiempo y ganas de saludar a Ignacio Ramonet, Pep¨ªn Vidal-Beneyto y un servidor.
Lula depart¨ªa con Mario Soares o Danielle Miterrand o Jos¨¦ Bov¨¦ a la espera de Chomsky, la guest star de la fiesta. En Ramonet saludaba Lula al espa?ol que desde Le Monde Diplomatique ha dirigido una implacable operaci¨®n cr¨ªtica del economicismo, propiciadora del esp¨ªritu de Porto Alegre.
La trama del Foro Social se ha diversificado en frentes de dimensi¨®n local
El censo de los aqu¨ª reunidos revela la diversidad de los sujetos cr¨ªticos del mundo
Hubo que esperar como se debe esperar a los mejores cometas, pero por fin all¨ª estaba Chomsky, rodeado de todos los rojos y los verdes del mundo, asumiendo su condici¨®n de referente intelectual de una reconstituida cultura de la protesta y del cambio.
Un Chomsky que m¨¢s tarde analiz¨® el sentido actual de la violencia y de la industria de guerra, muy en la l¨ªnea de su ¨²ltimo libro balance de lo que ha representado el 11 de septiembre del 2001.
Miles de contestatarios protagonizan en Porto Alegre la escenificaci¨®n de una catarsis de fuerzas de progreso que asumen la dial¨¦ctica del conflicto del siglo XXI entre globalizadores y globalizados.
Cuando se decret¨® la dictadura de la teolog¨ªa neoliberal en los a?os noventa del siglo XX, cualquier resto de cultura emancipadora o simplemente contestataria fue se?alado como muestra residual de las utop¨ªas o nostalgias revolucionarias del siglo XX, pero el siglo XXI ha inutilizado este discurso ante la evidencia de que el supuesto nuevo orden internacional recuerda demasiado al antiguo desorden, aunque un nuevo lenguaje trate de balsamizar la cruda tensi¨®n entre globalizadores y globalizados.
El primer Foro Social de Porto Alegre fue un ensayo general de convocatoria de representantes de diferentes movimientos cr¨ªticos o incluso repudiadores de la globalizaci¨®n, y aquel ensayo general ya contrajo el compromiso de ir m¨¢s all¨¢ de la queja para acceder a la propuesta de una alternativa al pensamiento ¨²nico y al neodeterminismo del economicismo neoliberal. Con todo, me confiesan los promotores del primer Foro, eran conscientes de la carga de voluntarismo de aquella primera convocatoria y de las excesivas posibilidades de fracaso.
Ahora el ¨¦xito del II Foro Social no s¨®lo se demuestra en el aumento milenario de los participantes o en que los medios de comunicaci¨®n de todo el mundo, entre ellos los espa?oles, hayan pasado del desd¨¦n al env¨ªo de m¨¢s de dos mil informadores, sino en que durante el a?o que media entre el primer y el segundo Foro, las redes de movimientos emancipatorios han aumentado en todo el mundo, como expresi¨®n de ese nuevo sujeto hist¨®rico de cambio que se est¨¢ conformando. La nueva actitud de los medios de informaci¨®n se debe a que en el pasado apostaron por el Foro Econ¨®mico de Davos como pol¨ªticamente correcto y ahora han tenido que asumir el de Porto Alegre como lo informativamente necesario.
La trama del Foro Social se ha diversificado en diferentes foros de dimensi¨®n local y de distintos frentes emancipatorios, a manera de trama organizativa globalizada que, al margen de la l¨®gica del mercado informativo, debe encontrar la f¨®rmula de aunar y comunicar culturas cr¨ªticas pos-socialistas, neoanarquistas, poscomunistas, las diferentes gamas del verde que componen la apuesta ecologista, antiguos movimientos sociales como el sindical que tratan de reciclarse y nuevos movimientos que van de los Sin Tierra de Brasil, los bove¨ªstas franceses o la V¨ªa Campesina hasta los indigenistas, neozapatistas, los revisores del orden econ¨®mico internacional militantes de Attac y todos los que apuestan contra el inventario de las dominaciones supervivientes o de nuevo tipo. La diversidad de or¨ªgenes, c¨®digos, sustratos, no impide la claridad del objetivo de impugnar la globalizaci¨®n como resultante del orden impuesto por el capitalismo realmente existente y como un sin¨®nimo que apenas maquilla el viejo contenido de la palabra imperialismo.
En el mismo avi¨®n que me llevaba de Par¨ªs a Porto Alegre viajaba una delegaci¨®n de parlamentarios europeos, entre ellos el espa?ol Marset, y tuve sentado a mi lado a Alain Krivine entretenido en la lectura de Jospin&Cia, como si el mayismo, como los grandes boleros, acudiera a Porto Alegre a confesar lo que pudo haber sido y no fue.
Estos parlamentarios de la izquierda europe¨ªsta o europeizada iban a dar testimonio de la curiosidad de la izquierda institucional por un movimiento que abre camino a la revisi¨®n de la globalizaci¨®n y al relanzamiento de una cultura no s¨®lo de resistencia sino tambi¨¦n de alternativa.
Un an¨¢lisis de la representaci¨®n espa?ola es revelador. Aqu¨ª est¨¢n el ex pretendiente Borrell o el ex secretario de CC OO Antonio Guti¨¦rrez o el secretario general del PCE, Francisco Frutos, o el secretario de Iniciativa per Catalunya, Joan Saura, o el juez Garz¨®n o un entusiasmado Beiras rodeado dir¨ªase que de un bloque gallego al completo, pero sobre todo, docenas de voluntarios pertenecientes a la secci¨®n espa?ola de Attac o al movimiento sindical o a las izquierdas convencionales o las plataformas de naciones sin Estado o al diverso voluntariado de las ONG m¨¢s independientes.
Uno de estos peatones del siglo XXI me informa de que el gobierno del PP acaba de indultar a los insumisos, medida que hubiera correspondido a los socialistas y que la nueva derecha presentar¨¢ como demostraci¨®n de que ya no hay derechas ni izquierdas.
En Porto Alegre est¨¢n las izquierdas necesarias, precisamente para proponer una econom¨ªa, una cultura, una informaci¨®n que responda a las necesidades de un nuevo orden global.
De la misma manera que las derechas m¨¢s sutiles han enviado o han tratado de enviar observadores, la propia direcci¨®n del Foro recomend¨® a Fidel Castro que no se presentara, para evitar hipotecar el sentido de un movimiento antiglobalizatorio que aglutina sujetos diferenciados y lecturas cr¨ªticas con m¨¢s futuro que pasado.
Porto Alegre ya no tiene el car¨¢cter de unas fuerzas de progreso que se quejan porque la historia no es como se la merecen, sino el de una apuesta por cuestionar hechos tan concretos como la deuda externa, el papel coactivo y sectario del Fondo Monetario Internacional o del Banco de Desarrollo, las hipotecas globalizadoras de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio, la reconsideraci¨®n de la renta b¨¢sica como un bien social globalizable, la introducci¨®n de la tasa Tobin como un impuesto al capital especulativo que servir¨ªa para cubrir las necesidades planetarias, el acceso a la democracia participativa, un gobierno mundial que racionalice la globalizaci¨®n y libertad cultural e informativa compensatoria de la acci¨®n devastadora de la concentraci¨®n y uniformaci¨®n de los medios.
El censo de los aqu¨ª reunidos revela la diversidad de los sujetos cr¨ªticos del mundo, desde la racionalista condena del economicismo que propicia Attac dirigida por el profesor Cassen, hasta el trabajo de las asociaciones de campesinas brasile?as o los movimientos pro cancelaci¨®n de la deuda externa o confederaciones de nacionalidades ind¨ªgenas o te¨®logos de la liberaci¨®n dejados de la mano del Dios del Vaticano como Houtard o Frei Betto.
Los te¨®logos neoliberales reunidos esta vez no en Davos, sino en Nueva York, como homenaje a la ciudad m¨¢rtir, han introducido cierta revisi¨®n cr¨ªtica de prepotencias pasadas, acosados por la vieja y la nueva pobreza. Entre los te¨®logos neoliberales los hay, como Soros, que pretende un di¨¢logo entre Davos y Porto Alegre y tambi¨¦n los hay que atribuyen el fracaso del neoliberalismo a su insuficiente aplicaci¨®n y algunos de ellos a?oran aquellos tiempos en que el general Pinochet hizo posible el emblem¨¢tico ¨¦xito del neoliberalismo en Chile. La CNN que emite en Latinoam¨¦rica dedica a Davos, ahora Nueva York, sus mejores informaciones y a Porto Alegre una referencia m¨¢s folkl¨®rica que historificadora. Tanto en Nueva York como en Porto Alegre no se habl¨® lo suficiente de Guant¨¢namo, tal vez porque nadie quiso plantearse que el futuro puede ser un inmenso campo de concentraci¨®n globalizado en el que la teolog¨ªa dominante no sea la de la Liberaci¨®n ni la neoliberal, sino la Teolog¨ªa de la Seguridad Duradera.
Saramago cerrar¨¢ el fest¨ªn espiritual de Porto Alegre mediante un mensaje televisado, que presiento basado en el especial evangelio solidario y laico del premio Nobel.
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