No es bueno depender de una 'locomotora' ¨²nica
Antes de los a?os noventa hab¨ªa tres locomotoras nacionales que tiraban del tren del PIB mundial: la locomotora estadounidense, la alemana y la japonesa. Cuando su ritmo medio era fuerte, el rendimiento y el empleo iban bien pr¨¢cticamente en todo el mundo. Cuando todas renqueaban, la producci¨®n mundial se desaceleraba.
Pero en el nuevo milenio no es as¨ª. La locomotora de Jap¨®n lleva una docena de a?os perdiendo velocidad e incluso ha ido marcha atr¨¢s. Alemania, al igual que Francia e Italia, las otras grandes naciones de la Uni¨®n Europea (UE), ha sufrido un pertinaz problema de alto desempleo. En la UE han sido Irlanda, Finlandia, Dinamarca, Reino Unido y Holanda los pa¨ªses que han registrado un crecimiento m¨¢s fuerte.
He seguido los discursos del equipo econ¨®mico de Bush y no he podido encontrar informaci¨®n alguna que pueda servir de ayuda a Greenspan
Duisenberg se ha sentido tentado a 'ir de gorra': que el T¨ªo Sam estimule para que ¨¦l pueda llevar una vida tranquila en Francfort
Mientras los centros financieros y los mercados de valores se preocupan de si 2002 ser¨¢ un a?o de recuperaci¨®n fuerte o d¨¦bil, todas las miradas se centran en las perspectivas econ¨®micas de Estados Unidos. ?Dar¨¢ paso la recesi¨®n estadounidense que se inici¨® en marzo de 2001 a una recuperaci¨®n en la primavera de 2002? Parece que la bolsa de Wall Street as¨ª lo cree y, como consecuencia, los precios de las acciones se han disparado desde los terribles acontecimientos del 11 de septiembre en Washington y Nueva York. Al mismo tiempo, el rendimiento de los bonos estadounidenses a largo plazo se ha incrementado desde un 4,2% hasta un 5%, a pesar de que la Reserva Federal ha recortado 11 veces los tipos de inter¨¦s a corto plazo en 2001, dej¨¢ndolos por debajo del 2%. Los expertos interpretan esta diferencia en el rendimiento como una se?al definitiva de que los que comercian con futuros esperan una en¨¦rgica recuperaci¨®n estadounidense y la esperan bastante pronto. A los magullados propietarios de acciones ordinarias, heridos en el ciclo vital de sus propios ahorrillos y en los fondos de pensiones de sus jefes, se les hace la boca agua ante la perspectiva de jugosas plusval¨ªas en 2002, casi como las de la era de 'la burbuja' de 1995 a 1999.
?Es que los banqueros de inversiones y los agentes de bolsa saben algo que la opini¨®n p¨²blica desconoce? La historia indica lo contrario. Las grandes casas de corretaje y los ejecutivos de las mutuas calcularon dolorosamente mal mientras sus clientes en todas las regiones se vieron atrapados por el estallido de la burbuja.
He estado siguiendo de cerca todos los discursos p¨²blicos del equipo econ¨®mico del presidente George W. Bush -el secretario del Tesoro, Paul O'Neill; el director del Consejo Econ¨®mico Nacional, Larry B. Lindsey; el Consejo de Asesores Econ¨®micos- y no he podido encontrar en ellos ninguna informaci¨®n que pueda servir de ayuda al presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, ni a los comit¨¦s legislativos del dividido Congreso de Estados Unidos.
Perm¨ªtanme que intente sopesar los factores que apoyan el optimismo frente a los que advierten de la posibilidad de que se nos avecinen unos meses deprimentes.
Los mejores expertos en econom¨ªa -del Fondo Monetario Internacional, de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®micos, del Banco de la Reserva Federal, del Banco de Inglaterra y de los m¨¢s importantes bancos privados e institutos de investigaci¨®n acad¨¦mi-ca- se han visto agradablemente sorprendidos ante la fortaleza del gasto estadounidense en autom¨®viles, inmuebles e incluso en productos de consumo navide?o. Los sondeos de opini¨®n indican un cierto repunte de la confianza p¨²blica, y algunos 'indicadores principales' han estado registrando efectivamente ligeros incrementos a finales de 2001.
Por lo tanto, con una probabilidad aproximada del 75%, la previsi¨®n de estos expertos econ¨®micos es que la recesi¨®n estadounidense terminar¨¢ antes de cumplir un a?o o, por lo menos, no mucho despu¨¦s. Si tienen raz¨®n, ser¨¢n buenas noticias para Estados Unidos e, indirectamente, favorecer¨¢ a Europa, la regi¨®n del Pac¨ªfico y Latinoam¨¦rica. Incluso a Jap¨®n y Argentina, dos casos perdidos, les ir¨¢ mucho mejor si sus penurias nacionales no se combinan con un mercado mundial d¨¦bil.
Nadie puede leer la mente de Greenspan con precisi¨®n, pero sospecho que su opini¨®n no est¨¢ muy lejos de la esbozada en el p¨¢rrafo anterior. Sin embargo, a un analista tan experimentado y con tantos matices como Greenspan le debe preocupar bastante esa probabilidad del 25% de que est¨¦ por llegar algo peor que una suave recesi¨®n de un a?o. Al fin y al cabo, el propio Greenspan se vio atrapado a principios de la d¨¦cada de los setenta, en la ¨¦poca de Nixon y Ford, cuando la campa?a para 'acabar con la inflaci¨®n' de Washington se convirti¨® de repente en una ¨¦poca de dolor combinado en Wall Street y los centros financieros.
Por una raz¨®n parecida, el presidente de la Reserva Federal ha alertado recientemente contra una indebida exuberancia irracional. A los especuladores y gestores de dinero no les gust¨® escuchar sus palabras. Adem¨¢s, Greenspan se encuentra en una dif¨ªcil tesitura: cuando advierte que la recuperaci¨®n podr¨ªa ser d¨¦bil o demorarse, los optimistas de Wall Street restan importancia a su advertencia convenci¨¦ndose de que es probable que llegue otro delicioso recorte de los tipos de inter¨¦s federales.
Sospecho que para el mundo no es tan bueno depender tanto de una ¨²nica locomotora. Es comprensible que los japoneses esperen desesperadamente que provocando una depreciaci¨®n de su yen frente al d¨®lar puedan recibir algo m¨¢s de fuerza de Estados Unidos y de otros pa¨ªses de Occidente. Adem¨¢s, el presidente holand¨¦s del nuevo Banco Central Europeo, Wim Duisenberg, se ha sentido consciente o inconscientemente tentado a 'ir de gorra': que el T¨ªo Sam estimule para que ¨¦l pueda llevar una vida tranquila en Francfort y probablemente retirarse pronto de la vida p¨²blica. Nadie le echar¨¢ de menos cuando se vaya.
Gran parte de lo que 2002 traiga para China, Corea del Sur, Reino Unido o Escandinavia depender¨¢ de lo acertadas que sean las medidas de macropol¨ªtica que apliquen a nivel nacional. Naturalmente, cualquier empuje adicional que pueda proporcionar una locomotora estadounidense llena de vida ser¨ªa magn¨ªficamente recibido.
No obstante, tengan presente que estos d¨ªas Estados Unidos apenas produce una cuarta parte del PIB mundial total. Eso representa casi la mitad de lo que Estados Unidos produc¨ªa en los d¨ªas del Plan Marshall y de la ocupaci¨®n de MacArthur a finales de la II Guerra Mundial. Un dato importante: una econom¨ªa global precisa un esfuerzo global.
? 2002, Los Angeles Times Syndicate International, divisi¨®n de Tribune Media Services.
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