Los concejales vascos exigen al 'lehendakari' liderar ahora el combate contra el terrorismo
Los ediles amenazados s¨®lo conf¨ªan en una estrategia global y unitaria para acabar con ETA
Las medidas de protecci¨®n, el prop¨®sito de recrear un 'espacio com¨²n ¨¦tico y c¨ªvico' que proteja en lo posible la democracia municipal en Euskadi, no resuelven las angustias de los castigados concejales constitucionalistas vascos pero, al menos, les abren una rendija a la esperanza de ver disminuida su rigurosa soledad. Sus reacciones ante el acuerdo institucional del viernes, m¨¢s cr¨ªticas en general en las filas del PP, cubren un abanico limitado en el que el entusiasmo y la complacencia est¨¢n enteramente proscritos. 'Es positivo, pero que Ibarretxe lidere de una vez el combate contra el terrorismo, que desaloje a Batasuna de las alcald¨ªas, que acabe con Udalbiltza, que nos d¨¦ pruebas de que podemos creer en ¨¦l', dicen los ediles constitucionalistas.
'Lo escandaloso es que el Gobierno no sea capaz de acabar con el miedo y la falta de libertad'
Ciertamente, abrumados como est¨¢n por el peso de estos a?os de desgaste an¨ªmico terrible, de convivencia cotidiana con el miedo y la desesperanza, los atribulados concejales del PP y PSE-EE s¨®lo pueden encontrar ya verdadero consuelo en el amparo de una estrategia global unitaria de lucha contra ETA, un objetivo que, hoy por hoy, parece situado a a?os luz de la capacidad de consenso de los partidos vascos. 'Lo ¨²nico verdaderamente interesante es que han recuperado cierta capacidad de di¨¢logo'. 'Ya es triste que nuestro lehendakari haya tardado un a?o en abordar el asunto, ahora hay que ver si esto conduce a alguna parte o si es s¨®lo un gesto del nacionalismo para lavarse la cara', se?alan los ediles de los partidos constitucionalistas.
En sus diversos grados y formas, la unidad de los dem¨®cratas contra ETA es una exigencia permanente que, en casa de los amenazados, se expresa, a veces, en tono de s¨²plica; un anhelo que surge espont¨¢neamente, un clamor sordo que encuentra tambi¨¦n eco en c¨ªrculos del nacionalismo democr¨¢tico atacados por la mala conciencia pol¨ªtica, preocupados por el desencuentro y la divisi¨®n. 'No lo entiendo, se lo juro. Si las direcciones de los partidos se han puesto de acuerdo sobre el Concierto Econ¨®mico y el Cupo y sobre el abortado programa de pensiones para los parlamentarios de aqu¨ª, ?por qu¨¦ diablos no pueden encarar juntos el aut¨¦ntico problema sangrante que tiene este pa¨ªs? Pero, qu¨¦ pasa, que s¨®lo son capaces de entenderse en los asuntos del dinero?', se interroga, exasperado, un edil alav¨¦s.
No es que se critiquen las medidas dirigidas a reforzar su seguridad y a paliar la merma en el ejercicio institucional de los derechos enunciadas por el presidente del Gobierno vasco. Es que, simplemente, no ven que estas medidas modifiquen sustancialmente la situaci¨®n, despejen verdaderamente el futuro, les aporten el caudal an¨ªmico suficiente para animarles a resistir. 'Las medidas son el gesto piadoso de un Gobierno que atiende a otras prioridades pol¨ªticas, como la de la autodeterminaci¨®n', dicen. 'Lo escandaloso', subrayan, 'es que nuestro Gobierno no sea capaz de reconstruir una unidad democr¨¢tica elemental para instaurar el Estado de derecho y acabar con el miedo y la falta de libertad. El problema es de fondo porque no estamos s¨®lo los concejales, estamos todos los amenazados. Hay una operaci¨®n de depuraci¨®n ideol¨®gica ante la que no cabe poner parches. Con el atentado a Eduardo Madina ETA ya nos ha hecho saber que est¨¢ decidida a matar a cualquier afiliado nuestro, a cualquiera que huela a socialista o a PP. Quieren llevarnos al desguace', indica un concejal guipuzcoano del PSE-EE.
El clima que se respira en las casas de los ediles constitucionalistas, preferentemente en los medianos y peque?os municipios, donde la presi¨®n es muy superior a la de las capitales, ofrece, indistintamente, un orgulloso esp¨ªritu de rebeld¨ªa y un cuadro depresivo que, en ocasiones, alcanza a la familia. 'Acabo de volver del psiquiatra y no s¨¦ si es buen momento para hablar. La verdad es que no s¨¦ por d¨®nde tirar, qu¨¦ hacer con mi vida, con mi futuro, si tengo que buscar un trabajo fuera y llevarme a mi familia. Yo s¨ª tengo cierto arrope de compa?eros de corporaci¨®n, pero ¨¦ste ya no es asunto de pa?os calientes, de que te pongan m¨¢s guardaespaldas o de que te den dinero. No, el miedo no se compra con dinero. El asunto es que o nos unimos todos los dem¨®cratas vascos o no hay nada que hacer', comenta un edil guipuzcoano.
Desde luego, su caso es particularmente agudo porque es un hombre al que ETA ha intentado matar, pero es verdad que cientos de militantes del PP y del PSE-EE se levantan y se acuestan con una sensaci¨®n parecida, con la pregunta que les interpela machaconamente sobre su futuro. 'Todos los d¨ªas, cuando me levanto por las ma?anas y miro a mis hijas peque?as dormidas me pregunto qu¨¦ hago yo aqu¨ª metido en esta historia siniestra, si tengo derecho a vivir en peligro y arriesgar la seguridad y estabilidad de mi familia por unos ideales', indica un concejal del PP.
Con la divisi¨®n instalada en sus filas -hay municipios de 10.000 habitantes donde los socialistas han dejado de hablarse entre ellos, pese a padecer el mismo acoso-, el PSE-EE aparece como la pieza quiz¨¢s m¨¢s vulnerable de un tablero pol¨ªtico vasco inestable, en la que casi todos los partidos guardan en su seno una crisis larvada. ?Han querido matar a Madina por la predisposici¨®n de su v¨ªctima a aceptar las tesis del movimiento por la mediaci¨®n Elkarri, cortar un posible movimiento socialista hacia el PNV? Es una conjetura sin base establecida. Se puede pensar que los asesinos actuaron el martes movidos por una cuesti¨®n de oportunidad, en v¨ªsperas de la reuni¨®n en Madrid del Pacto Antiterrorista, pero lo que s¨ª se sabe a ciencia cierta es que ETA mata cuando puede y como puede, que est¨¢ lanzada en una operaci¨®n de depuraci¨®n de los no nacionalistas y que no necesita conocer a sus v¨ªctimas para ejecutarlas.
Las manos criminales que adosaron la bomba lapa al coche del joven socialista vizca¨ªno no pensaron seguramente que con ello aseguraban el ¨¦xito de la reuni¨®n antiterrorista del d¨ªa siguiente. Sea como fuere, el resultado de ese encuentro entre el PP y el PSOE es un compromiso de gran calado que prepara el terreno legal para la ilegalizaci¨®n de Batasuna. 'Es la culminaci¨®n de una pol¨ªtica del Gobierno dirigida a ilegalizar las estructuras de ese mundo. En la democracia espa?ola no puede existir una anomal¨ªa flagrante como Batasuna que dura ya 20 a?os', sostiene presidente del PP vasco, Jaime Mayor Oreja.
La cuesti¨®n es si el PNV, que rechaza el Pacto de Madrid, estar¨¢ dispuesto a dar prioridad a la lucha contra ETA y a posponer su programa autodeterminista. Mayor no lo cree. 'S¨®lo creer¨¦ al nacionalismo cuando d¨¦ un paso aut¨¦ntico. Por ejemplo: que le desenga?e a Batasuna de que van a ir juntos en el futuro, que rompan con Udalbiltza, que rompan con Batasuna en los ayuntamientos'.
Tampoco Nicol¨¢s Redondo tiene demasiada confianza en un cambio de rumbo del PNV. 'Ibarretxe no ha renunciado a la unidad de los nacionalistas. Lo que quiere es aislar al PP y por eso est¨¢ dispuesto a mantener una relaci¨®n intensa con el PSE. No est¨¢ por aceptar los pactos de Madrid porque tiene en Batasuna un electorado potencial'. Ram¨®n Ja¨²regui, el presidente de la Gestora del PSE-EE que prepara su pr¨®ximo congreso, cree, sin embargo, que hay un mayor margen de colaboraci¨®n y acuerdo con el nacionalismo. A su juicio, la reuni¨®n del viernes es un primer ladrillo sobre el que 'construir, desde abajo, la unidad democr¨¢tica'. A falta de un verdadero cielo protector, del arrope psicol¨®gico, pol¨ªtico y social que aporta una estrategia unitaria, bien estar¨¢ que los concejales vascos no nacionalistas dispongan al menos de un poco de ese 'suelo c¨ªvico' del que hablaba Ibarretxe.
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