El petr¨®leo como arma
LAS IMPLICACIONES ECON?MICAS de la escalada b¨¦lica en Oriente Pr¨®ximo pueden llegar a ser m¨¢s adversas que las que se presumieron tras los atentados del 11 de septiembre, y desde luego mucho m¨¢s que las realmente observadas desde entonces.
En la medida en que, tambi¨¦n a diferencia de las reacciones de la Administraci¨®n estadounidense tras los atentados, el desarrollo del conflicto en Palestina puede derivar en fracturas de la cohesi¨®n internacional, los riesgos de que esos desencuentros se extiendan al por otras razones amenazado sistema de relaciones comerciales internacionales han dejado de ser meras hip¨®tesis. Que ante la esterilidad de los intentos de mediaci¨®n en ese conflicto de la UE se plantee la posible denuncia del acuerdo de asociaci¨®n con Israel es s¨®lo un exponente de esos riesgos. El necesario clima de entendimiento en los organismos multilaterales, desde el Fondo Monetario Internacional a la Organizaci¨®n Mundial de Comercio, puede verse igualmente condicionado si en aquella zona acaba imponi¨¦ndose el lenguaje de las armas.
El enquistamiento de un precio de barril en el l¨ªmite superior de ese rango (22-28 d¨®lares), definido como objetivo por el cartel, nublar¨ªa, cuando menos, la transici¨®n a un entorno de recuperaci¨®n en las principales econom¨ªas.
De la inquietud creada dan cuenta, como es habitual en estas situaciones, el renovado fortalecimiento del oro como refugio y, en general, el alejamiento de las inversiones con riesgo superior al normal, las acciones incluidas.
Donde las amenazas al bienestar, no s¨®lo de los ricos, pueden ser m¨¢s expl¨ªcitas es en la existencia de distorsiones en la oferta de petr¨®leo. La elevaci¨®n en las cotizaciones de esta todav¨ªa esencial materia prima ya dejaron constancia de la intensificaci¨®n de la incertidumbre, antes incluso de que Irak propusiera al resto de los pa¨ªses ¨¢rabes productores de crudo, sin mucho ¨¦xito por el momento, recurrir a una suerte de embargo contra Israel y los pa¨ªses occidentales que le apoyaran: al principio de la semana el precio del barril ya estaba en sus m¨¢ximos en los ¨²ltimos seis meses, casi un 50% m¨¢s caro que en noviembre.
Tales perturbaciones tienen lugar pocas semanas despu¨¦s de que los propios exportadores agrupados de la OPEP reafirmaran un¨¢nimemente sus prop¨®sitos de mantener las restricciones de oferta hasta pasado el verano. Que la OPEP no sea un foro pol¨ªtico, como ha subrayado su secretario general, no significa que la capacidad de producci¨®n de sus miembros no se encuentre seriamente expuesta a los avatares por los que discurra el conflicto, o que algunos de ellos puedan efectivamente dosificar m¨¢s a¨²n sus exportaciones. En menos de un mes Irak deber¨¢ renegociar con la ONU su plan Petr¨®leo por Alimentos, y la experiencia nos dice que en v¨ªsperas similares su comportamiento no es precisamente el m¨¢s conciliador ni el m¨¢s propicio a mantener su capacidad de bombeo de crudo.
El enquistamiento de un precio del barril en el l¨ªmite superior de ese rango (22 -28 d¨®lares), definido como objetivo por el cartel, nublar¨ªa, cuando menos, la transici¨®n a un entorno de recuperaci¨®n en las principales econom¨ªas. La ya mermada confianza puede encontrar en los repuntes de la inflaci¨®n el peor aliado para asentar igualmente la normalizaci¨®n en muchas econom¨ªas en desarrollo, principales tributarias de la excepcional reducci¨®n en el volumen de comercio internacional durante el ¨²ltimo a?o. Sin necesidad, y afortunadamente sin justificaci¨®n suficiente por el momento, para rememorar el embargo de 1973-1974, esa frontera de los 30 d¨®lares dispone de capacidad de intimidaci¨®n suficiente para que se diluya r¨¢pidamente el entorno de favorables tipos de inter¨¦s que hasta ahora preside la econom¨ªa mundial.
De la actitud estadounidense, del buen sentido de su Administraci¨®n, no depende ya ¨²nicamente la continuidad de la tragedia humana que est¨¢ sufriendo aquella regi¨®n, sino el propio y m¨¢s inmediato bienestar de sus propios ciudadanos. En Espa?a, recordemos, las previsiones de crecimiento del Gobierno contaban con un precio del barril por debajo de los 23 d¨®lares.
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