S¨¢nchez Ferlosio vincula patria y guerra en su primera lecci¨®n en la Aut¨®noma de Madrid
El autor de 'El Jarama' es investido doctor 'honoris causa' por la universidad madrile?a
Cuando en los ¨²ltimos d¨ªas le preguntaban a Rafael S¨¢nchez Ferlosio (Roma, 1927) de qu¨¦ iba a tratar su primera lecci¨®n como doctor honoris causa de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, dec¨ªa: 'Va a ser un manifiesto antipatri¨®tico y un libelo antiamericano, todo ello velado, como un eufemismo, por una hoja de parra'. Su lecci¨®n, a la que puso de t¨ªtulo La hija de la guerra y la madre de la patria, se atuvo a las expectativas. Pero muchos de los que asistieron a la investidura, celebrada en el sal¨®n de actos de la Escuela de Inform¨¢tica, se preguntaron, infructuosamente, por la parra.
No se dej¨® intimidar Ferlosio por himnos, togas ni birretes. Su lecci¨®n, le¨ªda a una velocidad asombrosa, pero dejando casi todas las s¨ªlabas a salvo, supuso una dur¨ªsima identificaci¨®n entre 'patria' y 'guerra'. En absoluto velada: cuando le preguntaron d¨®nde hab¨ªan quedado sus intenciones eufem¨ªsticas, el escritor pareci¨® sorprenderse: '?Pero si he citado a Tito Livio'. Lo cit¨®, en efecto, a prop¨®sito de la operaci¨®n ret¨®rica del pretor Annio Setino, que aconsejaba 'acomodar las palabras a los hechos', exactamente lo que hab¨ªa hecho, a juicio de Ferlosio, la mayor parte de la intelligentsia norteamericana cuando justific¨® la operaci¨®n militar contra Afganist¨¢n.
Ferlosio arranc¨® con unas observaciones profil¨¢cticas acerca del concepto 'patriotero', un recurso puesto en circulaci¨®n por los propios patriotas: 'Un recurso muy socorrido para salvar cierto tipo de malas pasiones, que consiste en rechazar como enfermas y aberrantes algunas manifestaciones exageradas de lo que ya es, por su propia naturaleza, aberraci¨®n y enfermedad, con el efecto de que las formas m¨¢s comunes y comedidas aparezcan como sanas y sensatas'.
La unidad de destino
Cerrado ya ese flanco, situ¨® el origen del patrotismo moderno en la Revoluci¨®n Francesa ('El Ej¨¦rcito es la naci¨®n en armas'; 'La marsellesa es la primera marcha militar que se hizo himno'), pero, sobre todo, aclar¨® para sus intereses argumentativos el c¨¦lebre arcano de Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera, que a tantas generaciones ha perseguido, seg¨²n el cual la patria es 'una unidad de destino en lo universal'. Y lo hizo as¨ª Ferlosio: 'La unidad de destino consiste en que todos los hijos de la patria participan en r¨¦gimen de indisoluble pro-indiviso de una misma titularidad en los aconteceres de la historia y de su pragma constitutivo, que es la guerra'.
El n¨²cleo de su lecci¨®n, y uno de los ejemplos mayores de su fr¨ªa lucidez caracter¨ªstica, se avecinaba. Aludiendo a Franz Fanon, y a su desprecio ante la posibilidad de que Francia concediese, de un modo pac¨ªfico, la independencia a Argelia, razon¨®: 'No pocas veces se ha visto c¨®mo un irredentismo recurre a acciones violentas contra el dominador expresamente dirigidas a impedirle que se marche por propia voluntad; no quiere que se vaya, quiere echarlo, porque una patria otorgada no es una patria: s¨®lo es una patria la nacida de la guerra'.
Descrita 'la hija de la guerra' pas¨® a ocuparse de 'la madre de la patria'. Y lo hizo a partir del documento con que 60 'intelectuales, pol¨ªticos y te¨®logos', entre los que se encontraban Samuel Huntington, Francis Fukuyama o Michael Walzer, justificaron el pasado 14 de febrero la invasi¨®n de Afganist¨¢n. 'Guerra justa', la llamaron. Ferlosio examin¨® ese documento, 'enc¨ªclica' prefiri¨® llamarle, y cit¨® algunas de sus caracter¨ªsticas m¨¢s poderosas. Por ejemplo: 'Los firmantes se autodesignan albaceas de un universalismo que cabalgando a la vez la cabalgadura religiosa y laica decide por su propia voluntad anexionarse, siquiera espiritualmente (al menos por ahora), a todos los pueblos y a todos los dioses de este mundo'. En el rearme moral sugerido por los sesenta vio, no obstante, Ferlosio una afilada punta de lanza: 'El bombardero'. El bombardero cumple la ¨²ltima condici¨®n de una guerra justa, seg¨²n los tratadistas cristianos que Ferlosio cit¨®: 'La de que haya un alto grado de probabilidad de la victoria. Seg¨²n el cardenal Cayetano, jam¨¢s han visto los cielos una guerra m¨¢s ignominiosamente injusta por la parte de los talibanes ni m¨¢s aplastantemente justa por la de los americanos'.
Cuando el doctor dej¨® de hablar le aplaudieron como despu¨¦s de una estocada.
Lugares de memoria
El elogio del nuevo doctor honoris causa lo hizo el profesor Francisco Caudet, que empez¨® citando a su colega Tom¨¢s Poll¨¢n, profesor de Filosof¨ªa en la Universidad Aut¨®noma de Madrid, e impulsor fundamental del homenaje. Poll¨¢n es un destacado integrante de la 'ferlos¨ªa', amable congregaci¨®n de amigos y disc¨ªpulos que, llegando desde Coria, Madrid o Barcelona, quisieron estar ayer junto al escritor. El profesor Caudet hizo un elogio inteligente y emocionante de Ferlosio, a partir de sus propios escritos y de algunos de sus lugares de memoria. As¨ª aparecieron en el elogio 'el cad¨¢ver de Lucita, a orillas del r¨ªo, en la arena', Lucita, la v¨ªctima m¨¢s aparente de la tragedia de El Jarama; los alcavaranes que rodeaban la cintura del ni?o de ojos amarillos: 'Al-fan-hu¨ª, Al-fan-hu¨ª, le llamaban'; el joven escritor, 'ahincado en el d¨ªa presente, con la espalda contra lo oscuro y la cara hacia la luz' o la verdad, porque 'quienes rechazan la posibilidad de que la verdad se pueda dilucidar por el conocimiento y la palabra, aceptan que pueda manifestarse en el suceso de sus armas'. Y aparecieron tambi¨¦n en lo del profesor Caudet fragmentos de la dedicatoria m¨¢s estremecedora que se haya escrito en castellano, aquella del principio de La homil¨ªa del rat¨®n, donde se escucha la 'palabra aguda y redicha, como campanita de convento, que, a despecho del mundo, todav¨ªa me sonaba a amanecer.' La voz de la ¨²nica hija de Ferlosio, muerta joven.
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