Maneras de vivir
Espa?a se ha aislado en su concentraci¨®n como en una burbuja, todo lo contrario que Brasil
Nadie tiene la receta perfecta para preparar los detalles de una Copa del Mundo, algunos de los cuales afectan a la vida cotidiana de los futbolistas y el entorno de entrenadores, m¨¦dicos, fisioterapeutas y dem¨¢s. En Ulsan, por ejemplo, las selecciones de Brasil y Espa?a est¨¢n separadas por apenas dos kil¨®metros. Sin embargo, hay una distancia considerable en el ¨¢mbito de las relaciones sociales de ambos equipos. Lo que se denomina concentraci¨®n en el f¨²tbol -la espera de los partidos en los lugares de alojamiento- ofrece en este caso dos miradas muy diferentes.
Se podr¨ªa pensar de Brasil, por la trascendencia que tiene su selecci¨®n y el glamour que la acompa?a, como un equipo atrincherado en alg¨²n fort¨ªn, ajeno a las mareas de periodistas y aficionados que levanta a su paso. Al fin y al cabo, se trata del Brasil de Ronaldo, Rivaldo y dem¨¢s celebridades. Cada jugador, por s¨ª mismo, es una estrella de orden planetario. O, si no lo es, lo ser¨¢ muy pronto. Lucio ha llegado a esa posici¨®n de figura en apenas un a?o y muy pronto se anuncia el salto de Kak¨¢, el prometedor centrocampista del Sao Paulo. Para comprobar el impacto de Brasil basta asistir al formidable despliegue de la cadena de televisi¨®n O Globo, cuyo ej¨¦rcito de operarios invade cada d¨ªa el campo de entrenamiento del equipo, al que se acercan periodistas de todo el mundo.
Scolari, el t¨¦cnico brasile?o, no quiere que el aislamiento genere tensi¨®n o alienaci¨®n
?Conviene pasar directamente de un lugar sellado a la apabullante atm¨®sfera competitiva?
Pero lejos de blindarse en un b¨²nker, Brasil ha escogido el menos estricto de los modelos de concentraci¨®n. Alojada en el hotel Hyundai, a 800 metros de los astilleros Hyundai y a un salto de los lujosos almacenes Hyundai -el local de Prada sucede al de Etro, y el de Etro al de Gucci, y el de Gucci a...-, la selecci¨®n brasile?a ocupa dos plantas del establecimiento. El resto del hotel est¨¢ a disposici¨®n de una variopinta clientela que va desde un ampl¨ªsimo n¨²mero de periodistas brasile?os hasta ejecutivos de medio mundo, naturalmente destinados a establecer tratos con la corporaci¨®n Hyundai. ?C¨®mo afecta eso a los jugadores? No se sabe, pero hasta el momento no hay queja alguna.
Aunque sus dos plantas est¨¢n selladas por un fuerte cord¨®n de seguridad, es frecuente ver a las estrellas brasile?as en los salones de la primera, departiendo con amigos y periodistas, siempre y cuando no funcionen las grabadoras y las libretas. Cumplido este tr¨¢mite, la relaci¨®n es tan distendida como natural. Y no son pocos los que abandonan sus habitaciones para relacionarse con el mundo exterior. Bajan para tomar un caf¨¦ o charlar un rato. Baja Lucio y baja Ronaldo. As¨ª lo quiere Luiz Felipe Scolari, Felipao, temeroso de que a sus jugadores les agarre un ataque de melancol¨ªa o de ansiedad en un puerto de la costa oriental de Corea. No quiere que el aislamiento genere tensi¨®n o alienaci¨®n. Teme que se produzcan respuestas como la protagonizada por Nadal a Jos¨¦ Antonio Alcal¨¢, reportero de la Cadena SER. '?Qu¨¦ le dir¨ªas a tu familia de lo que te ha sorprendido en Corea?', le pregunt¨® el periodista. 'Nada', respondi¨® Nadal, 'porque ahora mismo no s¨¦ si estoy en Corea o en Espa?a: no hemos salido del hotel'.
Los jugadores espa?oles salieron horas despu¨¦s. Tras once d¨ªas en Ulsan y un d¨ªa libre que s¨®lo aprovecharon siete de ellos para abandonar el hotel, visitaron la Casa de Espa?a, instalada en la d¨¦cima planta de los almacenes Hyundai, como no pod¨ªa ser de otra manera. Hasta ese momento hab¨ªan estado recluidos en la Ciudad Deportiva de los Tigres Hyundai. En una peque?a colina, el recinto est¨¢ integrado por dos excelentes campos de entrenamiento y un edificio al que nadie tiene acceso, excepto la selecci¨®n y los federativos. Entre las paredes del hotel, los jugadores dedican la mayor parte de su tiempo a navegar por Internet, o ese rumor llega de ellos, porque fuera de los designados para cumplir con la obligaci¨®n de hablar con los periodistas no hay muchas m¨¢s noticias.
Si el efecto de la reclusi¨®n en el b¨²nker es positivo o negativo, no se sabe, aunque algunas reacciones de los entrenadores en los ¨²ltimos d¨ªas parecen m¨¢s relacionadas con las deformaciones que provoca el aislamiento que con la cotidiana realidad. La pregunta es si conviene pasar directamente de un lugar sellado durante semanas -es decir, de una burbuja- a la apabullante atm¨®sfera que se respira en los partidos de la Copa, salto m¨¢s temible en el primer encuentro. Espa?a considera que merece la pena esa vigilia intramuros. Brasil, no. Cuesti¨®n de pareceres.
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