Rafael Mas¨® en Cerdanyola
Hay lugares que un d¨ªa fueron elegidos por los ricos y, de golpe y porrazo, como el Harlem neoyorquino, acabaron convirti¨¦ndose en suburbios dejados de la mano de Dios. Los primitivos encantos de Cerdanyola del Vall¨¨s han sucumbido al cerco de construcciones vulgares que lo enclaustran como una agresiva muralla. Pero 100 a?os atr¨¢s ten¨ªa muchas cosas en com¨²n con La Garriga, aun sin tener sus ricas aguas termales. Sus parajes eran suaves y afables, y las torres de veraneo se agrupaban alrededor del Riu Sec, un peque?o afluente del Bes¨°s. Su arquitecto municipal, Eduard Maria Balcells, era primo segundo de Manuel Joaquim Raspall -art¨ªfice de la mayor¨ªa de torres garriguenses- y su obra se le pod¨ªa equiparar en muchos aspectos. Cerdanyola tuvo veraneantes tan ilustres como Enric Granados y V¨ªctor Catal¨¤, pero nunca lleg¨® a tener el esplendor de La Garriga, las torres en general eran m¨¢s discretas, y fue en la ¨¦poca noucentista cuando se consolid¨®. Era el momento de las urbanizaciones tipo ciudad-jard¨ªn que en Cerdanyola dio los barrios de Montflorit, Cordelles -seg¨²n proyecto de Nicolau Rubi¨® i Tudur¨ª- y Bellaterra, sin duda influido por S'Agar¨®. Pero al mismo tiempo, la instalaci¨®n de la f¨¢brica Uralita -uno de los conjuntos industriales de la ¨¦poca m¨¢s sobresalientes de Catalu?a, ahora completamente degradado- propiciar¨ªa la radical transformaci¨®n de pueblo de veraneo en zona industrial y, con los a?os, en ciudad dormitorio.
Otra diferencia sustancial con La Garriga es que en Cerdanyola la recuperaci¨®n del patrimonio arquitect¨®nico ha empezado muy tarde, cuando algunos de sus edificios modernistas m¨¢s emblem¨¢ticos ya han desaparecido; de los seis que propon¨ªa Oriol Bohigas en 1973 tan s¨®lo queda en pie uno. Pero el resto del patrimonio arquitect¨®nico de principios del siglo XX se ha puesto de manifiesto con la reciente aparici¨®n casi simult¨¢nea de la Guia de la Cerdanyola modernista i noucentista y Eduard M. Balcells Bu?gas, arquitecte de Cerdanyola, ambos libros escritos por Jos¨¦ Mar¨ªa Romero y Orlando Barrial. Paralelamente, el Ayuntamiento ha aprobado, por fin, un cat¨¢logo de edificios protegidos. A partir de ahora, las dos antag¨®nicas cerdanyolas tendr¨¢n que convivir pac¨ªficamente, y seguro que ser¨¢ para bien.
De las obras documentadas a¨²n existentes, de arquitectos tan conocidos como los hermanos Puig Gairalt, Rubi¨® i Tudur¨ª, Lloret -autor de la cl¨ªnica Barraquer, en Barcelona- y el propio Balcells, sobresale especialmente una: la casa Alfredo Vi?as (1929- 1931), de Rafael Mas¨®, uno de los profesionales m¨¢s exquisitos de las d¨¦cadas de 1910 y 1920, que trabaj¨® casi siempre en Girona con la excepci¨®n de un par de edificios construidos en Canet de Mar, la cl¨ªnica mental en Santa Coloma de Gramenet y esta casa de Cerdanyola.
La casa Vi?as -de la cual apenas se ha hablado, precisamente porque no est¨¢ en las comarcas de Girona- representa lo mejor del ¨²ltimo Mas¨® y mantiene la contundencia volum¨¦trica de sus obras m¨¢s celebradas, como la casa Masramon (1914), en Olot -ahora terriblemente aprisionada por construcciones anodinas y can¨ªbales- y la casa Casas (1916), en Sant Feliu de Gu¨ªxols -esta ¨²ltima en estado de conservaci¨®n lamentable desde que se ha convertido en una extra?a residencia cat¨®lica-. Adem¨¢s, la casa Vi?as presenta una gran afinidad con la estupenda -y tambi¨¦n poco celebrada- casa del director de la cl¨ªnica de Santa Coloma, seg¨²n bocetos de 1917 del propio Mas¨® y realizada por su amigo y colega Josep M. Peric¨¤s algunos a?os m¨¢s tarde.
Ha sido un verdadero milagro que la casa Vi?as se haya conservado -tan impecable-, sin estar protegida por ninguna norma municipal, en medio de esa incre¨ªble especulaci¨®n que ha sufrido y sufre la Cerdanyola moderna. Sin duda, un prodigio tan grandioso pod¨ªa atribuirse con toda seguridad a la Virgen de Can Cerd¨¤ o a Sant Gaud¨ª, de quien el joven Mas¨® era ferviente devoto. Quiz¨¢ se trate del primer real y definitivo milagro del genio de Reus; una compensaci¨®n al colega gerundense que en 1906 se encarg¨® de realizar la casulla de mos¨¦n Roquet, a la que mand¨® bordar -se supone que siguiendo las indicaciones del maestro- m¨¢s de 12.000 perlas por las monjas adoratrices de Girona. Pero un hecho siniestro ha venido estos d¨ªas a turbar la paz del lugar: los propietarios de la casa Vi?as han decidido restaurarla. Los desnudos y pulcros muros blancos de Mas¨® se han revestido de angosta piedra, parte de su delicada carpinter¨ªa ha dado paso a otra r¨²stica y grosera, los elementos decorativos se han repintado b¨¢rbaramente y otros nuevos, de la peor cala?a, desfiguran el hermoso edificio. Tal vez se trata de un castigo, algo retardado, de la Virgen Mar¨ªa, enfadada quiz¨¢ porque sus feligreses, ¨¢vidos de sagrados souvenirs, se cargaron el avellano del bosque cerdanyolense en donde regularmente se aparec¨ªa.
Josep Casamartina i Parassols, es historiador del arte
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