La reconstrucci¨®n del fen¨®meno
Contra toda esperanza y dos a?os despu¨¦s de su ¨²ltima operaci¨®n, Ronaldo est¨¢ cerca de volver a ser el futbolista que maravill¨® al mundo
Muchos firmaron el certificado de defunci¨®n de Ronaldo como futbolista cuando el 12 de abril de 2000 el tend¨®n rotuliano de su rodilla derecha salt¨® hecho pedazos. Nadie daba un duro por su recuperaci¨®n. Aquella rotura (recuerden: apenas siete minutos despu¨¦s de entrar al campo, un intento de finta en velocidad ante Couto, Ronaldo al suelo, el grito de dolor, las dos manos en su rodilla derecha) no era el primer incidente: m¨¢s bien parec¨ªa el punto final de un largo y triste proceso degenerativo, el fin de un futbolista hipertrofiado. Cuatro meses antes, el 21 de noviembre, en San Siro, Inter-Lecce, Ronaldo ya hab¨ªa sufrido la rotura parcial del mismo tend¨®n, del punto clave que enlaza la musculatura del muslo con la rodilla, con el punto de articulaci¨®n que le permite correr, disparar, fintar, golpear, que le permite ser futbolista: los tendones son los tejidos que transmiten la fuerza mec¨¢nica de la contracci¨®n muscular a los huesos. Y un a?o antes jug¨® lesionado el Mundial, enfermo de tendinitis cr¨®nica, unas rodillas peri¨®dicamente sometidas a infiltraciones de corticoides y antiinflamatorios, a curas con Voltar¨¦n. Antes a¨²n, julio de 1996, a punto de dejar el PSV para fichar por el Bar?a, su rodilla derecha ya dio el primer susto, la primera rebeli¨®n contra el proceso acelerado de engorde para convertir a un adolescente brasile?o, ¨¢gil y elegante, delgaducho, que desembarc¨® en Holanda con 17 a?os, en un superatleta de muslos de velocista y fuerza de lanzador. Era una historia conocida, un proceso en el que siempre la naturaleza, se dec¨ªa, sale ganadora.
Ahora que todo parece haber terminado, el doctor Saillant reconoce: 'Yo tambi¨¦n lo dudaba'
La rotura del tend¨®n rotuliano es una lesi¨®n poco extra?a en personas ancianas. Cuando se produce en un deportista robusto, de 23 a?os, como Ronaldo, la causa no puede ser otra que un proceso degenerativo. 'La degeneraci¨®n suele provenir del sobreuso, de la sobrecarga repetida o de antecedentes de infiltraci¨®n con corticoides', explica el traumat¨®logo espa?ol Luis Gonz¨¢lez Lago. En su cargada carrera profesional, comenzada a los 17 a?os, Ronaldo ha acumulado tendinitis en ambas rodillas, pocos periodos de descanso, altas cargas de entrenamiento y dos operaciones anteriores de rodilla. 'Las tendinitis cr¨®nicas por sobrecarga degeneran en tendinosis, con necrosis interna del tejido del tend¨®n. Y cuando se operan, si no se limpia bien la zona, se acaba suturando tejido muerto, que vuelve a desgarrarse enseguida', explica Gonz¨¢lez Lago. 'Para operar estas roturas se busca inicialmente descargar el aparato extensor , para lo que se fabrica con alambre un cerclaje de r¨®tula-tibia. As¨ª se puede suturar sin tensi¨®n despu¨¦s de limpiar la zona'. As¨ª procedi¨® el profesor G¨¦rard Saillant, afamado traumat¨®logo franc¨¦s, que lo oper¨® durante un par de horas en Par¨ªs. 'Los milagros no existen', dijo tras la intervenci¨®n. 'Necesita por lo menos ocho meses de recuperaci¨®n antes de volver a jugar y aun as¨ª tampoco puedo decir, ni yo ni nadie, que volver¨¢ a jugar. Ser¨¢, en todo caso, un proceso largo y dif¨ªcil'.
Saillant se qued¨® corto. La recuperaci¨®n de Ronaldo fue una peregrinaci¨®n dirigida por su fisioterapeuta personal, Nilton Petrone, un personaje con aura de gur¨² y dudosa reputaci¨®n. Ronaldo trabaj¨® en Francia y luego en Brasil. La falta de actividad dej¨® sus piernas sin musculatura. Fue un proceso lento de reconstrucci¨®n medida para evitar nuevas tensiones al tend¨®n. Un proceso con altibajos y depresiones, con trabajo psicol¨®gico y mucha paciencia. Por primera vez en su vida, Ronaldo iba a tener tiempo para recuperarse: se acabaron las presiones y los apremios. Un psic¨®logo le ayud¨® a superar el miedo a una reca¨ªda, el gran peligro, un miedo que Ronaldo era incapaz de quitarse de encima: vision¨® centenares de veces la imagen de su lesi¨®n, su carrera, su dribling, buscando encontrar un contacto con Couto; aquello le liberar¨ªa, el saber que no se lesion¨® solo, que hubo una entrada. Pero se lesion¨® solo. Era para hundirse.
Hundido estaba, a pesar de estar en R¨ªo, con su familia, con el clima caluroso y seco bueno para los m¨²sculos, en la arena de la playa, esa superficie en la que sus ejercicios tendr¨ªan un resultado perfecto. Y ni el psic¨®logo pod¨ªa con ¨¦l. Pero un d¨ªa recibi¨® una visita que lo cambi¨® todo. 'Vino a verme Pel¨¦', cuenta Ronaldo, 'y me record¨® que tambi¨¦n tuvo una lesi¨®n grave, que le dijeron que nunca volver¨ªa a jugar, y que un par de a?os despu¨¦s, gan¨® el Mundial del 70, alcanz¨® la cima de su juego'.
El 8 de marzo de 2001, el profesor Saillant le da el alta m¨¦dica. Ya est¨¢ oficialmente curado. Puede volver a entrenarse. Tras la reconstrucci¨®n, otra fase delicada, la puesta a punto atl¨¦tica, la recuperaci¨®n de la resistencia muscular, de la velocidad, de la fuerza. Periodo duro, con pasos atr¨¢s y dudas. Y quiz¨¢s culminado con prisas. Ronaldo reapareci¨® en diciembre de 2001. Volvi¨® a jugar y volvi¨® a lesionarse. Problemas musculares, se dijo. Problemas de adaptaci¨®n. Regreso a la enfermer¨ªa.
Fueron meses de nuevas dudas en los que encontr¨® la ayuda de las manos m¨¢gicas de Philippe Boixel, el oste¨®pata franc¨¦s que tambi¨¦n trata en privado a Zidane, Owen y Blanc. Suyo fue el pen¨²ltimo ajuste: la dieta que le hizo bajar a su peso en forma, 83 kilos, el programa de recuperaci¨®n psicof¨ªsico que le reeduc¨®, que le ense?¨® a correr otra vez, a hacer palanca girando la rodilla, a evitar contracturas y tirones musculares, una terapia dirigida a devolver la seguridad al futbolista.
En Corea, Ronaldo no pudo terminar el partido ante Inglaterra. Se retir¨® acusando, en sus palabras, 'fatiga muscular', un peque?o trastorno que no pone en duda sus posibilidades de futuro ni la calidad de su reconstrucci¨®n. Ahora que todo parece haber terminado, en el momento en que Ronaldo parece haber vencido a las leyes de la naturaleza, es cuando Saillant da un suspiro de alivio y reconoce: 'Yo tambi¨¦n he dudado'.
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