Pentacampeones pese a Felip¨®n
La afici¨®n 'canarinha' da por seguro el t¨ªtulo aunque no crea en un t¨¦cnico antes 'burro' y ahora 'torpe'
Los brasile?os tardaron en dejarse cautivar por su selecci¨®n, pero ahora todo es fiesta. Pese a todo, mucho se salv¨® del viejo y hermoso f¨²tbol de siempre. Hay confianza frente al juego mec¨¢nico y gris de los alemanes. Para Brasil, el Mundial empez¨® cuando remont¨® ante Inglaterra (2-1). Hasta entonces lo que hubo fue m¨¢s bien la b¨²squeda afligida de algo aparentemente intangible -quiz¨¢ una t¨¢ctica o un conjunto- para los jugadores y una prueba de nervios para 170 millones de brasile?os.
Los partidos de la primera fase confirmaron en buena medida los temores: la selecci¨®n se resum¨ªa en una defensa bizarra, un mediocampo inexistente, tres delanteros brillantes, dos laterales de inmensa habilidad y un entrenador digno del peor calificativo que por aqu¨ª se les dedica: 'burro'. Luego, vino B¨¦lgica. Una vez m¨¢s, el equipo no convenci¨® a nadie. Hubo algunas jugadas excepcionales, desde luego. Pero eso es poco para un p¨²blico que no admite otra cosa que un promedio de 60 minutos excepcionales por partido.
Pero contra Inglaterra la cosa cambi¨®. A los 20 minutos s¨®lo hab¨ªa un equipo en el campo y ¨¦se era Brasil. Los brasile?os volvieron a sentir el v¨¦rtigo de los nervios a flor de piel con el gol de los brit¨¢nicos para luego estallar en emoci¨®n y j¨²bilo por lo que Rivaldo, Ronaldinho y Ronaldo ensayaban en la cancha. Por primera vez en este Mundial, el pa¨ªs se reconoci¨® en su selecci¨®n. El gol anotado por Ronaldinho hizo llorar a muchos cr¨ªticos del equipo. Para completar la tensi¨®n, los cambios hechos por el t¨¦cnico, Luiz Felipe Scolari, el tan denostado Felip¨®n, sirvieron de munici¨®n para nuevas y fulminantes menciones a su madre. Puro Brasil.
El esp¨ªritu nacional, en todo caso, cambi¨®, y mucho, despu¨¦s de aquella victoria. Volvi¨® el optimismo. Es cierto que la gente hab¨ªa salido a la calle para celebrar los triunfos en los partidos anteriores mientras que la televisi¨®n registraba in¨¦ditos ¨ªndices de audiencia en plena madrugada o en las primeras horas de la ma?ana. Pero solamente a partir de la victoria sobre los ingleses el clima de un Mundial lleg¨® a Brasil, con tensi¨®n y euforia mezcl¨¢ndose a cada instante. En ninguno de los campeonatos anteriores esa llama ¨²nica, que moviliza al pa¨ªs, tard¨® tanto en prender. Tras la victoria frente a Turqu¨ªa -que sorprendi¨® al no dejarse asustar como Inglaterra- el entusiasmo, salpicado de optimismo, se apoder¨® de Brasil.
Al mismo Felip¨®n le cambiaron de categor¨ªa, aunque no mucho. Ya no es el 'burro' de antes. Ahora se le considera 'torpe', desastrado, obtusamente impotente a la hora de trazar un esquema t¨¢ctico m¨ªnimamente viable, incapaz de imponer organizaci¨®n y de llevar a la cancha a un verdadero equipo. Los cambios que introduce siguen siendo una mina de sorpresa y rabia. Pero... ya se le admite. En el alma de cada brasile?o existe la seguridad de que su selecci¨®n ganar¨¢ el Mundial pese a Felip¨®n. Se da por seguro de que, tras conquistar el t¨ªtulo por quinta vez, alg¨²n presidente despistado cubrir¨¢ de oro y mirra al entrenador brasile?o y se lo llevar¨¢ a alg¨²n desierto, a distraerse al sol.
En v¨ªsperas del partido contra Alemania, el pa¨ªs respira expectativa y trata de anticipar renovadas maravillas nacidas de los pies de Ronaldo; de la bravura de Caf¨² y Roberto Carlos; de la serena precisi¨®n, aunque carente de brillo, de Gilberto Silva; del talento excepcional de Rivaldo y Ronaldinho. Adem¨¢s, est¨¢ Marcos: por primera vez desde Taffarel, hay en Brasil un arquero que conmueve a la gente. Claro que los alemanes tratar¨¢n de desafiar al destino. No importa. Brasil sabe que tiene a sus jugadores, algunos de primer¨ªsima l¨ªnea y chispa ¨²nica. Nadie, en este pa¨ªs, est¨¢ totalmente satisfecho con lo que ve, pero siente que ser¨¢ suficiente.
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