Risa l¨²gubre

Famoso, divertido y misterioso libro del conde polaco Jan Potocki (1761-1815), que lo escribi¨® en franc¨¦s, ambientado en Espa?a, donde se supon¨ªa que pod¨ªan ocurrir cosas sorprendentes en torno a la religi¨®n cat¨®lica y los disparates de sus protagonistas; se ha dicho que es 'goyesco', y bien pudo conocer el estilista polaco la obra del pintor aragon¨¦s: yo lo veo entroncado con la novela g¨®tica, pero con m¨¢s fuerza cr¨ªtica, m¨¢s defensa directa del racionalismo y de ataque a la religi¨®n. Y, pasado por las manos de Nieva y convertido en teatro, m¨¢s propio de nuestro inteligente autor y de sus tiempos; ni digo que ¨¦stos no lo sean como son tambi¨¦n los m¨ªos (creo que somos coet¨¢neos), pero me refiero a la ¨¦poca en que comenz¨® a deslumbrar con sus obras, cortas y largas, detenidas por la censura, y m¨¢s que por ella, por la dictadura empresarial.

Gritos de entusiasmo

Puede decirse que Nieva y teatro, negro o g¨®tico, o m¨¢gico, burl¨®n, sard¨®nico, imaginativo. No s¨¦ cu¨¢ndo escribi¨® este Manuscrito encontrado en Zaragoza, obra m¨¢s propia que del conde, pero s¨ª que tuvo el premio nacional de literatura dram¨¢tica hace m¨¢s de diez a?os: un premio que se concede al teatro publicado en libro.

Por eso muchas de las cosas que se ven en esta comedia recuerdan m¨¢s a aquel Francisco Nieva que a este teatro de ahora -menos mal- o tal novela. Un espectador grit¨®, al final de la representaci¨®n: '?Esto es teatro!', entre otros gritos de entusiasmo que se o¨ªan por la sala entre aplausos incesantes. Esto, sin duda, era teatro, aunque tenga fragmentos narrativos y relatos de cosas que no se ven entre las escenas directas y burlonas.

Era una representaci¨®n un poco especial, llamada 'preestreno', palabra imposible porque estrenar es representar por primera ante el p¨²blico: estreno no hay m¨¢s que uno, como pasa con la virginidad. Quiero decir que era un p¨²blico 'preinvitado', que ten¨ªa quiz¨¢ m¨¢s entusiasmo, por su privilegio y prioridad, que el del 'estreno' impropiamente dicho. Y que rend¨ªa a Nieva el homenaje que le debemos todos, o no se lo debemos porque lo pagamos con entusiasmo cada vez que se presenta ante nosotros.

Probablemente el espectador ten¨ªa raz¨®n, como la ten¨ªan todos los dem¨¢s que aplaudieron al largo reparto, y a los artistas de iluminaci¨®n y trajes, pero es teatro que no solamente repite, sino que cansa, que tiene menos 'inventos' que aqu¨¦l, pero que mantiene lo que m¨¢s vali¨® a nuestro autor, hasta llevarle a la Academia: el lenguaje, el di¨¢logo, los encuentros verbales, con esa mezcla de oscuridad y brillo intenso que sabe dar a algunas escenas.

Coronado as¨ª por el ¨¦xito en este estreno, que supongo refrendado por el de las autoridades e invitados al segundo estreno (no, no se puede decir; aunque realmente se puede decir todo) y deseo que se mantenga en las representaciones ordinarias, en las de cada d¨ªa. Lo merece.