Brasil generaliza el tratamiento contra el sida a un coste 10 veces menor que los pa¨ªses ricos
Las ONG reclaman que el modelo brasile?o se exporte al resto de las regiones pobres
Si existe un ejemplo que demuestra que es posible el tratamiento universal de los afectados por VIH incluso en los pa¨ªses m¨¢s pobres, ¨¦ste es sin duda el modelo implantado en Brasil. Este pa¨ªs produce gen¨¦ricos de antirretrovirales, lo que ha permitido garantizar el tratamiento a 115.000 afectados a un coste 10 veces inferior al que asumen los pa¨ªses desarrollados. Exportar este modelo al resto de las naciones pobres es el objetivo de las ONG, que ayer realizaron en la Conferencia del Sida una decena de acciones sorpresa contra los pabellones de varios Gobiernos y de la industria farmac¨¦utica.
'Brasil es un gran ejemplo en la lucha contra el sida', dijo ayer en la Conferencia del Sida de Barcelona Zackie Achmat, un l¨ªder activista surafricano que se niega a ser tratado mientras sus compatriotas afectados por la enfermedad no tengan acceso a los f¨¢rmacos.
En 1991, forzado por la implacable presi¨®n del movimiento social de Brasil, el Gobierno de este pa¨ªs decidi¨® saltarse el acuerdo de la Organizaci¨®n Mundial sobre el Comercio (OMC) sobre protecci¨®n de patentes -el denominado acuerdo TRIPS- por razones urgentes de salud p¨²blica y empez¨® a fabricar las versiones gen¨¦ricas de los f¨¢rmacos contra el sida. La decisi¨®n no gust¨® a EE UU, que denunci¨® a Brasil ante la OMC. La presi¨®n de la opini¨®n p¨²blica internacional y del potente entramado de organizaciones no gubernamentales del pa¨ªs lograron que Estados Unidos retirara su demanda.
En la actualidad, el Gobierno brasile?o distribuye gratuitamente una quincena de f¨¢rmacos antirretrovirales a los afectados por la enfermedad, ocho de los cuales son producidos en el propio pa¨ªs en su versi¨®n gen¨¦rica y el resto son comprados a laboratorios a precios reducidos gracias a acuerdos con las empresas.
Un total de 116.000 seropositivos o enfermos de sida reciben tratamiento en la actualidad en Brasil, en la mayor¨ªa de los casos con un coste de 1.000 euros por persona y a?o, lo que representa una d¨¦cima parte del coste de la terapia en los pa¨ªses desarrollados.
Seg¨²n las estimaciones de ONUSIDA, en Brasil unas 600.000 personas conviven con el VIH. Aunque el programa gubernamental para generalizar el acceso al tratamiento no alcanza al 100% de las personas que lo necesitan, los resultados de esta atrevida pol¨ªtica saltan a la vista: desde 1996, la tasa de mortalidad entre los enfermos de sida ha descendido un 50% y se han reducido un 80% los ingresos hospitalarios por sida en el sistema sanitario p¨²blico. Cada a?o que pasa, el Gobierno brasile?o gasta menos dinero en abordar el sida pese a que anualmente se incorporan al sistema sanitario p¨²blico unos 15.000 nuevos pacientes.
Acciones sorpresa
El convencimiento de que tratar el sida en todo el mundo es un reto asumible ha movilizado todav¨ªa m¨¢s a las ONG presentes en Barcelona. Mientras algunas presionan desde las salas de debate, otras pasan a la acci¨®n aprovechando la proyecci¨®n mundial del evento. Organizaciones como las internacionales Act Up y Health Gap efectuaron ayer una decena de acciones sorpresa en el pabell¨®n que ocupan los puestos de las multinacionales farmac¨¦uticas y las representaciones de los Gobiernos de los pa¨ªses ricos. Una veintena de activistas causaron destrozos de poca consideraci¨®n en los pabellones de la Comisi¨®n Europea, Estados Unidos, Canad¨¢, Espa?a y Alemania para denunciar la escasez de las contribuciones de estos pa¨ªses al Fondo Global contra el Sida. Varios puestos de los laboratorios farmac¨¦uticos tambi¨¦n sufrieron los ataques de los activistas, al igual que el del Gobierno catal¨¢n, en el que las ONG de la Red 2002 arrojaron 5.000 jeringuillas precintadas en protesta porque los internos de las prisiones catalanas no tienen acceso a los programas de intercambio de jeringuillas. Pese a la contundencia de las acciones, no se registraron actos violentos. El vicepresidente de la Conferencia del Sida, Shaun Mellors, afirm¨® comprender 'la rabia' de los activistas.
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