La partida de p¨®quer de Manolo Saiz

Un director deportivo est¨¢ para mentir y jugar al p¨®quer. Para aparentar frialdad cuando la caldera hierve y el volc¨¢n est¨¢ a punto de derramarse. Para valorar decenas de variantes y tomar decisiones equivocadas (algunas veces aciertan) y sin vuelta atr¨¢s en menos de un segundo. Para eso est¨¢n los 21 directores del Tour, pero m¨¢s que nadie el director del l¨ªder, ahora Manolo Saiz: hay decisiones y decisiones, y personas y personas; decisiones secundarias para asuntos secundarios que afectan a personajes secundarios. Pero lo que afecta al l¨ªder afecta al Tour, todo se mueve a su alrededor: las decisiones de su director marcan la carrera. Y ayer, que seg¨²n muchos fue el primer d¨ªa Tour, con nervios, tensi¨®n, arrancadas incesantes, ca¨ªdas peligrosas (medio Euskaltel y un tercio del iBanesto.com, Blanco entre ellos, se fueron al suelo a menos de 20 kil¨®metros) y los primeros abandonos (Steels, fundido, y Pinotti, que se cay¨® de cara, perdi¨® el conocimiento y se rompi¨® la nariz: el esc¨¢ner no revela lesiones cerebrales) en mitad de Normand¨ªa, adonde se lleg¨® muy r¨¢pido (m¨¢s de 46 kil¨®metros por hora de media) y con viento de cara, lo que decidi¨® Manolo Saiz, el director del a¨²n l¨ªder, Igor Gonz¨¢lez de Galdeano, marc¨® la jornada.

La etapa la gan¨® un sprinter estonio, el habitual Jaan Kirsipuu, que se recupera de una lesi¨®n. Como ha perdido velocidad pero no hambre de victoria, se meti¨® en una escapada que lleg¨® hasta Ru¨¢n, la tierra de Anquetil.

El d¨ªa de la contrarreloj por equipos fue el d¨ªa del director, el d¨ªa de las decisiones r¨¢pidas y decisivas. Algunas tendr¨¢n repercusiones. Bjarne Riis se equivoc¨® y Jalabert se enfad¨® porque, en el fragor del pinchazo de Sandstod, decidi¨® que el equipo parara a esperar y, 20 segundos despu¨¦s, rectific¨® y les mand¨® largarse. Resultado: el ONCE-Eroski les levant¨® la contrarreloj. Eusebio Unzue dudaba: hab¨ªa decidido no esperar a Bruseghin, que hab¨ªa roto el manillar, y luego se arrepinti¨® porque el italiano perdi¨® siete minutos, y el iBanesto.com, una baza t¨¢ctica importante para la monta?a, en teor¨ªa. Manolo Saiz acert¨® y gan¨® la contrarreloj cuando decidi¨® no esperar a Mikel Pradera, pinchado. Y todo ese cruce de decisiones, conjuntado con el estado de las piernas de los ciclistas, marca el Tour.

La toma de decisiones es un asunto tan importante en la profesi¨®n de director, que el viejo Ferretti, 28 a?os de experiencia, ahora en el Fassa Bortolo, examina peri¨®dicamente a todos sus segundos, normalmente j¨®venes ex ciclistas que quieren dedicarse al oficio en el futuro. Los coloca en el asiento de copiloto y en mitad de una etapa les plantea problemas del tipo 'si tres corredores van en fuga y uno de ellos est¨¢ a cuatro minutos del l¨ªder, y, por otra parte, en el pelot¨®n viaja un sprinter a 5s del l¨ªder y que, con las bonificaciones puede colocarse primero, ?cu¨¢nto tiempo puede dejar el equipo del l¨ªder que tome de ventaja la fuga para seguir manteniendo el maillot amarillo?' (Respuesta, seg¨²n Ferretti: entre siete y ocho minutos. Explicaci¨®n: si les deja m¨¢s tiempo, puede que el equipo del sprinter no entre a tirar porque no ve posibilidades de echar la fuga abajo; si les deja menos, la fuga caer¨¢ con toda seguridad, con lo que lo m¨¢s probable es una llegada al sprint y un triunfo bonificado del enemigo, adi¨®s maillot. Si les deja los siete minutos de la respuesta acertada, el equipo del l¨ªder entra a tirar suavemente y mantiene la diferencia durante bastantes kil¨®metros, hasta que cede la responsabilidad a los sprinters, que le quitar¨¢n el trabajo y, probablemente, llegar¨¢n tarde).

Manolo Saiz habr¨ªa aprobado el examen de Ferretti: su necesidad es mantener el liderato sin m¨¢s gasto que el que har¨ªa no teni¨¦ndolo. Fue un d¨ªa loco de fugas y Saiz no anduvo escaso de decisiones. Tirar, no tirar, invitar a los no representados en la fuga. Finalmente dej¨® respirar a un quinteto. El Telekom entr¨® tarde y la fuga lleg¨®. Igor mantiene el amarillo y el ONCE no trabaj¨® m¨¢s que de costumbre.