El sue?o amarillo de Igor Gonz¨¢lez
El ONCE-Eroski gana la contrarreloj por equipos y el ciclista vitoriano alcanza el liderato
Oca?a, Delgado, Indurain y ahora, siete a?os despu¨¦s del gigante navarro, Igor Gonz¨¢lez de Galdeano. El Tour, por fin, tiene a otro espa?ol de amarillo, y si esto fuera cuesti¨®n de estad¨ªstica, o de tendencias, no habr¨ªa duda de que la victoria le espera en Par¨ªs dentro de dos semanas al ciclista vitoriano, de 28 a?os. Pero la estad¨ªstica del ciclismo, la historia, se escribe a posteriori. El ciclismo se escribe d¨ªa a d¨ªa, cotidianamente, con hechos, t¨¢cticas, fuerzas, t¨¦cnica e inteligencia, con las armas que utiliz¨® ayer el equipo ONCE-Eroski para imponerse en la contrarreloj por equipos y colocar al peque?o de los Galdeano de l¨ªder del Tour. Fue una victoria que tiene m¨¢s de simb¨®lica que de realmente significativa (la distancia con el US Postal de Armstrong, la referencia, se qued¨® en 16 segundos, inferior a la de 2000, cuando Saiz coloc¨® a Jalabert de l¨ªder, 46s, e inferior, incluso, a la de 2001, 23s: ambos Tours los gan¨®, finalmente, Armstrong), pero como dijo el feliz Igor, el hombre que no se bajaba de su nube, '?menudo s¨ªmbolo!'.
El ONCE-Eroski comenz¨® esprintando la contrarreloj por equipos (67,5 kil¨®metros a lo largo del valle del Marne, encima de Par¨ªs, con alg¨²n duro repecho por el centro y viento de cara al principio y al final), continu¨® acelerando y la termin¨® al 120%, como mandan los c¨¢nones de una especialidad por la que su director tiene una especial predilecci¨®n. Manteniendo un ritmo sostenido de alto nivel, relevos de 20 segundos, corredores uno tras otro, en fila india, en este orden: Olano, el experto, el veterano acostumbrado a abrir la pista; Beloki, el segundo l¨ªder, el escalador que se acopla a la contrarreloj; ?lvaro Gonz¨¢lez de Galdeano, el hermano, el especialista puro desde amateur; Serrano, el otro escalador metido a cronoman; Azevedo, el portugu¨¦s duro como una roca que vale para todo; Pradera, corredor enorme, tama?o armario de dos cuerpos, y as¨ª de fuerte; Igor Galdeano, el l¨ªder; Nozal, devorador de kil¨®metros con el carro a cuestas, y Jacksche, el gran clase alem¨¢n, siempre sonriente. Relevos fluidos por la izquierda, que por la derecha entraba el viento de vez en cuando, ritmo constante, sin altibajos, fluidez, los nueve del ONCE-Eroski convirtieron el puro ejercicio f¨ªsico en un arte. 50 por hora constantes entre campos y peque?os pueblos.
Desde el coche, Saiz, un meg¨¢fono grande para las grandes broncas, un micr¨®fono peque?o para los consejos, los ¨¢nimos, los detalles t¨¦cnicos, para que les entraran por los auriculares, manten¨ªa un ojo en la carretera y otro en la minipantalla televisiva de su salpicadero; los o¨ªdos, igual, uno para sus corredores, el otro para las referencias de radio Tour.
La preocupaci¨®n no le llegaba de los americanos de Armstrong, que estaban cerca pero controlados, sino que le llegaba del fr¨ªo, del norte dan¨¦s, de las tropas de Laurent Jalabert dirigidas por Bjarne Riis. Si el ONCE-Eroski sali¨® disparado, el CSC parti¨® como si aquello fuera un pr¨®logo y no una prueba de resistencia. Un cohete. Una botella de champa?a bien agitada antes de abrirse. Jalabert ten¨ªa prisa, el franc¨¦s que se declara libre desde que se fue del ONCE, ten¨ªa una peque?a cuenta pendiente con la prueba y con su ex equipo.
Hace dos a?os, cuando la anterior victoria de las huestes de Saiz en la contrarreloj por equipos, Jalabert acab¨® la jornada de l¨ªder, pero dos d¨ªas despu¨¦s, su director no quiso defenderlo ante una escapada (Jalabert se fue del equipo meses despu¨¦s). Sali¨® decidido y en las dos primeras referencias el tiempo le dio la raz¨®n a su t¨¢ctica. Pero en la ¨²ltima, mediando un pinchazo de su locomotora Sandstod (a la que decidieron, quiz¨¢s equivocadamente, esperar), la raz¨®n se la llev¨® la regularidad brillante del ONCE-Eroski. Los sue?os de Jalabert, quiz¨¢s su ¨²ltima oportunidad de vestir de amarillo, se desvanecieron en 20 kil¨®metros, en el tramo en el que su equipo pas¨® de dominar la prueba con 6s sobre el ONCE, a ser terceros, a 53s, y eso que por entonces el ONCE ya iba con ocho, por pinchazo de Pradera, a quien dejaron atr¨¢s. Saiz acab¨® af¨®nico, de tanto gritar, bizco, de tanto torcer los ojos, y con sonido est¨¦reo en las orejas. Pero acab¨® victorioso y feliz.
Tambi¨¦n acabaron contentos, pero a otro nivel, claro, los del iBanesto.com, que afrontaron con aprensi¨®n la prueba y la terminaron euf¨®ricos pese a que en el transcurso rompieran tres manillares. Los planes del equipo con el que Mancebo, silencioso, se prepara para el gran salto, hablaban de una p¨¦rdida ideal de dos minutos (el a?o pasado perdieron 3.40m. Se quedaron en 1.56m, pero iban a m¨¢s, y eso que uno de sus buenos caballos, Bruseghin, fue de los que se qued¨® sin manillar. Se le rompi¨® a 20 kil¨®metros, cuando mejor andaba su equipo. Los del Kelme acabaron m¨¢s tristes. Se diluyeron a lo largo de los kil¨®metros. Perdieron finalmente 2.19m con respecto al ONCE-Eroski, quiz¨¢s excesivo, m¨¢s de lo que se podr¨ªan permitir Botero y Sevilla.
Los ¨²ltimos espa?oles que se vistieron de amarillo ganaron el Tour, pero, probablemente, el amarillo del feliz Igor sea m¨¢s fugaz. Manolo Saiz, que tiene un pensamiento global, est¨¢ obsesionado con que su equipo no trabaje, con que ahorre fuerzas de cara a la monta?a. Por eso, a menos que colaboren los equipos de sprinters, dejar¨¢ que las escapadas secundarias tengan ¨¦xito.
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