El Baltic Center nace en el norte de Inglaterra como una factor¨ªa de arte atractiva y arriesgada
El nuevo centro quiere emular la regeneraci¨®n urbana provocada por el Guggenheim en Bilbao
En una era de manifestaciones rotundas, que inici¨® Bilbao con el museo Guggenheim y sigui¨® Londres con su Tate Modern, la regi¨®n del norte de Inglaterra apuesta por una alternativa arriesgada pero atractiva para artistas y audiencias. Su centro de arte contempor¨¢neo Baltic, que se inaugur¨® el s¨¢bado, nace sin la carga de una colecci¨®n, propia o heredada, y con el objetivo de crear una 'factor¨ªa de arte' abierta a las nuevas tendencias art¨ªsticas. El proyecto forma parte de un ambicioso plan de regeneraci¨®n del r¨ªo Tyne, que une las ciudades de New Castle y Gateshead.
New Castle y Gateshead comparten con Bilbao un rico pasado industrial cuya herencia se ha acomodado a los tiempos modernos. Unidas por un r¨ªo que anta?o les separaba, ambas urbes cuentan con un plan de inversi¨®n de 250 millones de libras (unos 390 millones de euros) para regenerar la empobrecida margen sur y convertir el noreste de Inglaterra en un reclamo cultural, art¨ªstico y tur¨ªstico.
El Puente Gateshead del Milenio, una delicada estructura de ingenier¨ªa que se eleva y, si es necesario, se abre sobre las aguas, fue la primera manifestaci¨®n del esfuerzo por recuperar el prestigio perdido en esta era posindustrial. Los proyectos urban¨ªsticos incluyen -adem¨¢s de este centro de arte contempor¨¢neo Baltic, que se inaugur¨® al p¨²blico el s¨¢bado con cinco montajes de artistas brit¨¢nicos y extranjeros, el catal¨¢n Jaume Plensa, entre ellos- un auditorio en construcci¨®n, con dise?o de Norman Foster, y varias exposiciones.
Al igual que la Tate Modern, el Baltic aprovecha la herencia arquitect¨®nica industrial de la zona. Se asienta dentro de la cubierta de ladrillo de un gigantesco silo (la ¨²nica construcci¨®n que sobrevivi¨® al cierre, en 1982) de una f¨¢brica de harinas y almac¨¦n de grano. Con el edificio en ruinas el arquitecto del proyecto, Dominic Williams, vaci¨® el interior y remodel¨® la estructura exterior para dejar entrar la luz y ganar panor¨¢micas excelentes del r¨ªo y las urbes.
Repartidas en cinco alturas, las galer¨ªas ocupan 3.000 metros cuadrados de superficie, donde se exhiben los montajes de la exposici¨®n colectiva inaugural. Del techo de una sala kilom¨¦trica, Jaume Plensa ha suspendido nueve parejas de escudos circulares que el p¨²blico hace sonar y revivir. Son sus gongs, que ha presentado con anterioridad en grupos peque?os en el Palacio de Vel¨¢zquez de Madrid y otras instituciones del extranjero y que ha reunido ahora para crear un paisaje cargado, explica, 'de vibraciones que se expanden y llenan el espacio de una forma energ¨¦tica'.
El artista catal¨¢n se ha elevado en mascota del Baltic y dos obras suyas, un luminoso y una serie de bancos, se exhibir¨¢n permanentemente en el centro. Son, de momento, las ¨²nicas propiedades de una instituci¨®n sin colecci¨®n propia. Es una de las curiosidades de este centro, al que su director, el sueco Sune Nordgren, llama 'factor¨ªa de arte'.
El centro Baltic, que cuenta con un presupuesto anual de 23 millones de euros hasta 2007, es una f¨¢brica con dos l¨ªneas de producci¨®n. Por una parte, las exposiciones temporales donde tendr¨¢n cabida los pioneros de nuevas tendencias y creadores asentados. La inaugural, titulada B.Open, un simple juego de palabras que puede interpretarse como 'estamos abiertos', muestra el potencial del edificio o, seg¨²n su director, 'la simbiosis entre arquitectura y arte'.
Por otra parte, al margen de las galer¨ªas, se han habilitado tres estudios para artistas residentes que trabajar¨¢n bien a puerta cerrada o de cara al p¨²blico. Entre los medios t¨¦cnicos a su disposici¨®n se han construido talleres y un laboratorio digital donde explorar las nuevas tecnolog¨ªas.
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