Del fuego a la pavesa

Diego el Cigala se lo tom¨® con calma. Hora y media para ¨¦l, cuando no era ¨²nico, es un desafuero. Es cantaor con ac¨¦rrimos seguidores en Madrid, que le gritaron: '?Monstruo, que eres un monstruo!... ?A ver si prendes fuego!...'. Pero no fue una noche particularmente inspirada del cantaor, que cuando quiere, y puede, s¨ª sabe transmitir emoci¨®n. En el Real no s¨¦ si quiso, pero no pudo. Quiz¨¢ le venciera el escenario, pero muchos de los temas los hizo a medio gas. Tambi¨¦n cay¨® en esa nefasta costumbre de no rematar los cantes, en lo que supone su grave mutilaci¨®n. S¨®lo al final, El Cigala fue encontrando el punto de su mejor cante, pero estaba ya en las buler¨ªas y los fandangos, y ah¨ª se acab¨® todo. As¨ª que del fuego, nada. Y eso que tuvo a un guitarrista, Ni?o Josele, que con humildad y discreci¨®n le acompa?¨® de maravilla.

El fuego lo puso, s¨ª, Manuela Carrasco. Sali¨®, hizo tres desplantes rabiosos arropada por el cante, la percusi¨®n y los zapatazos de todos sus acompa?antes, y la gente enloqueci¨®. Toda la parafernalia del baile gitano de raza, Carrasco y los suyos la manejan como nadie. Buler¨ªas romanceadas y sole¨¢, dos g¨¦neros en los que no falla nunca, y que llegan al p¨²blico con una formidable carga de arrebato. Entre ambos, el baile por alegr¨ªas de Rafael de Carmen, el cupl¨¦ que canta y baila la hija de Manuela y la espectacular patada de Bobote.