Dos mil¨¦simas de frustraci¨®n
El franc¨¦s Baala arrebata a Est¨¦vez el oro en un 1.500 con una llegada apretad¨ªsima hasta para la 'foto-finish'
La menor de las diferencias se convirti¨® en la mayor de las frustraciones para Reyes Est¨¦vez, segundo en el 1.500 por dos mil¨¦simas de segundo, una minucia infinitesimal que fue revisada una y otra vez por los jueces ante la imposibilidad de concretar el vencedor con la foto-finish. El veredicto se demor¨® varios minutos en medio de un silencio espeso. En el marcador figuraba el mismo tiempo, 3m 45,25s, para el espa?ol y el franc¨¦s Mehdi Baala. Ambos pasearon las banderas por la pista y hasta se pens¨® en una doble medalla de oro, algo de lo que apenas hay precedentes. Alguien hablaba de un primer puesto compartido por el escoc¨¦s Allan Wells y el ingl¨¦s Mike McFarland en los 200 metros de unos Juegos de la Commonwealth. Pero la decisi¨®n se remiti¨® a otra que tambi¨¦n tuvo lugar en M¨²nich hace 30 a?os y por dos mil¨¦simas. Fue la c¨¦lebre victoria del estadounidense David Wot-tle sobre el ruso Eugeni Arz¨¢nov en la final ol¨ªmpica de los 800 metros. Como entonces, hubo largas deliberaciones y la sensaci¨®n de que no era posible deshacer el nudo de la foto. Sin embargo, hubo un ganador entonces y lo hubo ayer: Baala.
Est¨¦vez no pudo ocultar su decepci¨®n. Esta vez hab¨ªa asumido su condici¨®n de favorito. No era el hombre permeable a las excusas de los ¨²ltimos a?os, el atleta sin la voluntad para situarse a la altura de su fenomenal talento. Posiblemente est¨¢ a¨²n lejos de exprimirse, pero en estos campeonatos ha recuperado el cr¨¦dito perdido desde su tercer puesto en los Mundiales de 1999. El tiempo dir¨¢ si el regreso es aned¨®tico o si Est¨¦vez vuelve al primer plano para quedarse. En cualquier caso, parece m¨¢s maduro y menos distra¨ªdo. Por ah¨ª se empieza. Con 26 a?os, est¨¢ en una situaci¨®n perfecta para disfrutar del mediofondo.
En las v¨ªsperas, Est¨¦vez hab¨ªa asegurado que la final se decidir¨ªa por corta cabeza, al sprint, con alguien nervioso a falta de 300 metros y el ataque en los ¨²ltimos 250. No se equivoc¨® ni un mil¨ªmetro. Antes de que todo eso sucediera como en el gui¨®n previsto, la carrera fue desesperadamente lenta, al trote. Los parciales fueron significativos: 1m 3,52s en el 400 y 2m 10,49s en el 800. Todos especularon: Est¨¦vez y Jos¨¦ Antonio Redolat taponaban la carrera. Uno, porque confiaba en su poder¨ªo final; otro, porque no quer¨ªa guerra. Lejos del estado f¨ªsico de los dos ¨²ltimos a?os, Redolat no est¨¢ para grandes cosas. Cuando se desataron las hostilidades, perdi¨® el hilo.
Sobre la estrategia de Est¨¦vez cabe alguna duda. Parece demasiado arriesgado convertir el 1.500 en una carrera de 300 porque se ofrecen oportunidades a todos. Quiz¨¢ le hubiera convenido un poco m¨¢s de dureza, al menos si era el m¨¢s fuerte como parec¨ªa. De lo contrario, se obligaba a un final muy nervioso. Pero Est¨¦vez sigui¨® punto por punto su plan. Y nadie se decidi¨® a cuestionarlo. Baala y Rui Silva le vigilaban por detr¨¢s sin arriesgarse a dar el salto. A todos les pod¨ªa su alma conservadora.
El ¨²nico movimiento significativo se produjo en el 1.200 y fue protagonizado por alguien inesperado. Desde atr¨¢s sali¨® el italiano Perrone. Era el hombre nervioso del que hablaba Est¨¦vez. Su ataque no fue suficientemente intenso para descolgar a los favoritos, pero todo cambi¨®. Est¨¦vez fue a por ¨¦l, lo mismo que Baala. El espa?ol apur¨® un poco m¨¢s y se puso en cabeza antes de la curva. Desde all¨ª todo fue un mano a mano con Baala, que le sigui¨® como un replicante. Si a la carrera le hab¨ªa faltado dramatismo y belleza, la ¨²ltima recta fue imponente de emoci¨®n. Crispado, Est¨¦vez no cedi¨® ni un instante ante el arre¨®n de Baala, que recortaba la diferencia de forma tan imperceptible que no hab¨ªa manera de adivinar el vencedor ni en la parrilla ni en la l¨ªnea. Los dos se tiraron para cazar la victoria. Pero ni as¨ª hubo manera: no hubo ojo capaz de distinguir al vencedor. Tuvo que entrar la foto a dictar veredicto. Dos mil¨¦simas.
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