Un a?o despu¨¦s y en el futuro
Despu¨¦s de agosto de 1914, el futuro de Europa y del mundo cambi¨® irreversiblemente. Antes, se pod¨ªa imaginar razonablemente que la civilizaci¨®n estaba avanzando m¨¢s all¨¢ de las grandes guerras. Despu¨¦s de 1914-1918, a nadie medianamente perspicaz pudo sorprenderle mucho que un Adolf Hitler provocara una sangrienta lucha que casi destruy¨® el capitalismo democr¨¢tico y la sociedad civilizada 'mixta'.
Los atentados del 11-S contra las Torres Gemelas del World Trade Center y el Pent¨¢gono de Washington marcaron una bifurcaci¨®n similar en la carretera entre el pasado y el futuro. En los 12 meses transcurridos desde entonces no se ha producido una repetici¨®n comparable de esos actos de terrorismo.
El animal humano comparte con el avestruz una tendencia a olvidar amenazas desagradables que pronto pertenecen al pasado. Pero lo que diferencia a nuestra especie avanzada de las dem¨¢s variedades de especies darwinianas es nuestra capacidad para recordar y a veces enfrentarnos a los nuevos hechos.
Las rentas reales que se podr¨¢n ganar en los pr¨®ximos a?os de este nuevo siglo son definitivamente menores. Las naciones de todo el mundo est¨¢n empezando a darse cuenta de los enormes recursos que tendr¨¢n que ser desviados de la producci¨®n de las cosas buenas que prolongan la alta calidad de vida y que de ahora en adelante habr¨¢ que dedicar a protegernos contra los actos destructivos que originan peque?os n¨²meros de grupos disidentes cuya capacidad para infligir da?os ha sido enormemente ampliada por el avance de la tecnolog¨ªa moderna. La ciencia da, s¨ª, pero, desgraciadamente, la ciencia tambi¨¦n puede quitar.
En los viejos tiempos, un d¨¦spota iraqu¨ª, al igual que los piratas del siglo XVIII de la costa de Berberia, pod¨ªa matar o mutilar a unas cuantas docenas de viajeros de paso. Pronto, un peque?o pa¨ªs que tenga acceso a almacenes nucleares y armas biol¨®gicas ser¨¢ capaz de llevar el da?o a las puertas de un mill¨®n de personas en otro continente.
?sta es la dura realidad. La econom¨ªa, que pensaba que hab¨ªa superado la reputaci¨®n de ser la 'ciencia deprimente', ahora debe enfrentarse a las nuevas alternativas adversas.
Las regiones avanzadas -Europa, las Am¨¦ricas y las nuevas econom¨ªas asi¨¢ticas que irrumpen con fuerza- tienen un super¨¢vit de potencial productivo. Si s¨®lo fuera cuesti¨®n de dedicar el 10% del PIB de los pr¨®ximos a?os a restaurar el statu quo anterior al 11-S, pagar¨ªamos nuestra cuota. Pero eso no est¨¢ en el men¨² de lo factible. Seg¨²n la leyenda, cada vez que se cortaban las cabezas de 10 dragones, crec¨ªan 100 nuevas cabezas. La organizaci¨®n de Osama Bin Laden todav¨ªa no ha sido contenida de forma permanente. Pero cuando se consiga, si es que se consigue, seguir¨¢ siendo tristemente cierto que otros grupos peque?os tienen la capacidad de hacer un da?o jam¨¢s so?ado en los anales de la historia humana.
Parad¨®jicamente, algunos de los legados involuntarios del terrorismo reciente pueden ser de ayuda para el bienestar a corto plazo. El avance de Hitler hacia la guerra, que empez¨® cuando el desempleo masivo plagaba Alemania, puso fin a la gran depresi¨®n de ese pa¨ªs. Y lo que finalmente acab¨® con la Gran Depresi¨®n estadounidense fue nuestra movilizaci¨®n plena para derrotar a Adolf Hitler y ganar la II Guerra Mundial.
En la actualidad, todos las miradas est¨¢n puestas en la burbuja pinchada de Wall Street y la posible amenaza que esto crea de una recesi¨®n de doble inclinaci¨®n que, como la plaga bub¨®nica, se extender¨ªa mucho m¨¢s all¨¢ de las costas de Estados Unidos. A estas alturas de la historia de la Reserva Federal, en la que los 11 recortes de los tipos de inter¨¦s realizados por el presidente Alan Greenspan nos han dejado con un tipo de inter¨¦s bajo del 1,75%, ya se ha usado parte del potencial de la pol¨ªtica monetaria para combatir la futura recesi¨®n.
'No hay de qu¨¦ preocuparse', pueden decir ahora muchos expertos. Para hacer m¨¢s cre¨ªble el ruido de sables, el presidente George Bush tendr¨¢ que reforzar el gasto militar, ofensivo y defensivo. Eso cambia en cierto modo las probabilidades de que a corto plazo se produzca en Estados Unidos un grado maligno de recesi¨®n. Si con ello se corta la hemorragia de las p¨¦rdidas empresariales en Nueva York, pueden estar seguros de que Tokio, Londres y otras bolsas del mundo reaccionar¨¢n a la par con cualquier estabilizaci¨®n en Wall Street.
Un especialista en econom¨ªa y finanzas no puede pretender adivinar si el equipo de Bush bombardear¨¢ realmente Irak. Si lo hace, probablemente tendr¨¢ que ser una operaci¨®n de bricolaje estadounidense. Eso difiere de la Guerra del Golfo de 1991 contra Irak, que fue un esfuerzo internacional ampliamente compartido cuya carga financiera cay¨® m¨¢s en el resto del mundo que en el bolsillo de Estados Unidos.
Esta vez, con la ONU fuera del cuadro y la OTAN en el banquillo, el T¨ªo Sam pagar¨¢ la cuenta. Adem¨¢s, con toda probabilidad, un Oriente Pr¨®ximo poco comprensivo se apresurar¨¢ a aumentar los precios del petr¨®leo de la OPEP hasta alturas astron¨®micas. Esta crisis de la oferta reactivar¨¢ los temores de inflaci¨®n y, mir¨¢ndolo bien, tender¨¢ a contrarrestar los est¨ªmulos fiscales macroecon¨®micos.
Por ¨¦sta y otras razones, tendr¨ªa que advertir en contra de adoptar el c¨ªnico punto de vista estadounidense de que para reforzar la hundida popularidad del presidente Bush provocada por su tolerancia con gobiernos empresariales poco ¨¦ticos, la Casa Blanca se incline por el bando de los halcones e invada Irak.
Las guerras son populares cuando empiezan. Miembros de cualquier clan se unen en lo que aparenta ser defensa propia. Pero pronto la siniestra realidad de la guerra desgasta a la poblaci¨®n, especialmente a la de la naci¨®n que va a ser derrotada. Pero incluso los l¨ªderes de naciones victoriosas pueden tener que enfrentarse a la ingratitud del electorado. Winston Churchill perdi¨® el cargo poco despu¨¦s de su heroico papel en la derrota de Hitler. El presidente Woodrow Wilson, en la v¨ªspera del triunfo de EE UU que marc¨® el fin de la I Guerra Mundial, se vio abrumado por el aislamiento republicano.
Ser¨ªa una l¨¢stima que, adem¨¢s de la destrucci¨®n de propiedades y vidas impuesta por los terroristas, hubiera un efecto colateral contra las libertades civiles y el civismo en los antagonismos populistas democr¨¢ticos.
? 2002, Los Angeles Times Syndicate International, una divisi¨®n de Tribune Media Services.
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