Sadam Husein vac¨ªa las c¨¢rceles de Irak
Los observadores extranjeros en Bagdad dudan de que la medida afecte a los presos pol¨ªticos
Sadam Husein premi¨® ayer a los iraqu¨ªes por su respaldo un¨¢nime en el plebiscito de hace una semana. Tras cinco d¨ªas de celebraciones, el presidente de Irak anunci¨® 'una amnist¨ªa total y completa para todos los que han cometido cr¨ªmenes materiales o morales, tanto si est¨¢n en prisi¨®n como si han huido fuera del pa¨ªs, incluidos los desertores, los acusados de delitos pol¨ªticos u otros'. Su aplicaci¨®n inmediata llen¨® los alrededores de las c¨¢rceles de gente en espera de sus familiares y convirti¨® Bagdad en una gran fiesta.
'No cabe duda de que se trata de una medida populista destinada a preparar a la poblaci¨®n ante la posibilidad de una nueva guerra', asegura un analista pol¨ªtico, convencido de que el r¨¦gimen trata de ganarse a la poblaci¨®n. El decreto presidencial, le¨ªdo por el ministro de Informaci¨®n, Mohamed Said al Saaf, no especificaba cu¨¢ntos iraqu¨ªes van a beneficiarse de la decisi¨®n. Ni fuentes oficiales ni observadores extranjeros eran capaces ayer de ofrecer una estimaci¨®n.
'Las calles est¨¢n vac¨ªas porque todos se han ido a esperar a sus familiares a las c¨¢rceles', dec¨ªa con humor iraqu¨ª un taxista dando a entender que hab¨ªa muchos presos. As¨ª lo parec¨ªa en la c¨¢rcel de Abu Gharib, a 35 kil¨®metros de Bagdad, a juzgar por las im¨¢genes de la televisi¨®n local. Aunque no es la primera vez que el Gobierno decreta amnist¨ªas, fuentes oficiales insistieron en que es 'la m¨¢s amplia de la historia de Irak'.
'Adem¨¢s de a los encarcelados, [el perd¨®n alcanza a los] detenidos y fugitivos por motivos pol¨ªticos y todos los delitos comunes, incluidos los sentenciados a muerte y los que podr¨ªan ser castigados a ella, dentro y fuera de Irak', aseguraba el mensaje. Sin embargo, varios diplom¨¢ticos occidentales coincidieron en dudar de la globalidad de la medida.
'A los pol¨ªticos, ni de casualidad les van a dejar fuera', manifest¨® a este diario un observador, que estim¨® en 'un millar' el n¨²mero de disidentes encarcelados. La misma fuente admiti¨® que 'poner en la calle a 10.000 o 20.000 presos de golpe va a aumentar sin duda el nivel de delincuencia', que se hab¨ªa reducido en los ¨²ltimos a?os. 'Los robos y los timos son habituales, pero hay que entender la situaci¨®n en que se encuentra este pa¨ªs', precisaba el interlocutor.
En la calle, donde las palabras del presidente se tomaron en sentido literal, la gente se lanz¨® a celebrarlo a base de bocinazos y disparos al aire. Los familiares de los presos se amontonaban a las puertas de las c¨¢rceles, convencidos de que las celdas 'van a quedar blancas', seg¨²n una expresi¨®n iraqu¨ª para indicar que se vaciar¨ªan.
Una fanfarria de tambores y trompetas recibi¨® a los liberados en la comisar¨ªa situada frente a la oficina de pasaportes. Bajo la fachada del centro policial se esconde uno de los m¨¢s ominosos centros de detenci¨®n de los servicios secretos. Pero entre los dos centenares de personas presentes, ninguna dijo esperar a un preso pol¨ªtico. El estigma es demasiado grande.
'Gracias a nuestro presidente todos los iraqu¨ªes somos felices', declar¨® a esta enviada Shir¨ªn, una kurda de 50 a?os, mientras esperaba a su marido, Ibrahim Jalil Ibrahim, de 52 a?os, detenido hace dos meses y medio. Ibrahim a¨²n no hab¨ªa sido condenado y se hallaba a la espera de juicio 'por un problema de trabajo', probablemente una estafa, pero Shir¨ªn no sabe o no quiere colaborar m¨¢s.
'No necesito a mi marido, me basta con Sadam; ¨¦l es nuestro padre y protector', gritaba en voz alta como si eso fuera a acelerar la salida de su esposo. 'Soy kurda pero digo s¨ª a Sadam Husein', insist¨ªa usando el kurdo en vez del ¨¢rabe. 'D¨ªgale al se?or Bush que los iraqu¨ªes estamos todos con Sadam', concluy¨® antes de abrazar a su marido y perderse ente la multitud.
'Es una medida positiva porque en los ¨²ltimos dos a?os ha habido muchos problemas, en especial con los desertores del servicio militar y las acusaciones de los organismos de derechos humanos', declaraba por su parte un hombre de negocios iraqu¨ª preocupado por la imagen de su pa¨ªs en el exterior.
Algunos casos resultaban especialmente llamativos. Y., de 28 a?os, estaba condenado a cinco de c¨¢rcel por haber dado un par de cheques sin fondos. 'Contaba con un pago que nunca le llegaron a hacer', explica un familiar a quien la dureza de la pena le parece excesiva habida cuenta de las dificultades econ¨®micas que atraviesa el pa¨ªs. Sus padres, que residen a 250 kil¨®metros de Bagdad, no le han visto desde que fue encarcelado en Abu Gharib hace seis meses y anoche esperaban ansiosos su vuelta a casa.
'Hay gente que s¨ª que merece estar en la c¨¢rcel', manifestaba, sin embargo, un iraqu¨ª, convencido de la peligrosidad de algunos detenidos. De momento, s¨®lo aquellos con delitos de sangre van a tener que esperar. Su liberaci¨®n depende de que les perdonen las familias de las v¨ªctimas, de acuerdo con la tradici¨®n tribal.
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