Las pr¨¢cticas de buen gobierno corporativo
Enron, WorldCom y el resto de los esc¨¢ndalos de la Am¨¦rica Corporativa (atenci¨®n al ¨²ltimo, el de Citigroup) exacerbaron las preocupaciones por la limpieza de las pr¨¢cticas empresariales. Pero el movimiento a favor de un buen gobierno de las compa?¨ªas cotizadas en Bolsa es muy anterior. Seg¨²n ha explicado el catedr¨¢tico Vicente Salas Fum¨¢s, uno de los mejores expertos en estos asuntos, desde hace 10 a?os las empresas de pa¨ªses desarrollados articulan las iniciativas para resolver con eficacia conflictos de inter¨¦s entre part¨ªcipes a trav¨¦s de lo que se han denominado pr¨¢cticas de buen gobierno corporativo.
Durante los ochenta, cuando las empresas anglosajonas pierden posiciones competitivas en los mercados a favor de sus rivales japoneses y alemanes, se inicia en esos pa¨ªses "perdedores" un debate buscando posibles explicaciones. Son los tiempos de dos modelos de capitalismo: el anglosaj¨®n y el renano. Una de las interpretaciones m¨¢s convincentes es que los equipos de direcci¨®n de las empresas en EE UU y Gran Breta?a no orientan sus estrategias hacia el objetivo de hacer m¨¢xima la riqueza de los accionistas; los instrumentos de control que deben asegurar una alineaci¨®n de intereses entre accionistas y directivos no act¨²an adecuadamente y es preciso cambiarlos.
As¨ª naci¨® el corporate gobernance y la necesidad -urgencia a partir de diciembre de 2001, con el caso Enron- de establecer auditor¨ªas sobre el buen gobierno de las empresas (de las siete grandes sociedades quebradas en los ¨²ltimos meses en EE UU, cinco de ellas contaban con auditor¨ªas sin salvedad alguna). Se multiplican los c¨®digos del buen gobierno. A principios de los noventa aparece el Informe Cadbury, en Gran Breta?a, que sirve de salida para otros muchos, entre ellos el espa?ol Informe Olivencia, de 1997, un conjunto de recomendaciones aplicadas con desigual fortuna y que remite a las obligaciones de los consejos de administraci¨®n y de cada uno de los consejeros dominicales (representantes del capital), ejecutivos (asalariados de la empresa) e independientes.
En los ¨²ltimos meses, los esfuerzos de las autoridades reguladoras de EE UU por restablecer la confianza en el sector burs¨¢til (actualmente la credibilidad de la clase pol¨ªtica es superior a la de la clase empresarial) se trasladan a Europa y a nuestro pa¨ªs. No hay instituci¨®n que no haya presentado sus ideas, o las est¨¦ estudiando, sobre el gobierno de las empresas: Instituto de Estudios Econ¨®micos, C¨ªrculo de Empresarios, Fundaci¨®n de Estudios Financieros, etc¨¦tera. En septiembre de 2002, el Ministerio de Econom¨ªa cre¨® la Comisi¨®n Aldama para que emitiese un informe cuyas conclusiones ser¨¢n obligatorias. Este informe deber¨ªa presentarse antes de que acabase el a?o. Dos meses despu¨¦s de la creaci¨®n de la Comisi¨®n Aldama se han conocido las conclusiones del Informe Winter, encargado por la Comisi¨®n Europea. Los expertos europeos, presididos por el profesor Jaap Winter, han desarrollado una serie de recetas sobre el buen gobierno de las empresas, que habr¨¢n de ser estudiadas por Aldama y sus hombres para intentar que no haya contradicciones entre ambas. Entre ellas destacan las siguientes: potenciaci¨®n del papel de los consejeros independientes (se ha comenzado a desarrollar una verdadera industria de independientes, con dos lobbies trabajando incesantemente: los de los catedr¨¢ticos de Universidad y los de los head hunter, que buscan, previo pago, a esos independientes como Di¨®genes con su l¨¢mpara); endurecer el r¨¦gimen de responsabilidad de los consejeros y directivos de las empresas; la remuneraci¨®n del consejo de administraci¨®n; la informaci¨®n que las sociedades facilitan, o la participaci¨®n de los accionistas en la toma de las decisiones de las compa?¨ªas.
El debate no ha hecho m¨¢s que empezar, con un primer punto del orden del d¨ªa: dados los abusos conocidos, ?se deben autorregular las empresas o debe intervenir normativamente la Administraci¨®n (estableciendo, por ejemplo, la edad m¨¢xima de los consejeros, su n¨²mero o reuniones del consejo) aun a costa de la autonom¨ªa empresarial? La pol¨¦mica se ha iniciado.
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