Elecciones y econom¨ªa
Si siempre es ¨²til no perder de vista la pol¨ªtica, cuando las elecciones se acercan no se puede entender nada de lo que sucede en la econom¨ªa sin tener en cuenta el calendario electoral. Ante las elecciones, muchos Gobiernos caen en la tentaci¨®n de bajar impuestos y subir el gasto p¨²blico. Como los milagros no existen, alg¨²n tiempo despu¨¦s se descubre que el d¨¦ficit p¨²blico ha aumentado. No es sorprendente que los tres pa¨ªses europeos con elecciones este a?o (Alemania, Francia y Portugal) hayan sido los que han registrado un salto importante en sus cifras de d¨¦ficit despu¨¦s de las elecciones. A nadie debe sorprender que en Espa?a, ante las pr¨®ximas, baje el IRPF, se suprima el IAE y se anuncien rebajas en el impuesto sobre sucesiones, despu¨¦s de haber subido los tributos indirectos los a?os anteriores. Tampoco debe extra?ar que aumenten los salarios de los funcionarios tras tenerlos congelados en a?os no electorales, el aumento de las pensiones por encima de la inflaci¨®n o el de las transferencias a los ayuntamientos.
La cercan¨ªa de las elecciones no s¨®lo influye en la pol¨ªtica econ¨®mica, sino tambi¨¦n en la presentaci¨®n de la propia realidad econ¨®mica. Es evidente que Espa?a, que fue bien, no va bien ahora. Espa?a es el pa¨ªs europeo donde m¨¢s han aumentado el paro y la inflaci¨®n en los ¨²ltimos 12 meses. Espa?a es el pa¨ªs europeo donde m¨¢s han ca¨ªdo las exportaciones y donde los datos de productividad y competitividad evolucionan p¨¦simamente. Sin embargo, nadie debe esperar que, antes de las elecciones, el Gobierno diga que Espa?a va mal, sino que trate de buscar los aspectos m¨¢s positivos de la situaci¨®n. Esto es leg¨ªtimo, aunque retrase el an¨¢lisis y la soluci¨®n de nuestros problemas. Lo que no es leg¨ªtimo es que, como ha sucedido en Alemania, se oculte la situaci¨®n del d¨¦ficit o, como sucede en Espa?a, el Gobierno oculte el gasto p¨²blico en infraestructura ferroviaria e hidr¨¢ulica o siga sin informar sobre los avales que permiten elevar el endeudamiento.
La tercera consecuencia de unas elecciones re?idas es la paralizaci¨®n o incluso el retroceso en las reformas estructurales. Un ejemplo ha sido la forma en que se ha dado marcha atr¨¢s en el denominado decretazo. Pero ha sido m¨¢s grave que algunos principios econ¨®micos que hab¨ªa costado mucho introducir en nuestro sistema econ¨®mico, como el de avanzar en la responsabilidad fiscal de los entes territoriales o el de no utilizar los recursos de las cotizaciones sociales para gastos no contributivos, hayan sufrido sendas violaciones con las ¨²ltimas medidas sobre financiaci¨®n local o Seguridad Social.
S¨®lo despu¨¦s de las elecciones los ciudadanos descubrir¨¢n que los Reyes Magos no existen y que, cuando se bajan impuestos y se suben gastos, sin subir ni bajar otros impuestos o gastos, el d¨¦ficit aumenta. En el corto plazo nadie se da cuenta, porque las pol¨ªticas electoralistas no s¨®lo no empeoran las cuentas p¨²blicas, sino que incluso sirven para mejorarlas, porque, al aumentar la inflaci¨®n, los ingresos p¨²blicos aumentan con ella. En Espa?a, por ejemplo, el 70% del incremento del PIB nominal se debe a la inflaci¨®n y s¨®lo un 30% al crecimiento real, con lo que el aumento de recaudaci¨®n del que est¨¢ tan orgullosa Hacienda se debe a que la inflaci¨®n sigue muy alta. Por eso los problemas de rebajar impuestos y aumentar gastos no s¨®lo no aparecer¨¢n durante el periodo electoral, sino que la econom¨ªa y las cuentas p¨²blicas pueden experimentar cierta euforia en este periodo.
Pensionistas, aut¨®nomos, contribuyentes o empresas constructoras se benefician en el corto plazo de la pol¨ªtica econ¨®mica electoralista. Lo que no est¨¢ tan claro, curiosamente, es que beneficie a los partidos que la practican. En muchos casos pierden las elecciones, y en otros, como ahora en Alemania, donde hace s¨®lo dos a?os ten¨ªan un presupuesto equilibrado, el reelegido Gobierno tiene ahora que lidiar con los problemas de haber rebajado los impuestos y aumentado los gastos. El da?o que hacen a la econom¨ªa estas pol¨ªticas no suele compensar a nadie, pero parece que la tentaci¨®n es irresistible.
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