Castores en Patagonia

Es de esas viajeras en¨¦rgicas y alegres. De las que viajan solas y hacen amigos a los que escriben por sus cumplea?os. La autora bilba¨ªna, que en primavera publicar¨¢ Nos espera la noche (Alfaguara), hizo en noviembre un viaje inolvidable...

As¨ª que un crucero por la Patagonia. Amor, lujo... ?y el capit¨¢n Stubing en proa?

Bastante lujo, pero nada de Vacaciones en el mar. El eslogan del barco era: "Hoy es un nuevo d¨ªa de aventura".

Sugerente. Siga...

El barco sal¨ªa de Punta Arenas, atravesaba el estrecho de Magallanes, bordeaba Tierra de Fuego y se adentraba por los canales. Recuerdo Puerto Williams: un asentamiento militar que parec¨ªa Doctor en Alaska.

Pel¨ªn inh¨®spito, ?no?

Recalamos en una isla del cabo de Hornos donde s¨®lo vive una pareja. ?l es militar; cada 15 d¨ªas la Armada les env¨ªa un barco con v¨ªveres. La gran distracci¨®n llega los jueves, con el crucero. Ella hasta se maquilla.

?Y la aventura del eslogan?

Visitamos glaciares y aprend¨ª a distinguir el hielo milenario del joven. El primero es transparente. El otro, poroso, lleno de burbujas. A la vuelta nos ofrec¨ªan chocolate y whisky con hielo milenario. Delicioso.

?Lo m¨¢s impresionante?

Bah¨ªa Aimsworth. Un lugar al que llevaron una colonia de castores canadienses que desvi¨® el curso del r¨ªo. El bosque es hoy una laguna negra con ¨¢rboles plateados por efecto del liquen. Parece una pel¨ªcula del rey Arturo.