Fervor napole¨®nico
?Fue la derrota de Napole¨®n Bonaparte en Waterloo un momento glorioso en la historia de Francia? En una narraci¨®n de los ¨²ltimos d¨ªas de Napole¨®n publicada hace dos a?os, y que tuvo un enorme ¨¦xito de ventas, el polifac¨¦tico ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Dominique de Villepin, sostiene que s¨ª; incluso hoy, la derrota de Napole¨®n "brilla con un aura digna de la victoria". Es algo sobre lo que es necesario meditar mientras vemos c¨®mo Francia hace girar el mundo sobre la yema del dedo.
The Times, de Londres, reimprimi¨® recientemente pasajes del libro de De Villepin, en los que insinuaba impl¨ªcitamente que el esp¨ªritu de Napole¨®n -es decir, el Napole¨®n en Waterloo- muy bien podr¨ªa estar dirigiendo la pol¨ªtica exterior francesa hoy. Sin duda, para De Villepin, el esp¨ªritu de Napole¨®n todav¨ªa vive y es inspirador. El despacho del ministro de Asuntos Exteriores est¨¢ adornado con retratos del corso, y el notable poeta-pol¨ªtico escribe en su libro: "No pasa un solo d¨ªa sin que aspire el perfume de la discreta violeta", la flor que los partidarios de Napole¨®n portaban tras su huida de Elba. "Este Napole¨®n gu¨ªa y trasciende. Ha sido portador, desde su ca¨ªda, de una cierta idea de Francia, una visi¨®n superior de la pol¨ªtica. Su gesto inspira el esp¨ªritu de la resistencia... Victoria o muerte, pero gloria, pase lo que pase".
Francia sabe que no evitar¨¢ la guerra; pero en la derrota hay victorias que se ganan
La idea de la nueva y vieja Europa, por muy grata que resulte, puede resultar inexacta
Hoy, Francia marcha hacia otro glorioso Waterloo enfrent¨¢ndose a las fuerzas reunidas no de Wellington y Blucher, sino de Tony Blair y George W. Bush. En la medida en que el objetivo de Francia es evitar que los estadounidenses vayan a la guerra en Irak, es seguro que fracasar¨¢, como el presidente Jacques Chirac y De Villepin saben. Pero incluso en la derrota hay victorias que se ganan.
Existe, por encima de todo, la victoria de un principio. Los estadounidenses cometen un grave error si creen que Francia se ha limitado a adoptar una actitud de mezquina groser¨ªa. Chirac y De Villepin creen que ellos, y s¨®lo ellos en ¨²ltima instancia, est¨¢n defendiendo la visi¨®n europea del orden mundial frente al enemigo m¨¢s peligroso de esa visi¨®n: Estados Unidos. "En este templo de Naciones Unidas", declar¨® De Villepin en el Consejo de Seguridad hace una semana, "somos los guardianes de un ideal, los guardianes de una conciencia... Francia siempre ha permanecido erguida frente a la historia ante la humanidad".
Los franceses prev¨¦n que fracasar¨¢n en su esfuerzo para evitar la guerra, pero esperan que la guerra y el periodo subsiguiente traigan el desastre a Estados Unidos y a aquellos l¨ªderes europeos que han decidido compartir su suerte con la de Bush. Cuando el polvo se asiente, creen los franceses, su valiente postura ser¨¢ reivindicada ante el tribunal de la opini¨®n p¨²blica europea.
Para Francia, el juego mayor siempre ha sido la lucha por el dominio en Europa. Puede que Estados Unidos gane la batalla sobre Irak, pero ?qui¨¦n es capaz de decir que Francia a la larga no vaya a ganar la guerra para trazar la direcci¨®n de Europa en los a?os y d¨¦cadas venideros? Francia habla ya por la gran mayor¨ªa de la opini¨®n p¨²blica europea.
El primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, y el primer ministro espa?ol, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, puede que tengan a Estados Unidos de su parte, pero, por el momento, una mayor¨ªa de los electores de Blair y Aznar est¨¢n de parte de Francia. En cuanto a los europeos del Este, una encuesta muestra que el 75% de los letones se oponen tambi¨¦n a la guerra en Irak. Y, aunque el reciente vapuleo, nada diplom¨¢tico, de Chirac a los polacos, checos y otros que se atrevieron a apoyar a Bush puede parecer hoy una herida autoinfligida, el presidente franc¨¦s a¨²n puede tener ¨¦xito a la hora de hacer que la nueva Europa se lo piense dos veces antes de contrariar a la vieja.
Los estadounidenses no deber¨ªan contar demasiado con que Europa del Este sirva eternamente como una quinta columna proestadounidense en Europa. Los pr¨®ximos a?os, a medida que los checos, los h¨²ngaros, los polacos y los rumanos se impliquen m¨¢s econ¨®mica y pol¨ªticamente en la Uni¨®n Europea, y a medida que las inseguridades geopol¨ªticas y los recuerdos de la ocupaci¨®n sovi¨¦tica - las fuentes del proamericanismo actual- empiecen a desvanecerse, la nueva Europa puede llegar a parecerse a la Europa de Francia y Alemania.
La actual idea de la nueva y vieja Europa, por muy grata que resulte a los estadounidenses, puede resultar inexacta. Quiz¨¢ es realmente Francia la que representa el futuro de Europa, mientras que aquellos que intentan preservar la relaci¨®n trasatl¨¢ntica representan el pasado de Europa. Eso, al menos, es lo que Francia puede esperar.
Por supuesto, para hacer realidad este gran sue?o, Francia est¨¢ dispuesta a sembrar algo de destrucci¨®n, como hizo Napole¨®n, incluso en las mismas instituciones internacionales que afirma valorar. En primer lugar, la OTAN, a la que Francia no aprecia, casi fue puesta de rodillas por la oposici¨®n de ¨¦sta incluso a planificar la defensa de Turqu¨ªa. Ahora, la Uni¨®n Europea, a la que Francia tiene en alta estima, se ha visto fuertemente sacudida por las amenazas de Chirac, y, como me confes¨® recientemente un alto funcionario de la UE, en un momento en que la fr¨¢gil instituci¨®n malamente puede permitirse tales presiones. Por ¨²ltimo, est¨¢ el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el templo de De Villepin. ?Se reforzar¨¢ o debilitar¨¢ el orden internacional que Francia busca si una nueva generaci¨®n de estadounidenses llega al convencimiento de que el Consejo de Seguridad es un c¨ªrculo de debate y discusi¨®n sin car¨¢cter? Quiz¨¢ Francia est¨¦ dispuesta a echar abajo el templo siguiendo el esp¨ªritu de la resistencia a la bestia americana.
No es una cuesti¨®n sobre la que deban reflexionar s¨®lo los estadounidenses. En una visita a Berl¨ªn la pasada semana, me encontr¨¦ con alemanes vehementemente opuestos a la guerra con Irak, pero que tambi¨¦n se preguntaban en voz alta si el canciller Gerhard Schr?der hab¨ªa sido sensato al ligar el destino alem¨¢n tan estrechamente al de Francia.
El liderazgo franc¨¦s es estimulante, pero puede ser turbador seguir a un l¨ªder cuyo lema es Victoria o muerte, pero gloria pase lo que pase. Esto puede brindar una oportunidad a Estados Unidos y a sus aliados incondicionales en Europa. El ¨¦xito en Irak durante la invasi¨®n, e igualmente importante, despu¨¦s de ella, podr¨ªa ayudar a mantener y ganar algunos apoyos en Europa. No todo el mundo encuentra la gloria en la derrota.
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