Morientes fue un cicl¨®n
El delantero madridista sali¨® los ¨²ltimos cinco minutos y destroz¨® al Rayo con dos goles
Procedente de su Siberia particular, Morientes hizo una gloriosa contribuci¨®n a su hoja de servicios en el Real Madrid. Marc¨® dos tantos frente al Rayo, dato que apenas dir¨ªa nada si no fuera porque esos dos goles resultaron decisivos en una dram¨¢tica victoria, con tres tantos en los ¨²ltimos cinco minutos, protagonizados esta vez por los actores de reparto, tantas veces criticados en el Bernab¨¦u. A Morientes, Portillo y un poco a Solari se debe un resultado excesivo para los escasos m¨¦ritos del Madrid, que tir¨® por la tremenda, con una lluvia de pelotazos al ¨¢rea y los segundas guitarras de la delantera para cazarlos. Todas las urgencias vinieron porque el Rayo manej¨® su gol de ventaja con serenidad y mucho sacrificio, sin descomponer la figura ante un p¨¦simo Real Madrid, que necesit¨® del defenestrado Morientes, el m¨¢s imprevisto de los h¨¦roes, para ganar este sorprendente encuentro.
REAL MADRID 3 - RAYO VALLECANO 1
Real Madrid: Casillas; M¨ªchel Salgado, Hierro, Pav¨®n (Portillo, m. 76), Roberto Carlos; Flavio, Cambiasso (Solari, m. 46); Figo, Guti, Ra¨²l; y Ronaldo (Morientes, m. 83).
Rayo Vallecano: Segura; Mario, De Quintana, Quevedo, Graff; Azkoitia, Iriney; Julio ?lvarez (Mora, m. 83), Luis Cembranos (Camu?as, m. 63), M¨ªchel; y Perag¨®n (Onopko, m. 77).
Goles: 0-1. M. 9. Luis Cembranos, de falta directa desde el lateral izquierdo del ¨¢rea del Madrid.
1-1. M. 85. Morientes, cabecea de espaldas a la porter¨ªa, y ante una salida en falso de Segura, un bal¨®n bombeado de Roberto Carlos desde el c¨ªrculo central.
2-1. M. 90: Portillo se adelanta a la salida de Segura y cabecea un centro de Solari.
3-1. M. 90. Derechazo de Morientes.
?rbitro: Iturralde Gonz¨¢lez. Mostr¨® tarjeta amarilla a Pav¨®n, Iriney y Solari.
Unos 68.000 espectadores en el Santiago Bernab¨¦u.
Esta temporada apenas registra datos de Morientes, delantero ciclot¨ªmico que atraviesa por periodos de abundancia goleadora y luego cae en profundas crisis rematadoras. O al rev¨¦s. Todas las circunstancias han colaborado contra ¨¦l en los ¨²ltimos meses. Desde el verano s¨®lo ha recibido malas noticias: se enter¨® de que era carne de traspaso en la v¨ªspera de la Supercopa de Europa, apareci¨® como infructuosa moneda de cambio en el fichaje de Ronaldo, termin¨® de cuarto delantero en la escala del equipo, protagoniz¨® un desagradable incidente con Del Bosque y observ¨® desde el fondo del banquillo el despegue de Portillo. Su consideraci¨®n en el Madrid hab¨ªa descendido tanto que parec¨ªa un jugador al margen de los acontecimientos. Ni jugaba, ni se le esperaba. Sin embargo, su escasa contribuci¨®n tendr¨¢ un car¨¢cter trascendental si el Madrid gana el campeonato. Frente al Rayo ingres¨® en el campo muy a ¨²ltima hora, por Ronaldo, con su equipo en desventaja y con el peor pron¨®stico posible para el Madrid, que hab¨ªa fracasado durante todo el encuentro. Le bastaron esos cinco minutos apote¨®sicos para reclamar su parte de gloria si el Madrid gana el t¨ªtulo.
Hubo dos partidos, y uno de ellos fue controlado por el Rayo con gran dignidad. El psic¨®logo del club dice que el Rayo no descender¨¢ porque no es un equipo de pijos, curioso argumento que fue confirmado en el Bernab¨¦u. Seg¨²n los t¨¦rminos del psic¨®logo, el Madrid s¨ª tiene un punto de pijo, o al menos eso pareci¨® en su primer tiempo. Se desentendi¨® del partido de manera flagrante, especialmente en los primeros minutos, atropellado por el Rayo, que marc¨® muy pronto. Y pudo hacerlo antes. Un equipo trabajaba, se jugaba la vida, exprim¨ªa todos sus recursos. El otro se dedicaba al dolce far niente, sin ninguna consideraci¨®n por la importancia del encuentro a estas alturas del campeonato. Hab¨ªa un par de bajas -Zidane y Makelele-, pero los problemas pasaban m¨¢s por la ganduler¨ªa. Tambi¨¦n se vieron graves defectos futbol¨ªsticos, especialmente derivados de la p¨¦sima mezcla de Flavio, Cambiasso y Guti. Ah¨ª sobraba alguien, y Del Bosque decidi¨® en el segundo tiempo que ese alguien era Cambiasso, probablemente con raz¨®n. No funcion¨® el medio campo, pero tampoco ayudaron las dem¨¢s l¨ªneas. Roberto Carlos jug¨® uno de los peores partidos que se le recuerdan en el Bernab¨¦u, Ra¨²l no remat¨® por primera vez hasta el minuto 65, Ronaldo estuvo incomod¨ªsimo durante toda la tarde y el indiscutible esfuerzo de Figo no produjo nada decente en el ¨¢rea. El Rayo funcionaba con una claridad insospechada a trav¨¦s de sus mejores futbolistas, todos muy ligeros, pero con alguna clase. M¨ªchel, Perag¨®n, Luis Cembranos y Julio ?lvarez encontraron la manera de jugar la pelota, y de hacerlo bien.
Las cosas se equilibraron en el segundo tiempo, primero porque el Madrid comenz¨® a empujar ante la evidencia del desastre y tambi¨¦n porque el Rayo dio se?ales de alarma ante la cercan¨ªa de la victoria. No hab¨ªa, sin embargo, ninguna raz¨®n para creer en la remontada del Madrid, que hab¨ªa rematado poco y mal. Del Bosque se decidi¨® por la tremenda, no sin argumentos porque el equipo estaba gripado. Entr¨® Portillo en el minuto 75 y diez minutos despu¨¦s Morientes sustituy¨® a Ronaldo. Llovieron tres pelotazos de Hierro, entr¨® Onopko para defenderlos y, de repente, cambi¨® el signo del encuentro. Cambi¨® por una grav¨ªsima equivocaci¨®n de Segura, que se anim¨® a abandonar la porter¨ªa en un ollazo de Roberto Carlos desde el campo madridista. Fracas¨® el portero y Morientes toc¨® la pelota, que entr¨® ante la sorpresa general. En ese instante se quebr¨® el Rayo, que entr¨® en una par¨¢lisis irremediable. Lo aprovech¨® Portillo para marcar el segundo y Morientes para anotar el tercero, as¨ª sin tiempo para respirar, en medio del asombro de la hinchada y del entusiasmo de un jugador que s¨®lo hab¨ªa vivido insatisfacciones esta temporada.
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