Los cazadores de sue?os
Se nos quiere hacer creer que la magia de la posguerra eliminar¨¢ las incertidumbres
Los cazadores de sue?os no cejan en su intento de convencernos de que estamos a las puertas de otra reactivaci¨®n econ¨®mica. Se nos quiere hacer creer que la magia de la liberaci¨®n posb¨¦lica obrar¨¢ de revulsivo. Desaparecer¨¢ el velo de incertidumbre, dicen, y empresas y consumidores a una dar¨¢n rienda suelta a su demanda contenida. Al igual que Estados Unidos encabez¨® el avance hacia Bagdad, se supone ahora que la econom¨ªa estadounidense liderar¨¢ la recuperaci¨®n mundial. La enfermedad preb¨¦lica dar¨¢ paso a una mejor¨ªa posb¨¦lica y los mercados financieros internacionales recuperar¨¢n el tiempo perdido en estos ¨²ltimos seis meses. As¨ª de f¨¢cil.
Para m¨ª que esto requiere un acto de fe descomunal... Uno de los mitos de la recuperaci¨®n es que Estados Unidos ha resuelto su problema de ahorro, eliminando de esta forma uno de los impedimentos clave para una reactivaci¨®n econ¨®mica sostenida. Nada m¨¢s lejos de la verdad. Es cierto que la tasa de ahorro privada se ha situado ahora en EE UU en el 4%, bastante por encima del m¨ªnimo marcado en octubre de 2001 del 0,3%, pero sigue siendo apenas la mitad de la media del periodo previo a la burbuja 1970-1994, en el que fue del 9%. Pero eso es secundario respecto al hecho de que la leve recuperaci¨®n del ahorro privado se ha financiado con un vuelco espectacular de la situaci¨®n financiera del sector p¨²blico, ya que el presupuesto del Gobierno federal pas¨® de un super¨¢vit del 2,3% del PIB a comienzos de 2000 a un d¨¦ficit del 2,3% a finales de 2002. Desde la perspectiva de la tasa de ahorro nacional (ahorro agregado de econom¨ªas dom¨¦sticas, empresas y sector p¨²blico), Estados Unidos est¨¢ en muy mala forma. La tasa de ahorro nacional neta de EE UU, que deduce las dotaciones para amortizaci¨®n asociadas a la reposici¨®n del capital productivo obsoleto, cay¨® en el segundo semestre de 2002 al m¨ªnimo hist¨®rico del 1,3%. Por comparaci¨®n, en la d¨¦cada de 1990 el promedio fue del 5% y considerablemente mayor en a?os recientes. Se trata de una medida aproximada del ahorro generado internamente disponible para financiar la inversi¨®n, sustento del potencial de crecimiento econ¨®mico a m¨¢s largo plazo de toda econom¨ªa.
Uno de los mitos es que EE UU ha resuelto su problema de ahorro, uno de los impedimentos clave para una reactivaci¨®n sostenida
Ahorro interno
Al carecer de ahorro interno, EE UU no tiene m¨¢s alternativa que importar el ahorro excedentario extranjero e incurrir en un enorme d¨¦ficit por cuenta corriente para atraer dicho capital. Pero eso no es todo. Al agrandar el d¨¦ficit el actual presupuesto federal estadounidense, como resultado de la incidencia conjunta de una econom¨ªa d¨¦bil, el coste de la guerra y de la posguerra, y varios a?os de inoportunos recortes fiscales, el ahorro nacional neto de EE UU s¨®lo puede continuar menguando.
Otro mito de la recuperaci¨®n es pretender que el riesgo de deflaci¨®n ya ha pasado. Despu¨¦s de todo, se arguye, desde siempre fue un escenario poco probable. Y, dado que la mejor¨ªa mundial previsiblemente se traducir¨¢ en un cambio de tendencia en el ciclo econ¨®mico, parece conveniente retomar la tradicional obsesi¨®n por la inflaci¨®n. En este aspecto, es imperativo no perder de vista la realidad de los hechos. Por si alguien no lo ha notado, Estados Unidos contin¨²a desliz¨¢ndose por la resbaladiza pendiente que conduce a la deflaci¨®n. Indudablemente, el encarecimiento del precio de la energ¨ªa a ra¨ªz de la guerra est¨¢ alimentando la inflaci¨®n nominal. Pero la inflaci¨®n subyacente est¨¢ disminuyendo a toda marcha. Excluidos alimentaci¨®n y energ¨ªa, el IPC estadounidense no se movi¨® en marzo de 2003 y, en el primer trimestre de 2003, fue de s¨®lo el 0,8%; esta cifra es muy inferior al m¨¢ximo del ciclo del 2,8% alcanzado a finales de 2001, y suficiente para dejar en marzo la tasa interanual en el 1,7%, pr¨¢cticamente el m¨ªnimo de los ¨²ltimos 40 a?os. El argumento de la deflaci¨®n se apoya en tres elementos: la debilidad del ciclo econ¨®mico, que sigue limitando la demanda agregada; el exceso de oferta resultante del estallido de la burbuja, y la incesante presi¨®n de la globalizaci¨®n, que est¨¢ recrudeciendo la competencia tanto en mercanc¨ªas como servicios. En mi opini¨®n, los peligros de la deflaci¨®n mundial, que se dejaron sentir por primera vez en Asia, a¨²n representan un riesgo considerable para Estados Unidos y Europa. No es momento ahora de intentar ocultarlos bajo la alfombra.
Un quinto mito de la recuperaci¨®n es la idea de que la mejor¨ªa posb¨¦lica en EE UU provocar¨¢ una reactivaci¨®n econ¨®mica en el resto del mundo. Lamentablemente, el mundo sigue caminando en sentido opuesto. Nuestros equipos de an¨¢lisis econ¨®mico de Europa y Jap¨®n contin¨²an previendo, a lo sumo, un crecimiento ligeramente positivo en el segundo trimestre de 2003. Los ¨²ltimos indicadores de producci¨®n de la zona euro no fueron tan malos como hab¨ªamos supuesto, pero la tendencia contin¨²a apuntando a un crecimiento del PIB, en el mejor de los casos, inferior al 1%. Adem¨¢s, aunque la ¨²ltima revisi¨®n anual de la cifra de producci¨®n industrial en Jap¨®n fue al alza, como se preve¨ªa, la tendencia subyacente contin¨²a siendo de inequ¨ªvoco estancamiento. Por otra parte, la probabilidad de deterioro de la situaci¨®n por efecto de la neumon¨ªa at¨ªpica asi¨¢tica (es decir, el s¨ªndrome respiratorio agudo severo o SRAS) parece estar aumentando en toda Asia, excluido Jap¨®n. La econom¨ªa de Hong Kong est¨¢ pr¨¢cticamente estancada. Recientemente, el Gobierno de Singapur anunci¨® que las entradas de turistas hab¨ªan ca¨ªdo en los 13 primeros d¨ªas de abril un 61% en tasa interanual. Y Taiwan, Corea y Malaisia est¨¢n prepar¨¢ndose para encajar el impacto de la neumon¨ªa asi¨¢tica. China contin¨²a siendo la excepci¨®n en la regi¨®n, en especial si se considera el asombroso crecimiento de su PIB en el primer trimestre de 2003, que fue del 9,9% en t¨¦rminos reales. Sin embargo, en un clima de desaceleraci¨®n regional y mundial, cabe dudar incluso del car¨¢cter sostenible de la din¨¢mica de crecimiento china.
Intercambios comerciales
Los intercambios comerciales totales (suma de exportaciones e importaciones) ascendieron en el primer periodo de este a?o al porcentaje r¨¦cord del PIB del 61%, lo que representa un aumento sobre el 50% de 2002 y b¨¢sicamente dobla el 32% de hace una d¨¦cada. Adem¨¢s, por s¨ª solo, el crecimiento de las exportaciones represent¨® el 71% del crecimiento total del PIB en los cuatro trimestres anteriores al final del primer trimestre de 2003. Esto no s¨®lo pone de manifiesto la extraordinaria dependencia que tiene China de la demanda externa y, conjuntamente, de la creciente actividad de externalizaci¨®n, sino que revela tambi¨¦n una notable falta del motor aut¨®nomo de la demanda interna. En resumen, hay pocos motivos para creer en el mito de que el resto del mundo est¨¢ a punto de contribuir por su cuenta a las perspectivas de crecimiento mundial.
El inconveniente fundamental del escenario de mejor¨ªa posb¨¦lica es que el mundo ya se enfrentaba a muchos de estos problemas mucho antes de la guerra en Irak. La guerra, y la impresionante victoria a la que hemos asistido, no cambia nada las cosas.
Stephen Roach es economista jefe de Morgan Stanley.
El mito de la inversi¨®n
Otro mito es la idea de una recuperaci¨®n en EE UU promovida por la inversi¨®n. Es indudable que las empresas estadounidenses han progresado, y mucho, en el saneamiento de sus balances. Lo que es dif¨ªcil de aceptar es la creencia de que dicho progreso pondr¨¢ en marcha de forma inminente una reactivaci¨®n de la inversi¨®n empresarial. Tal argumento no se sostiene por tres razones. La primera, porque muchas empresas estadounidenses siguen careciendo de poder de fijaci¨®n de precios. Eso significa, en un mundo con exceso de capacidad, que contin¨²a siendo m¨¢s probable un escenario de deflaci¨®n que de inflaci¨®n. La segunda, porque la historia ense?a que la inversi¨®n nunca ha liderado una fase de recuperaci¨®n c¨ªclica en EE UU; antes bien, ¨¦stas responden a la mejora percibida en las demanda finales de mercado, sobre todo la de consumo. En la actualidad no se aprecia precisamente tal visibilidad de la demanda. La tercera, porque, representando las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n el 55% de la inversi¨®n total en bienes de equipo, los empresarios se lo pensar¨¢n mucho antes de embarcarse en una nueva tanda de proyectos en ese sector.
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