El club de los tres
Alemania, el Reino Unido y Francia son los tres imprescindibles de Europa. Su estrecha cooperaci¨®n no es condici¨®n suficiente para que Europa cuente con una pol¨ªtica exterior y de seguridad como es debido, pero s¨ª es condici¨®n necesaria. Como hemos visto a prop¨®sito de Irak, si estos tres pa¨ªses est¨¢n divididos, toda Europa est¨¢ dividida.
Hoy, la Uni¨®n Europea tiene un problema brit¨¢nico, un problema franc¨¦s y un problema alem¨¢n. Y necesita abordar los tres si pretende aprovechar la extraordinaria oportunidad que le ofrece su ampliaci¨®n hacia el este y construir una nueva relaci¨®n con Estados Unidos en el siglo XXI.
El problema de Europa con el Reino Unido es que, despu¨¦s de 30 a?os de pertenencia a la Uni¨®n, los brit¨¢nicos todav¨ªa no han decidido si quieren participar por completo en la aventura europea. Cegados por los viejos prejuicios, que refuerzan a diario las im¨¢genes distorsionadas de una prensa euroesc¨¦ptica, no se dan cuenta de lo europeos que son ya. Est¨¢n desgarrados entre Europa y el estrecho v¨ªnculo que les une con Estados Unidos, y siguen albergando la ilusi¨®n de que lo m¨¢s beneficioso ser¨ªa una relaci¨®n especial y exclusiva con los norteamericanos. En la crisis de Irak, Tony Blair demostr¨® un o¨ªdo perfecto en Washington, pero su pol¨ªtica atlantista y multilateralista, en principio admirable, se vino abajo por su incapacidad de alcanzar una postura europea ¨²nica, firme y coherente en consultas anteriores con Par¨ªs y Berl¨ªn.
El problema de Europa con el Reino Unido es que, despu¨¦s de 30 a?os de pertenencia a la UE, todav¨ªa no ha decidido si quiere integrarse por completo
Las ¨¦lites pol¨ªticas y administrativas francesas suelen pensar autom¨¢ticamente que lo que es malo para Estados Unidos es bueno para Francia
Hace diez a?os, la gente se planteaba si Europa podr¨ªa sobrevivir a una Alemania unida. La cuesti¨®n hoy es: ?Puede sobrevivir Alemania a una Europa unida?
El problema de Europa con Francia es doble: las ¨¦lites pol¨ªticas y administrativas francesas suelen pensar autom¨¢ticamente que lo que es malo para Estados Unidos es bueno para Francia, y tienden a trasladar su sensaci¨®n de frustraci¨®n respecto a Washington a las relaciones con sus socios europeos, sean de la vieja o de la nueva Europa. Lo que es bueno para Estados Unidos no es necesariamente bueno para Europa o Francia, pero lo que es malo para ellos es malo para Francia porque, en ¨²ltima instancia, estamos todos en el mismo barco.
Contra EE UU
La frustraci¨®n de Francia -y compartida por muchos- ante los comportamientos m¨¢s desagradables del Gobierno de Bush no debe impedirnos comprender que toda ambici¨®n real de Europa ser¨¢ imposible de alcanzar si eso significa ir en contra de Estados Unidos. Y en Varsovia, La Haya o Riga, nunca van a aceptar a Francia como pretende, como equivalente regional de Estados Unidos. Har¨¢n falta a?os para que los franceses superen el legado del desafortunado comentario de Jacques Chirac sobre los nuevos miembros de la UE procedentes de Europa Central y del Este: "Ten¨ªan que haber permanecido callados". La ambici¨®n genuina de Francia respecto a Europa exige cierto sentido de la modestia y la autocr¨ªtica.
El problema de Europa con Alemania puede llamarse el paradigma perdido. Las razones del euroentusiasmo alem¨¢n que proporcionaba la guerra fr¨ªa han desaparecido. Pero lo parad¨®jico es que este fracaso se debe al ¨¦xito. Los alemanes recuperaron su unidad nacional con el consentimiento de sus vecinos. En la actualidad viven en un entorno pac¨ªfico y relativamente pr¨®spero de democracias estables, socios (actuales o futuros) en la UE y aliados en la OTAN. Ya no se ven obligados a comportarse como europeos mod¨¦licos para dejar claro que no sue?an con la hegemon¨ªa en el continente.
Inquietud europea
Hace diez a?os, la gente se preguntaba con inquietud si Europa podr¨ªa sobrevivir a una Alemania unida. Hoy, la pregunta deber¨ªa ser: "?Puede sobrevivir Alemania a una Europa unida? ?Se limitar¨¢ a seguir cerrando la marcha econ¨®mica en la UE, o conseguir¨¢ empezar de cero y perseguir nuevos objetivos reformistas y ser uno de los motores de la Uni¨®n? Y por ¨²ltimo, pero no menos importante: ?est¨¢ preparada para aumentar su presupuesto de defensa con el fin de hacer realidad el proyecto de mejorar la dotaci¨®n militar europea?
En otras palabras, los brit¨¢nicos deber¨ªan ser m¨¢s europeos, los franceses deber¨ªan ser m¨¢s modestos, y los alemanes deber¨ªan ser m¨¢s audaces.
Europa nunca ser¨¢ un actor pol¨ªtico serio mientras nuestros dirigentes nacionales sigan utilizando la pol¨ªtica exterior como escenario para su grandeza imaginaria y se nieguen a proporcionar a Europa los medios para alcanzar los objetivos que proclaman. Por ejemplo, el nuevo "ministro de Exteriores" europeo debe contar con un equipo s¨®lido, en el que haya tanto funcionarios de la UE como los mejores representantes de los ministerios nacionales de Exteriores, Interior, Comercio, Econom¨ªa y otros.
Su primera tarea ser¨¢ formular una estrategia europea para afrontar los retos que aguardan al mundo, incluidos los despotismos que descienden hasta el genocidio, el terrorismo internacional y la proliferaci¨®n de armas de destrucci¨®n masiva. Pero tambi¨¦n la pobreza, el crimen organizado, el tr¨¢fico de drogas y de personas y la destrucci¨®n progresiva del medio ambiente. Estados Unidos no debe tener el monopolio de las preguntas apropiadas; sobre todo si nos parece que Washington no siempre da las respuestas debidas.
No obstante, aun con el mejor equipo y los mejores an¨¢lisis del mundo, siempre existir¨¢ la tendencia a que la pol¨ªtica exterior de una Uni¨®n Europea formada por 25 o m¨¢s Estados sea vaga y declaratoria, basada en compromisos sobre el m¨ªnimo com¨²n denominador. Por eso es fundamental que Francia, Alemania y el Reino Unido se coordinen de forma sistem¨¢tica, aunque no formalizada, para garantizar que la pol¨ªtica europea sea real y com¨²n.
Habr¨ªa que empezar por una mayor coordinaci¨®n peri¨®dica, no s¨®lo entre los ministerios de Exteriores de Berl¨ªn, Par¨ªs y Londres, sino tambi¨¦n entre el Bundeskanzleramt, el El¨ªseo y el 10 de Downing Street. El tr¨ªo operativo, o club de los tres, deber¨ªa ampliarse de forma habitual para incluir a un alto representante de la Casa Blanca (no s¨®lo el Departamento de Estado), en el cuarteto que tan pocos entusiasmos despierta ahora. Tambi¨¦n podr¨ªan existir grupos de contacto a prop¨®sito de los grandes problemas que debe abordar Europa: dos ejemplos claros ser¨ªan Ir¨¢n y el proceso de paz de Oriente Pr¨®ximo, entre Israel y Palestina. Dichos grupos de contacto contar¨ªan siempre con representantes brit¨¢nicos, franceses y alemanes, pero tambi¨¦n de otras potencias interesadas. En el caso de la guerra de los Balcanes, durante los a?os noventa, participaron Rusia y posteriormente Italia. Cuando se hablase de Europa del Este, podr¨ªa entrar Polonia; Espa?a e Italia cuando fuera el norte de ?frica y Oriente Pr¨®ximo en sentido amplio, etc¨¦tera. Los grupos de contacto no ser¨ªan excluyentes, pero tampoco estar¨ªan abiertos a todos los que quisieran apuntarse, fundamentalmente por motivos de prestigio nacional. Para entrar en un grupo de contacto concreto habr¨ªa que demostrar competencia, capacidad y seriedad.
Estas propuestas enfurecer¨¢n enseguida a otros Estados europeos, que vislumbrar¨¢n el espectro de un temido Directorio compuesto por los tres grandes de Europa; sobre todo porque a las autoridades brit¨¢nicas, francesas y alemanas les gusta sugerir, a veces, que verdaderamente necesitamos un Directorio, siempre que nadie reconozca que existe. Vaya tonter¨ªa. Los europeos saben que no es cierto, y se merecen que se les trate mejor. Pero deben darse cuenta de que, si la ¨²nica alternativa aceptable para ellos es el compromiso sobre un m¨ªnimo com¨²n denominador, nadie saldr¨¢ beneficiado. Si la influencia de la UE en el mundo es pr¨¢cticamente cero, su parte tambi¨¦n ser¨¢ cero.
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