La madre de todos los pulsos
Armstrong y Ullrich se citan en la contrarreloj del s¨¢bado para dirimir la edici¨®n m¨¢s igualada de los ¨²ltimos a?os
Si usted no tiene un pasaporte especial, no intente entrar en el hotel Mercure de Pau, donde Lance Armstrong descans¨®. Como hab¨ªa m¨¢s equipos all¨ª -el Banesto, el Fassa Bortolo y el Rabobank-, y como Pau es una ciudad muy ciclista, donde ha llegado m¨²ltiples veces el Tour, decenas de aficionados abarrotaban los alrededores, as¨ª que entre los guardias de seguridad del hotel y los guardaespaldas de Armstrong montaron tal dispositivo que entrar en el vest¨ªbulo resultaba tan solemne y solitario como entrar en una catedral a las siete de la ma?ana.
?Significaba ello que ¨¦l, el gran hombre, el boss en persona, tem¨ªa, dudaba, reclamaba silencio y concentraci¨®n para meditar, reflexionar, preparar la madre de todos los pulsos, o como se pueda llamar la cita del s¨¢bado, o sea la contrarreloj que decidir¨¢ el Tour m¨¢s igualado de los ¨²ltimos a?os?
"Todo es posible todav¨ªa", dice el alem¨¢n, "un minuto y siete segundos no es nada"
La horquilla de la bicicleta del l¨ªder, por efecto de la ca¨ªda, se rompi¨® cuando la limpiaban los mec¨¢nicos
No, por supuesto.
Avanzando un poco m¨¢s por el hotel, al fondo, a la izquierda, se llega a los salones donde los equipos han montado sus comedores. Son las 14.30 horas y casi todos los salones est¨¢n vac¨ªos. Los corredores, la mayor¨ªa, se han subido a echarse la siesta. Pero de un sal¨®n, del ¨²ltimo, aquel cuya puerta cuida el inefable mister Bayarta, guardaespaldas diplomado, salen ruidos de carcajadas. ?Oh! s¨ª, es ¨¦l, Lance en persona. Est¨¢ relajado, est¨¢ ri¨¦ndose.
Armstrong ayer no habl¨® para la prensa, pero su gente destac¨® tres detalles. Primero, que cuando los mec¨¢nicos cogieron su bicicleta tras la etapa de Luz Ardiden y quitaron la rueda trasera para proceder a limpiarla, la horquilla que la sujetaba se desintegr¨® en peque?os trozos. El cuadro estaba roto, pero, felizmente, resisti¨® las acometidas del campe¨®n en su fogosa ascensi¨®n. Segundo, que est¨¢ tan convencido de que en la contrarreloj de Nantes igualar¨¢ al menos el tiempo de Ullrich, que ni siquiera sufre por los problemas de su fiel gregario Roberto Heras, que sufre de un inicio de neumon¨ªa desde hace varios d¨ªas. Y tercero, que no cree que pase nada importante hoy, en la tremenda etapa de Bayona, con el paso del Bagargui, impresionante, en la frontera con el bosque de Irati.
El Novotel, guarida de Jan Ullrich, el desafiante, era, en contraste, la selva. Periodistas y m¨¢s periodistas, reclutados de Alemania, la mayor¨ªa, los ¨²ltimos d¨ªas, hab¨ªan convertido la cafeter¨ªa en abarrotada sala de prensa improvisada y martilleaban las teclas de los ordenadores para transmitir las grandes exclusivas de la conferencia de prensa del alem¨¢n, que s¨ª que habl¨®, exclusivamente en alem¨¢n.
Ullrich era ayer un hombre acosado por los reproches de sus propios seguidores, que desde Alemania le atosigaban con llamadas telef¨®nicas y correos electr¨®nicos para reprocharle su caballeroso gesto del lunes en Luz Ardiden, cuando no quiso aprovecharse de la ca¨ªda de Arsmtrong y aminor¨® el ritmo para que el estadounidense se recuperase. Ullrich mantiene que las reglas no escritas del deporte le obligaban a esa deferencia, aunque pueda costarle el Tour.
"Los aficionados no lo entienden, pero esto son cosas normales en el ciclismo", insiste el corredor alem¨¢n. "El deporte es as¨ª y yo soy un deportista". Ullrich, que iba detr¨¢s de Armstrong y le esquiv¨® por cent¨ªmetros, ni siquiera quiso escudarse en ese incidente cuando le preguntaron ayer si la frenada que se vio obligado a hacer le cort¨® el ritmo de ascensi¨®n y facilit¨® el posterior ataque del tejano.
Distendido y hasta bromista, Ullrich compareci¨® en una abarrotada conferencia de prensa en la que proclam¨® que luchar¨¢ por cada segundo en los pr¨®ximos d¨ªas. Al alem¨¢n le agrad¨® que los periodistas evocasen el recuerdo de 1989, cuando el franc¨¦s Fignon, que llevaba 50 segundos de ventaja a otro estadounidense, Greg Lemond, perdi¨® la carrera por ocho tras la contrarreloj final. Con ese ejemplo muy presente, Ullrich anuncia que est¨¢ dispuesto incluso a batirse por las bonificaciones de las metas volantes y los finales de etapa. "Todo es posible todav¨ªa", asegura. "Un minuto y siete segundos no es nada. Al principio del Tour era impensable para m¨ª llegar hasta aqu¨ª en esta situaci¨®n".
El alem¨¢n insiste en que perdi¨® tiempo en las etapas de los Alpes porque tuvo fiebre y problemas estomacales. "No es una excusa", precis¨®. "Desde entonces he ido a m¨¢s y sigo mejorando". En su ejercicio de autoconfianza, Ullrich tambi¨¦n relativiza el triunfo de Armstrong en Luz Ardiden -"me sac¨® segundos, no minutos"- y evita cualquier juicio sobre el estado de su m¨¢ximo rival: "Lance es un corredor muy peculiar. Resulta muy dif¨ªcil saber cu¨¢ndo est¨¢ mal".
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