Los procesos de Santiago
La liberaci¨®n de Pinochet en Londres permiti¨® ampliar la investigaci¨®n de sus cr¨ªmenes a niveles desconocidos
Aunque no fue una creaci¨®n original, la desaparici¨®n de personas en masa result¨® una de las principales aportaciones del r¨¦gimen del general Augusto Pinochet a la historia reciente de los llamados cr¨ªmenes contra la humanidad en Am¨¦rica Latina. El m¨¦todo se inspir¨® en el decreto secreto nazi del 7 de diciembre de 1941 por el cual se ordenaba la desaparici¨®n de personas en la "niebla de la noche" con el prop¨®sito de aniquilar la resistencia en los pa¨ªses europeos ocupados por el Ej¨¦rcito alem¨¢n. Se trataba de no dejar rastros de las personas secuestradas y asesinadas clandestinamente. Sus autores intelectuales, entre ellos el coronel Manuel Contreras, director de la Direcci¨®n de Inteligencia Nacional (DINA), la polic¨ªa secreta de Pinochet, estimaban que as¨ª se garantizaba la eliminaci¨®n de los detenidos. Hac¨ªa, adem¨¢s, muy dif¨ªcil cualquier investigaci¨®n judicial de los hechos. Y, por ¨²ltimo, permit¨ªa confundir a los familiares y la opini¨®n p¨²blica sobre el paradero y las razones de las desapariciones.
El r¨¦gimen militar se inspir¨® en un decreto de Hitler para implantar las desapariciones
En 2001, el Gobierno design¨® cinco jueces especiales para acelerar los procesos
Era, pues, la versi¨®n militar del crimen perfecto. Pinochet, adem¨¢s, intent¨® dejar todo atado y bien atado. En abril de 1978, la junta militar aprob¨® el decreto ley de amnist¨ªa n¨²mero 2.191, elaborada por la ministra de Justicia, M¨®nica Madariaga, prima de Pinochet, por el cual el Gobierno conced¨ªa la "amnist¨ªa a todas las personas que, en calidad de autores, c¨®mplices o encubridores hayan incurrido en hechos delictuosos, durante la vigencia de la situaci¨®n de estado de sitio entre el 11 de septiembre de 1973 y el 10 de marzo de 1978". El decreto hac¨ªa, por presi¨®n del presidente norteamericano Jimmy Carter, una sola excepci¨®n: no se pod¨ªa aplicar a los responsables del asesinato del ex ministro de Allende Orlando Letelier, en Washington el 21 de septiembre de 1976.
Durante la dictadura, la justicia rechaz¨® casi por definici¨®n los h¨¢beas corpus o recursos de amparo, una instituci¨®n jur¨ªdica fundamental para garantizar la integridad de las personas. Era el equivalente de una sentencia de muerte o una condena a la desaparici¨®n. La justicia no cre¨ªa a los familiares del secuestrado. Por tanto, la DINA pod¨ªa hacer lo que se le antojara con el prisionero.
El informe de la Comisi¨®n Nacional de la Verdad y Reconciliaci¨®n, creada durante la presidencia de Patricio Aylwin, dio cuenta el 8 de febrero de 1991 de que los muertos durante la dictadura se elevaban a 1.068 personas y los desaparecidos a 957, cifras que m¨¢s tarde fueron incrementadas.
En 1995, durante el Gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, el general retirado Manuel Contreras y su segundo, el general Pedro Espinoza Bravo, fueron condenados a siete a?os y seis a?os de prisi¨®n, como autores intelectuales del asesinato de Letelier. Cuando recuperaron su libertad, en el a?o 2000, Chile hab¨ªa cambiado. Pinochet hab¨ªa permanecido bajo arresto domiciliario en el Reino Unido durante 17 meses y, aunque ya estaba de regreso, la justicia chilena ya no era la misma.
Los ministros de fuero (jueces de la Corte de Apelaciones y de la Corte Suprema) ya hab¨ªan dado con una f¨®rmula para eludir la aplicaci¨®n de la ley de amnist¨ªa a los casos de las personas desaparecidas. Al no aparecer nunca los cuerpos de las v¨ªctimas, estos casos, calificados como secuestros permanentes, no entraban dentro de los supuestos previstos. Hab¨ªa, ante todo, que investigar, establecer los hechos, y dictar, si cab¨ªan, las sentencias correspondientes. En el caso de las personas ejecutadas, cuyos cuerpos se hab¨ªan identificado, los jueces consideraron que la ley de amnist¨ªa s¨®lo podr¨ªa ser considerada una vez que las investigaciones establecieran los hechos.
El retorno de Pinochet a Chile en marzo de 2000, que fue seguido por su desafuero como senador vitalicio y el procesamiento por su participaci¨®n en los hechos de la caravana de la muerte -la desaparici¨®n y ejecuci¨®n, en octubre de 1973, de la mayor¨ªa de 75 detenidos en el norte de Chile-, fue un acicate para otras investigaciones. Y aunque Pinochet escap¨® a la justicia por presunta "demencia vascular", la investigaci¨®n judicial sigui¨® adelante en toda las causas.
Seg¨²n los abogados del Programa de Derechos Humanos, del Ministerio del Interior, hoy suman unos 240 los llamados "agentes del Estado" procesados, mientras que los condenados ascienden a 21, estos ¨²ltimos por hechos posteriores a 1978. Entre los procesados, 26 son generales, de los que 19 pertenecen al ej¨¦rcito.
El juez l¨ªder en las investigaciones fue desde primeros de 1998 el ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, Juan Guzm¨¢n. Sin embargo, al concentrar en su juzgado todas las causas contra Pinochet, los procedimientos avanzaban muy lentamente. A primeros de 2001, el Gobierno propuso la designaci¨®n de cinco jueces especiales para complementar la actividad de Guzm¨¢n.
"Soy optimista. Lo que ha pasado en Chile con la justicia no tiene precedentes en otras partes del mundo. El arresto de Pinochet abri¨® las compuertas de la acci¨®n. La composici¨®n de la Corte Suprema hab¨ªa preparado las condiciones. Y cuando se present¨® la oportunidad con la detenci¨®n de Pinochet, las cosas se aceleraron", dice Nelson Caucoto.
Entre las causas que lleva Caucoto est¨¢ la de los asesores y escoltas del presidente Salvador Allende, detenidos en el Palacio de la Moneda el 11 de septiembre de 1973. M¨¢s de veinte de ellos fueron confinados y torturados en el regimiento Tacna. Y desde all¨ª se los traslad¨® hasta el campo militar de Peldehue. El 13 de septiembre de 1973 fueron ejecutados y lanzados a una fosa com¨²n. Quince a?os m¨¢s tarde, sus cuerpos fueron exhumados y, en algunos casos, lanzados al mar, seg¨²n ha declarado recientemente el suboficial que condujo el helic¨®ptero.
"Las confesiones comienzan a generalizarse. El paso del tiempo, el cambio biol¨®gico de personas que han cargado con esta experiencia durante 30 a?os, la presi¨®n de sus propios familiares, todo ello contribuye a que muchos digan la verdad ante los jueces. Y ¨¦stos han perdido el miedo. Hoy no vacilan en tomar declaraci¨®n a generales o comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas", se?ala Caucoto.
Otro de los casos estrella, el del asesinato del ex comandante en jefe del Ej¨¦rcito chileno Carlos Prats, en Buenos Aires el 30 de septiembre de 1974, tambi¨¦n ha conocido avances tan r¨¢pidos como significativos. Dicho caso, que permanece abierto en Argentina -donde ya hubo una sentencia condenatoria a cadena perpetua-, llev¨® a la justicia bonaerense a solicitar la extradici¨®n de Pinochet, Contreras, Espinoza y otros implicados en el atentado terrorista. La justicia chilena concedi¨® la extradici¨®n, pero conforme al convenio con Argentina se comprometi¨® a juzgar a los responsables en Chile. El 24 de febrero de 2003, el ministro de fuero Alejandro Sol¨ªs proces¨® y orden¨® el arresto de los generales Manuel Contreras, Pedro Espinoza, Ra¨²l Iturriaga Neumann y otros miembros de la DINA por el asesinato de Prats.
Por el momento, los jueces han dictado en todo este marem¨¢gnum recientemente s¨®lo dos sentencias condenatorias .
La 'autoamnist¨ªa' a¨²n vigente
El decreto-ley de Amnist¨ªa 2.191, aprobado por la Junta Militar en 1978 ¡ªes decir, la autoamnist¨ªa¡ª sigue vigente. El intento de derogarlo en el Parlamento chileno sufre desde 1992 el sue?o de los justos. En mayo pasado, el partido Uni¨®n Dem¨®crata Independiente (UDI), que ahora intenta amortizar en su balance la figura de Pinochet, a quien siempre apoy¨®, sorprendi¨® al Gobierno del socialista Ricardo Lagos con una propuesta p¨²blica para elevar las indemnizaciones a las v¨ªctimas de las violaciones de derechos humanos y acelerar los procesos. A primeros de agosto, Lagos a su vez respondi¨® con otra oferta: mejora modesta de las indemnizaciones, pago de una cantidad "austera y simb¨®lica" a los torturados durante la dictadura, nombramiento de nuevos jueces especiales para acelerar las investigaciones, rebaja de penas para participantes de rango inferior en los cr¨ªmenes e "inmunidad" penal para aquellas personas que no estando procesadas o acusadas aporten informaci¨®n sobre desaparecidos, asesinatos y torturas. El paquete de medidas ser¨¢ enviado al Parlamento, pero el Gobierno ha anunciado que no ser¨¢ posible derogar la vigente Ley de Amnist¨ªa.
La menci¨®n de la palabra "inmunidad" para las personas que aporten informaci¨®n ha despertado la oposici¨®n en el Partido Socialista y en la comunidad de abogados de derechos humanos. El concepto de inmunidad va perdiendo en el derecho internacional la fuerza que pose¨ªa. Prueba de ello es que los estatutos de la Corte Penal Internacional (CPI) prev¨¦n que un jefe de Estado puede ser llevado ante los tribunales por cr¨ªmenes contra la humanidad. Por otra parte, las investigaciones en curso generan cada vez m¨¢s confesiones entre los que participaron en los cr¨ªmenes. Quien no ha sido procesado en treinta a?os ¡ªcomo ha ocurrido la semana pasada con el general retirado H¨¦ctor Orozco¡ª puede estarlo ma?ana. Por tanto, la inmunidad propuesta se convertir¨ªa, lisa y llanamente, en impunidad penal.
Algunos miembros de la Corte de Apelaciones y de la Corte Suprema consultados por EL PA?S no han ocultado sus temores ante la proposici¨®n que formalizar¨¢ pr¨®ximamente el Gobierno. Una reciente disposici¨®n interna del presidente de la Corte Suprema proh¨ªbe a sus miembros hacer cualquier tipo de comentario sobre estos temas. Sin embargo, dos ministros dijeron a este peri¨®dico, bajo condici¨®n de mantener su nombre en reserva, que temen que las medidas ofertadas por el Gobierno se conviertan en "un engendro" que si bien tendr¨¢ dificultades para acabar con las investigaciones, podr¨ªa frenarlas. Los magistrados creen que el Gobierno les est¨¢ enviando se?ales para que sean ellos quienes dicten una soluci¨®n final del problema de las violaciones de los derechos humanos.
La figura del "secuestro permanente" hizo que los desaparecidos se volvieran contra sus mentores, Contreras y Pinochet, ya que es la autopsia del cad¨¢ver o la reconstrucci¨®n del mismo, lo que, seg¨²n el C¨®digo de Procedimiento Penal chileno, acredita el homicidio de una persona. Por tanto, el delito permanece como "inamnistiable" por la ley vigente desde 1978.
La figura del secuestro permanente tambi¨¦n puede convertirse en un dolor de cabeza para aquellos ministros de la Corte de Apelaciones o la Corte Suprema partidarios de hallar una "soluci¨®n definitiva" una vez que acaban las investigaciones y se dicten sentencias. Si se trata de secuestros permanentes nunca se podr¨ªa aplicar la amnist¨ªa, cosa diferente para los casos donde s¨ª hay constancia de los cuerpos. Los desaparecidos son, perversamente, m¨¢s afortunados que los ejecutados cuyos cuerpos han sido hallados.
As¨ª como la justicia chilena interpret¨® en el caso de Pinochet que se le pod¨ªa aplicar, por analog¨ªa, la eximente del viejo c¨®digo vigente seg¨²n la cual una persona loca o demente no puede hacer frente a sus responsabilidades penales, tambi¨¦n en el tema de los desaparecidos se perfila, a medio plazo, una salida.
Clara Szczaranski, presidenta del Consejo de Defensa del Estado, algo parecido al abogado del Estado, explic¨® el pasado s¨¢bado 6 de septiembre ante un millar de militares retirados ¡ªla flor y nata de los responsables de los cr¨ªmenes de la dictadura¡ª su nueva visi¨®n. "En derecho, para probar un homicidio no se requiere un cad¨¢ver, pero s¨ª se requieren varias pruebas coincidentes, razonables. S¨®lo si encontramos a los desaparecidos o logramos demostrar su fin, convencer acerca de su verdadero fin a los familiares y a los jueces, los procesos podr¨¢n concluir. Debemos cabalgar el tigre de verdad, ir a su encuentro antes de que golpee m¨¢s". Y, ?c¨®mo concluirlos? Mil militares se pusieron de pie para ovacionar a la presidenta del CDE cuando lo dijo: "El Ej¨¦rcito es inocente? se debe amnistiar a quien legalmente corresponda", dijo. ?Y a los ya condenados que han colaborado en la b¨²squeda de la verdad? "Se les puede perdonar con el indulto si la merced del presidente de la Rep¨²blica as¨ª lo considera", dijo.
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