Chicos de barrio
El a?o pasado, un gui¨®n sin demasiadas pretensiones, puesto en manos de un inspirado director de comedias, Emilio Mart¨ªnez-L¨¢zaro, dio como resultado Al otro lado de la cama, la pel¨ªcula m¨¢s taquillera del cine espa?ol esa temporada. El autor de aquel gui¨®n era un chico de barrio, David Serrano, que hab¨ªa hecho algunos cortos pero que, es de sospechar, ni so?aba con un ¨¦xito tan apote¨®sico. Aqu¨ª le tenemos ahora dirigiendo su primer largometraje comercial. Quien quiera buscar elementos comunes entre D¨ªas de f¨²tbol y Al otro lado de la cama seguro que los encuentra: la incomunicaci¨®n de las parejas, un cierto aire entre zumb¨®n y vitri¨®lico con el que se retrata a los protagonistas; la plasmaci¨®n de prototipos f¨¢cilmente identificables por el espectador; y hasta una com¨²n denuncia, hecha como al socaire y sin hacer obvio el discurso, sobre la incapacidad (preferiblemente, masculina) de hacer frente a decisiones importantes.
D?AS DE F?TBOL
Direcci¨®n: David Serrano. Int¨¦rpretes: Ernesto Alterio, Alberto San Juan, Natalia Verbeke, Pere Ponce, Fernando Tejero, Natalie Poza, Mar¨ªa Esteve. G¨¦nero: comedia, Espa?a, 2003. Duraci¨®n: 118 minutos.
Y como querr¨ªa la tradicional comedia de guerra de sexos -¨¦sta tambi¨¦n lo es, al fin y al cabo-, frente a tales fantoches se encuentran ellas, las que saben adquirir compromisos; las que, a pesar de que su deseo sea no ya discutible, sino incluso risible -v¨¦ase el personaje que interpreta, y muy bien, Mar¨ªa Esteve-, se las apa?an para llevar las cosas a buen puerto.
Serrano ordena este discurso con una inspiraci¨®n no siempre pareja. Bien porque la coralidad de la estructura que elige lo empuje a dar sitio a cada uno de los personajes (y algunos la aprovechan impecablemente: Alterio, Poza, Esteve y Verbeke, los que m¨¢s), bien porque la multiplicaci¨®n de an¨¦cdotas se hace as¨ª inevitable, el filme, que tiene sus buenos momentos, que provoca m¨¢s de una limpia carcajada y que se ve muy bien, termina lastrado por situaciones repetitivas que le privan del necesario ritmo en la administraci¨®n de los gags, el rasgo que mejor define a la comedia bien hecha... Algo que un productor del viejo Hollywood hubiera remediado con un buen par de tijeras. Y todos agradecidos.
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