El gobernador de California se enfrenta a un Estado arruinado
El l¨ªder tendr¨¢ las manos atadas en la C¨¢mara
Las elecciones de California han supuesto una tremenda pelea para un puesto ahora mismo poco envidiable, aunque sea la quinta econom¨ªa del mundo, una econom¨ªa de 1,4 billones de d¨®lares. El gobernador del Estado tiene una situaci¨®n dif¨ªcil por lo que se refiere a las cuentas: California gasta al mes 1.000 millones m¨¢s de lo que ingresa, y lleva as¨ª casi tres a?os. Para seguir funcionando debe endeudarse sin parar (18.000 millones en los pr¨®ximos nueve meses).
Los c¨¢lculos de d¨¦ficit del presupuesto 2003-2004 se elevan a 38.000 millones de d¨®lares. Y el gobernador, que deber¨ªa gastar menos y gravar m¨¢s, tiene las manos relativamente atadas: la mayor¨ªa dem¨®crata de la C¨¢mara impide el recorte de gastos y la minor¨ªa republicana bloquea las subidas de impuestos. Adem¨¢s, muchos gastos y algunas restricciones fiscales se deben a la voluntad popular.
A pesar del d¨¦ficit presupuestario y de las repercusiones de la crisis general, California es el Estado m¨¢s din¨¢mico y potente de EE UU. Es tambi¨¦n el m¨¢s poblado, con 35 millones de habitantes, y el de mayor diversidad: ya no hay mayor¨ªa absoluta de blancos (47% de la poblaci¨®n); los hispanos son el 33%; los asi¨¢ticos, el 11%, y los negros, el 7%. La cuarta parte de la poblaci¨®n no ha nacido en Estados Unidos (frente al 10% nacional).
El mapa pol¨ªtico es tambi¨¦n diferente: los californianos son, en l¨ªneas generales, m¨¢s moderados que sus dirigentes pol¨ªticos. Y lo que m¨¢s ha crecido en los ¨²ltimos a?os ha sido la franja de ciudadanos que se declaran independientes (un 16%, frente a un 35% de republicanos y a un 44% de dem¨®cratas, un notable descenso con respecto al 57% de hace 25 a?os). Las fidelidades son menores, los votos son m¨¢s imprevisibles.
?Por qu¨¦ un gigante as¨ª tiene dificultades con un presupuesto que alcanza los 100.000 millones de d¨®lares anuales? Obviamente, porque gasta m¨¢s de lo que ingresa, pero tambi¨¦n porque a sus ciudadanos les gusta tomar iniciativas en referendos y porque la clase pol¨ªtica, desbordada por estas iniciativas, est¨¢ encastillada en el partidismo y no se atreve a asumir decisiones impopulares que le lleven de la actual irrelevancia a ser blanco de la ira de los votantes.
En la ¨¦poca de la prosperidad, hace tres a?os, California se encontr¨® con un super¨¢vit de 12.000 millones de d¨®lares. Al gobernador Davis y a la C¨¢mara (controlada por el Partido Dem¨®crata) les pareci¨® que lo mejor era dedicar el dinero a una rebaja generalizada de impuestos -y todos contentos-, al tiempo que se aumentaban los gastos en educaci¨®n, salud y funcionariado.
Y entonces lleg¨® la crisis, la crisis general de la econom¨ªa y la crisis particular de la nueva econom¨ªa. Silicon Valley -el coraz¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas, situado entre San Francisco y San Jos¨¦- sufri¨® como ninguna zona de EE UU, con efectos tan devastadores que algunos los comparan a la crisis del autom¨®vil que sacudi¨® a Detroit en los a?os setenta. En diciembre de 2000, el desempleo era del 1,3%; ahora es del 7,9% (y eso gracias a que se han ido millares de personas, porque lleg¨® a ser del 8,9% hace unos meses). Silicon Valley, que empieza a recuperarse, tiene a¨²n un 19% de sus oficinas sin alquilar.
Y aunque California es m¨¢s que las nuevas tecnolog¨ªas -el sector aeroespacial y de defensa, la biotecnolog¨ªa, Hollywood, la agricultura-, los ejecutivos y empresarios de Silicon Valley aportaban mucho dinero en forma de impuestos, sobre todo cuando cobraban sus stock options. Desde que, en 1978, los californianos aprobaron la Proposici¨®n 13, que abarat¨® escandalosamente los impuestos sobre la propiedad inmobiliaria, los ingresos del Estado dependen de los impuestos sobre la renta y el consumo. Con 200.000 empleos perdidos en Silicon Valley, m¨¢s la repercusi¨®n de la crisis de la Bolsa en las stock options, m¨¢s la par¨¢lisis producida por la crisis energ¨¦tica de 2001, sonaron todas las alarmas, pero nadie hizo caso.
A todo esto hay que a?adir que California tiene un sistema de salud para los m¨¢s pobres muy generoso para la media de EE UU; que debe dedicar -de nuevo por una iniciativa popular, la Proposici¨®n 98, aprobada en 1988- un 40% de la partida principal del presupuesto a la ense?anza p¨²blica; que cuenta con una enorme red de autopistas caras de mantener y que gasta un 30% m¨¢s que los otros Estados en polic¨ªas y c¨¢rceles -en 1994, los californianos aprobaron la iniciativa que condujo a la ley de "al tercer delito, a la c¨¢rcel"-. Es decir, que no es sencillo recortar los gastos ni, a la vista de la experiencia, aumentar los impuestos, pero California no tiene muchas m¨¢s opciones para salir de los n¨²meros rojos.
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