Asalto al cron¨®metro en Madrid
Cuatro empleados de la Comunidad de Madrid relatan su odisea para llegar a tiempo al trabajo
El estr¨¦s laboral empieza una hora antes de llegar al trabajo. ?se es el tiempo medio que tarda un trabajador madrile?o en llegar a su puesto, seg¨²n una encuesta de movilidad encargada por el Consorcio de Transportes en 1999. Aunque las redes de carreteras, metro y cercan¨ªas se han ampliado desde entonces, la rutina de Javier, Estrella, Rosa y Helena no dista mucho de esa estad¨ªstica.
Desde que se despiertan hasta que salen de casa, estos cuatro compa?eros de trabajo tratan todos los d¨ªas de robar minutos al reloj para llegar cuanto antes a su puesto en el Servicio Regional de Empleo, organismo dependiente de la Comunidad, situado en V¨ªa Lusitana, 21, en el distrito de Carabanchel.
Alrededor de 350.000 movimientos de entrada a la capital se registran diariamente
Un madrile?o tarda todos los d¨ªas una hora de media en llegar a su puesto de trabajo
"Me da tiempo a leer mucho en el autob¨²s. Hace poco me termin¨¦ 'El se?or de los anillos"
Javier Casas, de 40 a?os, no da un paso sin concebir un plan. La radio le despierta a las siete de la ma?ana en su casa de Navalcarnero. Desde ese momento, todas sus tareas dependen de lo que diga el hombre del tiempo. Si el d¨ªa est¨¢ despejado, ¨¦l y su mujer saben que pueden ir desperez¨¢ndose poco a poco. Pero si llueve... "?Ah, si llueve, chungo!": se levanta, mira por la ventana, luego el reloj, a la ducha, se viste, se arregla, otra vez el reloj, recoge los b¨¢rtulos y se despide de su mujer.
Entre cada una de esas tareas, Javier valora la situaci¨®n ideando simples ecuaciones encaminadas a despejar la inc¨®gnita de cu¨¢nto tardar¨¢ en llegar a Carabanchel: "Lunes o viernes, m¨¢s d¨ªa despejado, cojo la moto. Resto de la semana, en coche. Con d¨ªa lluvioso llego tarde, seguro".
Javier trabaja como t¨¦cnico de cooperaci¨®n institucional en la tercera planta del Servicio Regional de Empleo. ?l define su trabajo como "burocr¨¢tico" pero salpicado de "tareas de log¨ªstica". Tal vez por eso, Javier recorre todos los d¨ªas el trayecto como si se tratara de un asalto al cron¨®metro. "Salgo a las ocho y pillo la carretera de Extremadura [N-V]. Piso el acelerador. De Navalcarnero a Alcorc¨®n, normalmente la cosa va bien. El problema est¨¢ all¨ª, donde me suelo encontrar el atasco. Si hay mucho foll¨®n, puedo llegar a tardar dos horas".
?l es uno de los 2,5 millones de conductores censados en la regi¨®n. Cada d¨ªa se registran unos 350.000 movimientos de entrada a la capital, seg¨²n el aforo previo a la entrada de la M-40. Para Javier, lo peor de las retenciones es el aburrimiento que supone conducir a paso de tortuga. "Escucho la radio, el programa de Pablo Motos en la M-80, para empezar la jornada con una sonrisa", comenta Javier, que asegura que muchos accidentes se producen porque la gente se queda dormida mientras conduce.
A veces se sale del plan e improvisa atajos, cruzando M¨®stoles o por la M-600 hacia Brunete para luego pillar la M-501. Puede llegar a ara?ar cinco minutos dependiendo del estado de las carreteras. "Pero nada, no hay escapatoria, es desesperante llegar a la M-40 y verte toda esa fila de coches parados". S¨ª la hay. Los lunes y los viernes, siempre si el tiempo lo permite, Javier cambia su Renault 21 por una motocicleta de 650 cent¨ªmetros c¨²bicos. "Es m¨¢s divertido y tardo 22 minutos siempre, haya o no retenciones. Pero es un engorro cuando llueve". Si todo va bien, a las ocho y media llega al trabajo.
Cuando Javier llega, Estrella ya lleva una hora trabajando en la segunda planta como auxiliar de control, o sea, una ordenanza, "La chacha, vaya", ironiza sobre el nombre eufem¨ªstico que recibe su empleo oficialmente. "Soy la traidora: traime esto, traime lo otro". Esta mujer de 31 a?os vive en Coslada y se levanta a las seis menos cuarto de la ma?ana para llegar a Carabanchel a las siete y media. Ella relata as¨ª esa hora y cuarto que tarda en llegar al trabajo: "A ver, primero voy andando hasta la parada de autob¨²s -est¨¢ a dos minutos-, cojo el 286 o el 287, el primero que llegue. Y de ah¨ª hasta la estaci¨®n de Cercan¨ªas de Cosalada".
Durante ese trayecto, Estrella se pone los cascos para escuchar la radio. No habla con nadie, porque casi todo el mundo va dormido. "Algunos roncan y los dem¨¢s vamos muy callados a esas horas. ?Serios? No, la palabra es flem¨¢tico". Luego, el tren de cercan¨ªas de Coslada hasta la estaci¨®n de Atocha. En esas seis paradas, Estrella aprovecha para "culturizarse". "Lo ¨²ltimo que he le¨ªdo es El se?or de los anillos, son 885 p¨¢ginas", dice asombrada.
Cuando el tren llega, Estrella tiene que cruzarse toda la estaci¨®n y atravesar el paso de peatones para tomar otro autob¨²s, el 46, que la llevar¨¢ finalmente a su destino. No acaba ah¨ª la cosa. "Luego est¨¢ la vuelta, sobre las dos y media. Los mismos autobuses y el mismo tren. Como deprisa y salgo flechada para recoger a mi hijo de casi cuatro a?os" Para ir a por su "demonio", tal como ella lo llama, Estrella tiene que subirse dos veces m¨¢s a otro autob¨²s. En total, ocho medios de transporte diarios y unas dos horas y media viajando de un sitio a otro. Eso supone que Estrella se sube a un autob¨²s o un tren unas 3.000 veces a lo largo del a?o, y que se pasa el equivalente a 35 d¨ªas cada a?o dentro de un medio de transporte p¨²blico.
Rosa Mart¨ªn, de 54 a?os, es la orientadora laboral del Servicio de Empleo. Trabaja en la planta baja del edificio atendiendo al p¨²blico y vive en Getafe. La distancia es de 10 kil¨®metros, trayecto en el que Rosa emplea unos diez minutos cuando, ocasionalmente, va en el coche de alg¨²n compa?ero. Pero la mayor¨ªa de los d¨ªas tarda cuatro veces m¨¢s: Rosa utiliza el metrosur para una sola parada, desde El Casar hasta Espartales. All¨ª se sube al autob¨²s 443 y se desplaza hasta el cruce de Orcasitas, donde toma el 131 o el 121 que la lleva hasta la V¨ªa Lusitana.
"A m¨ª me gusta hacer las cosas con tranquilidad, por eso me levanto entre las seis y las seis y media. Riego las plantas, hago alguna tarea dom¨¦stica, me tomo un caf¨¦...", explica. "Tardo 40 minutos en llegar. No pongo muchas pegas al transporte p¨²blico. Lo que m¨¢s me molesta es la escasa frecuencia con la que pasan los autobuses".
La cuarta del grupo es Helena Arribas, de 39 a?os. Vive sola en Villaviciosa de Od¨®n y tarda una hora y cuarto en llegar al trabajo. "Racaneo algunos minutillos al reloj y luego tengo que salir escopetada". Los pasos de Helena no son muy distintos a los de Rosa: dos autobuses, el 518 y el 131, hasta Carabanchel. Tambi¨¦n lee durante el recorrido, aunque prefiere cosas "m¨¢s ligeras". Lo ¨²ltimo que ha le¨ªdo son los cuentos er¨®ticos de Ana?s Nin, Delta de Venus, que a veces ha tenido que interrumpir para hablar con otros pasajeros: "En Villaviciosa nos conocemos todos".
A las nueve de la ma?ana, si todo va bien, si no hay accidentes, si el clima juega a favor y si el transporte es puntual, el grupo est¨¢ ya trabajando. Helena en la tercera planta, Estrella en la segunda, Javier en la primera y Rosa en la baja. El ¨¦xito de su aventura, la de los 400 trabajadores que all¨ª est¨¢n empleados y la de todos los madrile?os se resume en la frase que Javier utiliza como si fuera un lema: "Robar minutos al reloj, que no te los robe ¨¦l a ti".
2,5 millones de conductores
Las cifras no cuentan la aventura de llegar al trabajo todos los d¨ªas, pero s¨ª dan una imagen de los problemas que supone circular por una regi¨®n de cinco millones y medio de habitantes.
Los madrile?os usan cada vez m¨¢s el transporte p¨²blico. Anualmente se registran m¨¢s de 1.500 millones de viajes, siendo el metro el transporte p¨²blico favorito, con 560 millones de viajes y dos millones y medio de pasajeros en el ¨²ltimo a?o.
De sus doce l¨ªneas, la que m¨¢s usuarios transporta es la n¨²mero 6. La que m¨¢s tarda en completar su itinerario es la 12, Metrosur, con 57 minutos de media.
Al suburbano le sigue de lejos el tren de cercan¨ªas (916.000 viajeros) y los autobuses interurbanos (900.000). Tambi¨¦n tienden a usarse m¨¢s los autobuses urbanos de la EMT, que circulan ¨²nicamente por la capital. Madrid es la ¨²nica ciudad espa?ola cuyo servicio de autobuses urbanos recibe un aprobado, seg¨²n un estudio de la revista Consumer sobre 140 de las l¨ªneas de Barcelona, Valencia, Bilbao, M¨¢laga, Zaragoza, San Sebasti¨¢n, C¨¢diz, A Coru?a, Vitoria, Pamplona, Murcia, Logro?o y la capital madrile?a.
El informe destaca que la capital de Espa?a, junto a Vitoria y Valencia, son las ¨²nicas en las que, seg¨²n el estudio, existen autobuses con adecuadas medidas de accesibilidad para personas con alg¨²n tipo de discapacidad, la gran asignatura pendiente del resto de las ciudadades. Los conductores de los autobuses de Madrid reciben un "excelente", pero la capital falla en puntualidad y s¨®lo recibe un "regular".
Para armonizar todos los servicios del transporte p¨²blico se cre¨® en 1985 el Consorcio de Transportes. En este organismo de la Comunidad de Madrid est¨¢n representados todos los colectivos implicados, partidos, patronales, Gobierno y sindicatos. Los representantes de estos ¨²ltimos reclaman desde hace tiempo que el Consorcio aborde el tema del transporte a los pol¨ªgonos industriales con lanzaderas especiales durante las horas punta.
Todo con tal de que los madrile?os dejen el coche en casa, algo que parece casi una utop¨ªa si se echa un vistazo a los del pasado D¨ªa sin Coches en la capital, esa iniciativa de la Uni¨®n Europea que pretende concienciar a los ciudadanos sobre la conveniencia de limitar el uso del veh¨ªculo privado. Ese d¨ªa, el tr¨¢fico de entrada a la capital s¨®lo se redujo en un 1% y Madrid acab¨® con 76 kil¨®m¨¦tros de retenciones.
Los madrile?os siguen usando el coche. Y cada vez m¨¢s. Seg¨²n los datos de 2002 de la Direcci¨®n General de Tr¨¢fico, Madrid es la provincia con mayor n¨²mero de matriculaciones, 386.3456, lo que supone un 20% del total de las que se otorga en todo el pa¨ªs. Con 2,5 millones, Madrid es tambi¨¦n la que m¨¢s conductores censados tiene.
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