De California a Alaska
Se llamaba Juan Francisco y era hijo del vizca¨ªno de Somorrostro Tom¨¢s de la Bodega y de Francisca de Mollinedo. Naci¨® en Lima, en mayo de 1744. En la segunda mitad del siglo, lev¨® anclas y lleg¨® hasta la costa noroeste de Am¨¦rica. Ten¨ªa como misi¨®n explorar nuevos territorios y descubrir el paso por el noroeste, un estrecho que conectara por el extremo norte el oc¨¦ano Pac¨ªfico con el Atl¨¢ntico.
El marino Juan Francisco de la Bodega lleg¨® a ser comandante de la base naval de San Blas en Nueva Espa?a y caballero de Santiago. De car¨¢cter y esp¨ªritu indomable, fue uno de los descubridores de las costas de Canad¨¢ y Alaska. En sus viajes realiz¨® varios descubrimientos de parajes, puertos y ensenadas, quedando constancia en una bah¨ªa bautizada con su apellido y en una isla, descubierta en uni¨®n de George Vancouver.
Los viajes que realiz¨® al norte de California tienen importancia por la latitud que alcanzaron y la serie de datos etnogr¨¢ficos y geogr¨¢ficos que aportaron. Estas exploraciones, de las que se tiene precisa noticia por los diarios de navegaci¨®n que se conservan, forman parte, por el tiempo en que se produjeron y por su car¨¢cter cient¨ªfico, de la serie de grandes navegaciones emprendidas con este fin durante el siglo XVIII.
En el primer viaje, planeado por el virrey Bucarelli con objeto de tener un conocimiento m¨¢s exacto de la costa de Nueva California, participaron tres buques: la fragata Santiago, mandada por el bilba¨ªno Bruno de Hezeta Fontecha, la goleta Felicidad o Sonora, mandada por Bodega, y el paquebote San Carlos, al mando de Juan de Ayala. De ellas, s¨®lo la goleta gobernada por nuestro personaje lleg¨® a alcanzar los 58¡ã de latitud norte, con una tripulaci¨®n de 14 hombres y un piloto.
El segundo de estos viajes se prepar¨® con otros fines: el reconocimiento de los establecimientos rusos en Alaska, sobre los cuales hab¨ªan llegado noticias alarmantes. Se llev¨® a cabo en 1779 y en ¨¦l intervinieron dos embarcaciones: la fragata Princesa, dirigida por Ignacio de Arteaga y la Favorita, capitaneada por Bodega. Llegaron a alcanzar los 61¡ã de latitud norte y se reconoci¨® buena parte de la costa de Alaska.
El noroeste de Am¨¦rica fue la ¨²ltima parte del planeta en retener sus secretos para los europeos. La expansi¨®n de los rusos desde la costa oriental siberiana provoc¨® la reacci¨®n de los gobernantes espa?oles, que organizaron varias expediciones a la zona. Estas empresas persegu¨ªan "el descubrimiento del fin del mundo", esto es, alcanzar la regi¨®n de la Tierra m¨¢s alejada por mar para los nav¨ªos que part¨ªan del viejo continente.
Bodega fue una suerte de etn¨®logo y naturalista. Los tres diarios de sus expediciones (1775, 1779 y 1792) son documentos inapreciables para estudiar las costumbres de los naturales de la costa norteamericana. La serie de cartas geogr¨¢ficas que traz¨®, que se encuentran en el Archivo General de Indias de Sevilla y en el Museo Naval de Madrid, confirman su experiencia como cart¨®grafo. De sus trabajos merecen destacarse un plano del puerto de los Remedios, un plano del puerto de Bucarelli, un plano del puerto de Bodega y una carta reducida de las costas y mares septentrionales de California, as¨ª como diversas cartas geogr¨¢ficas sobre lugares de la costa de California, actual Canad¨¢ y Alaska, que se conservan en el Museo Naval de Madrid.
Una real orden suprimi¨® los viajes de altura en la regi¨®n y Bodega fue trasladado a otro destino. Muri¨® en M¨¦xico, en marzo de 1794, prematuramente envejecido a causa de las penalidades sufridas en las expediciones.
En el estrecho de Nutka
Juan Francisco de la Bodega surc¨® las costas del noroeste del continente americano y lleg¨® hasta la lejana Alaska en 1775. Durante su periplo explorador tom¨® posesi¨®n de bah¨ªas y ensenadas e hizo registro detallado de cuantos accidentes geogr¨¢ficos encontr¨®. Uno de los hombres a su mando, Manuel Quimper, fue el primer occidental en desembarcar en la isla de Vancouver. Como cuenta ¨¦l mismo, lo hicieron "lidiando los m¨¢s furiosos huracanes en la mar (...) escaso de aguada, falto de cirujano, sin un capell¨¢n que sirviese a los consuelos espirituales, desamparados de todo recurso humano".
En su Diario de 1792, refiri¨¦ndose a los ind¨ªgenas que viv¨ªan en el estrecho de Nutka, en la costa occidental de Vancouver, escribe Bodega: "Dir¨ªa que todos generalmente carecen de hiel, pues nunca tomaron venganza por su mano, aun cuando se ve¨ªan agraviados por algunos de los perversos que jam¨¢s faltan en las tripulaciones a pesar de las ¨®rdenes, cuyo exceso contuve con s¨®lo un castigo que les sirvi¨® de escarmiento y a ellos de idea de nuestra justicia".
De sus costumbres se?ala Bodega que los hombres pescaban y las mujeres distribu¨ªan la pesca: "Cuecen una parte y reservan la otra, sec¨¢ndola al humo para hacer sus provisiones".
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