Sublime lecci¨®n en Oslo
Espa?a se clasifica para la Eurocopa tras un brillant¨ªsimo partido que reivindic¨® todas las decisiones de I?aki S¨¢ez
Una sublime lecci¨®n de Espa?a acab¨® con las numerosas dudas que se hab¨ªan despertado en torno al destino de la selecci¨®n. Encabezada por Ra¨²l, ridiculiz¨® a Noruega con un juego que deriv¨® en baile, uno de los m¨¢s hermosos y espectaculares de los ¨²ltimos tiempos. Que se produjera en un partido trascendental fue m¨¢s meritorio. Fue una noche que reivindic¨® las decisiones de S¨¢ez, puestas bajo sospecha en la vigilia del encuentro. Porque si Ra¨²l tuvo el m¨¢ximo protagonismo, muy cerca estuvieron Xabi Alonso, Valer¨®n y Vicente, las tres novedades del equipo, que evit¨® cualquier fatalismo y entr¨® a lo grande en la Eurocopa.
Aunque el partido ten¨ªa un evidente contenido dram¨¢tico, la selecci¨®n no necesit¨® de la ¨¦pica para arrollar a Noruega en un escenario inh¨®spito. Al fr¨ªo y la humedad se a?adi¨® el barrillo que alimentaba la idea de un partido de choque, el m¨¢s apetecido por los noruegos. Esta idea qued¨® desmontada por la aplastante realidad del f¨²tbol, que marc¨® una diferencial abismal entre los dos equipos. Espa?a lleg¨® al duelo entre cr¨ªticas y un cierto des¨¢nimo en el ambiente. Su buena actuaci¨®n en Mestalla no mereci¨® demasiado aprecio, en medio de un fatalismo que hizo diana en I?aki S¨¢ez, hombre de pocos excesos, de talante moderado, inc¨®modo en el ruido. Se desataron los decibelios tras la corta victoria en Valencia y el seleccionador se destempl¨®, un poco perplejo ante las cr¨ªticas. En medio del temporal tom¨® dos decisiones que, al menos, dejaron su firma. Anunci¨® a Xabi Alonso en lugar de Baraja y eligi¨® a Valer¨®n. Un delantero se qued¨® fuera: Fernando Torres. Fueron dos decisiones muy poco pol¨ªticas, sin un gramo de demagogia. Visto lo que sucedi¨®, S¨¢ez se sobr¨® de raz¨®n.
NORUEGA 0 - ESPA?A 3
Noruega: E. Johnsen (Olsen, m. 61); Basma, R. Johnsen, Lundekvam, Stennsas; Iversen, Andersen, Andresen (H. Flo, m. 46) , Solli, Riise; y T. A. Flo.
Espa?a: Casillas; Michel Salgado, C¨¦sar, Helguera, Puyol; Albelda (Baraja, m. 85), Xavi Alonso; Etxeberria (Joaqu¨ªn, m. 77), Valer¨®n (Guti, m. 74), Vicente; y Ra¨²l.
Goles: 0-1. M. 34. Magistral pase en profundidad, por el centro del ¨¢rea, de Valer¨®n a Ra¨²l, cuyo remate supera la salida de E. Johnsen.
0-2. M. 51. Fallo en el despeje de Basma, que deja el bal¨®n a los pies de Vicente, quien solo, ante E. Johnsen, remata a su derecha.
0-3. M. 56. Despeje del portero noruego que rebota en la cabeza de Etxeberria y se cuela en la meta.
?rbitro: Pierluigi Collina (Italia). Amonest¨® a Albelda e Iversen.
Lleno, unos 25.000 espectadores en el estadio Ullevaal de Oslo. Vuelta de la repesca. Espa?a se clasifica por el tanteo global de 5-1.
Hubo un punto de creatividad que record¨® la c¨¦lebre exhibici¨®n frente a Austria (9-0)
Xabi Alonso y Valer¨®n fueron decisivos en el brillante partido de Espa?a. Alonso ven¨ªa de una temporada inestable, con dificultades para recordar el jugadorazo que llev¨® a la Real a las puertas del t¨ªtulo. Su inexperiencia no le favorec¨ªa en un partido trascendental. Sin embargo, reaccion¨® como el futbolista de car¨¢cter que todos elogian. Alonso es el sucesor indiscutible de Guardiola, el t¨ªpico jugador que condiciona un estilo. A trav¨¦s suyo, Espa?a hizo un memorable ejercicio de posesi¨®n, un gigantesco rondo que abrum¨® a los noruegos. Fue una noche donde los mejores rasgos del f¨²tbol espa?ol quedaron perfectamente definidos: el uso masivo del bal¨®n, la b¨²squeda de los extremos, la paciencia, la producci¨®n de oportunidades a trav¨¦s de la sutileza. Y algo m¨¢s, la posesi¨®n de la pelota como m¨¢xima garant¨ªa defensiva. Todo eso qued¨® escrito en Oslo, frente a la at¨®nita mirada de los hinchas noruegos, que dimitieron pronto del jolgorio para admirar a Ra¨²l, Vicente, Valer¨®n y Alonso.
Al fondo se adivinaba el legado de la Quinta del Buitre y, muy especialmente, la huella de Cruyff. Hacia ese costado se ha inclinado el f¨²tbol espa?ol, despu¨¦s de los dur¨ªsimos debates que presidieron la era Clemente, el hombre que de alguna manera preconizaba el otro juego, intempestivo, elemental, atl¨¦tico. Con los defectos que se quieran en la selecci¨®n, y uno de ellos es su dificultad para adaptarse a los partidos donde pierde pie en el manejo de la pelota, Espa?a ha perfilado una manera de entender el juego. En Oslo la llev¨® a un punto de creatividad que record¨® la c¨¦lebre exhibici¨®n frente a Austria, aquel inolvidable 9-0 que sirve como referencia a lo que se considera una actuaci¨®n perfecta.
Si Xabi Alonso funcion¨® como un reloj en el medio campo, Valer¨®n ofreci¨® lo mejor de su extraordinario repertorio. Era conmovedor verle regatear, amagar, pasar, enga?ar, disfrutar ante la acorazada noruega, en el fr¨ªo, sobre el barro, entre patadas. Valer¨®n despeg¨® poco a poco y, cuando cobr¨® vuelo, no hubo forma de pararle. El f¨²tbol en su estado m¨¢s hermoso se adivinaba en cada una de las acciones de este jugador singular, un regalo para el f¨²tbol espa?ol. De manera casi imperceptible, con una elaboraci¨®n exquisita del juego, Espa?a comenz¨® a producir ocasiones ante su estupefacto rival. Fueron cinco las oportunidades antes de que llegara el gol de Ra¨²l, sin duda el protagonista del encuentro.
El tanto, que parec¨ªa anunciada, naci¨® de una intercepci¨®n de C¨¦sar. De manera ins¨®lita se adentr¨® con la pelota en el campo noruego, regate¨® a un adversario y se la cedi¨® a Valer¨®n. De repente se encendieron todas las luces. Valer¨®n vio a Ra¨²l, encontr¨® su desmarque y le entreg¨® un pase perfecto. Del finiquito se encarg¨® Ra¨²l con la solvencia de costumbre. Resolvi¨® a un toque, junto al palo derecho del portero, como si lavara. No hubo m¨¢s partido. Noruega hab¨ªa pretendido una cosa muy fea: convertir el catenaccio en una broma y especular descaradamente con la t¨ªpica oportunidad que alimenta un pelotazo, un rechace, un c¨®rner, un error. No tuvo la menor ocasi¨®n de hacerlo. Espa?a no se lo permiti¨®. De paso, los noruegos quedaron retratados como unos piernas. Es lo que sucede cuando hay baile: la distancia entre los equipos se multiplica hasta extremos sonrojantes. Ra¨²l fue el primero en interpretarlo. Principio y final de la selecci¨®n, Ra¨²l ejerci¨® el liderazgo en todos los aspectos. Por juego, personalidad y astucia. A su alrededor se vio al mejor Vicente de los ¨²ltimos meses, al gran Valeron y al cartesiano Xabi Alonso. Ellos fueron la bandera del equipo que ofreci¨® una noche magistral en Oslo.
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