15 a?os con toscas falsificaciones
Fausto Tonna, director financiero, fabricaba artesanalmente documentos para probar la solvencia de Parmalat
Poco antes de ser detenido, Fausto Tonna, director financiero de Parmalat hasta marzo de 2003, rompi¨® un ordenador a martillazos. Era el ordenador con el que hab¨ªa falsificado centenares de certificados, y la polic¨ªa lo reconstruy¨® con facilidad. Tonna, un contable que ingres¨® en la empresa a los 21 a?os, pasaba cada d¨ªa 14 horas encerrado en su despacho, fines de semana incluidos, siempre solo, siempre malhumorado. Tonna dispon¨ªa de m¨¢s de 80 ayudantes, pero hac¨ªa personalmente incluso las fotocopias. Esa costumbre constitu¨ªa un misterio para los empleados de Parmalat, hasta que se supo c¨®mo funcionaban las cosas.
Una vez detenido, Tonna explic¨® a los fiscales de Parma y Mil¨¢n que fabricaba artesanalmente los documentos que probaban la supuestamente inagotable tesorer¨ªa del grupo: escaneaba membretes y firmas y creaba la ilusi¨®n de una solvencia que no exist¨ªa. As¨ª confeccion¨® el documento que acreditaba la existencia de cuentas de la filial Bonlat en Bank of America, por m¨¢s de 4.000 millones de euros: era una carta aparentemente firmada por un directivo del banco en Nueva York, en ingl¨¦s, con alguna falta de ortograf¨ªa. Una chapuza. Y, sin embargo, esas falsificaciones toscas funcionaron durante m¨¢s de 15 a?os.
Fausto Tonna, hijo de agricultores, irascible e incansable, fue la mano derecha de Calisto Tanzi desde que en 1988, reci¨¦n nombrado director financiero, sac¨® a la sociedad de una crisis profunda. Lo hizo inventando un sistema de multiplicaci¨®n de facturas (una sola operaci¨®n "rebotaba" entre filiales de Liechtenstein y se reproduc¨ªa contablemente hasta el infinito) y creando sociedades en para¨ªsos fiscales en las que se depositaban fondos inexistentes o hacia las que se desviaban, a nombre de Calisto Tanzi, fondos muy reales cuyo destino final constituye a¨²n un misterio. Las sociedades eran formalmente administradas por empleados de Tonna, como Angelo Ugolotti, "testaferro" de m¨¢s de 30 empresas, quien asegur¨® a los fiscales que firmaba, por miedo al jefe, cualquier papel que le pusieran delante. Ugolotti convenci¨® a los investigadores de su ignorancia: el 15 de diciembre, con la estafa ya casi reventada, compr¨® acciones de Parmalat por importe de 20.000 euros, convencido de que subir¨ªan pronto.
Tonna afirma que siempre cumpli¨® ¨®rdenes directas del presidente Tanzi; Tanzi, por su parte, asegura que nunca supo nada de las operaciones fraudulentas en el extranjero y que s¨®lo toler¨® la sustracci¨®n de unos 500 millones de euros en Parmalat para tapar agujeros en Parmatours, la empresa de turismo dirigida por Francesca, su hija.
El director financiero estudiaba por las noches libros de ingenier¨ªa financiera. Carec¨ªa, sin embargo, de los conocimientos jur¨ªdicos necesarios para aplicar sus ideas. Su colaborador en la invenci¨®n de la red de empresas extranjeras que encubr¨ªa el fraude fue Gian Paolo Zini, un abogado local que en 1997 se estableci¨® en Nueva York. Parmalat era el principal y finalmente casi ¨²nico cliente de Zini; gracias al grupo alimentario abri¨® un lujoso bufete en Park Avenue, con sucursales en Seattle, Roma y Mil¨¢n. En los meses previos al desastre, algunos de sus colaboradores estadounidenses, conscientes de lo que Zini tej¨ªa, optaron por abandonar el bufete.
Tonna, de car¨¢cter explosivo, y Zini, de sangre helada, suscitaban pocas simpat¨ªas entre sus subordinados. Todo lo contrario que Luciano del Soldato, economista y subdirector financiero hasta que la dimisi¨®n de Tonna le llev¨® a dirigir las cuentas del grupo. Del Soldato era amable y feliz. Viv¨ªa en una de las casas m¨¢s hermosas de Collecchio, con gran jard¨ªn y piscina; acud¨ªa al trabajo en bicicleta; pasaba los fines de semana en una villa en Montecarlo y disfrutaba de la vida. Tonna encaj¨® con rabia la detenci¨®n y en una de sus llegadas a la fiscal¨ªa, para proseguir con una declaraci¨®n que dur¨® m¨¢s de 30 horas, dese¨® a los periodistas y sus familias "una muerte lenta y dolorosa". Del Soldato se hundi¨® en prisi¨®n y llora con frecuencia.
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