La irrupci¨®n de Brasil
La mayor historia oculta de desarrollo internacional en nuestros d¨ªas quiz¨¢ sea el despegue econ¨®mico de Brasil. Hace dos a?os, la econom¨ªa brasile?a fue dada por muerta y, en general, se esperaba que la elecci¨®n como presidente de Luiz In¨¢cio Lula da Silva, candidato del Partido de los Trabajadores, desencadenase el hundimiento financiero. Por el contrario, Lula ha gobernado con extraordinaria prudencia y Brasil tiende a un r¨¢pido crecimiento. Pero hay algo m¨¢s fundamental en juego: es posible que el pa¨ªs est¨¦ superando los obst¨¢culos para el desarrollo econ¨®mico que lo han mantenido rezagado durante d¨¦cadas.
En enero de 2002, a los derechistas estadounidenses les aterrorizaba una posible revoluci¨®n izquierdista, y a los inversores extranjeros les invad¨ªa el p¨¢nico ante la perspectiva de impago de las deudas exteriores. El FMI, para variar, hizo un buen trabajo y proporcion¨® financiaci¨®n provisional. A cambio, Lula adopt¨® pol¨ªticas macroecon¨®micas ortodoxas, con lo que hizo que desapareciera el p¨¢nico. Las proyecciones de mercado para el crecimiento brasile?o rondan el 4% en 2004.
Es posible que el pa¨ªs est¨¦ superando los obst¨¢culos para el desarrollo econ¨®mico que lo han mantenido rezagado durante d¨¦cadas
Pero buena parte del m¨¦rito del cambio experimentado por Brasil corresponde al predecesor de Lula, Fernando Henrique Cardoso, presidente desde 1992 hasta 2000. Yo le atribuyo a FHC, como normalmente se le conoce, cuatro aportaciones clave. En primer lugar, Brasil adopt¨® firmemente los derechos humanos, incluidas las elecciones democr¨¢ticas y la justicia econ¨®mica para los negros y los ind¨ªgenas brasile?os. Como la mayor parte de Latinoam¨¦rica, Brasil naci¨® en el crisol de la conquista y la esclavitud. Incluso durante el siglo XX, ni las poblaciones ind¨ªgenas ni los negros descendientes de esclavos ten¨ªan muchas oportunidades en el orden econ¨®mico y social. Eso est¨¢ cambiando r¨¢pidamente, y los grupos ind¨ªgenas han ganado una dura batalla por conseguir derechos sobre la tierra en sus territorios amaz¨®nicos tradicionales.
En segundo lugar, Brasil est¨¢ aceptando por fin los conocimientos de la econom¨ªa global. Durante la mayor parte del siglo XX, las ¨¦lites brasile?as pensaron que con los recursos naturales -ganado, caf¨¦, zumos de fruta y soja- ten¨ªan suficiente. Con las reformas de FHC, el porcentaje de matriculaci¨®n en la educaci¨®n secundaria se dispar¨®, del 15% en 1990 al 71% en 2000, y la calidad de las universidades tambi¨¦n est¨¢ aumentando, as¨ª como la asistencia a las mismas. FHC nombr¨® a una serie de sobresalientes ministros de Ciencia y Tecnolog¨ªa, y el Gobierno aument¨® la inversi¨®n p¨²blica en investigaci¨®n y desarrollo, un componente clave en el ¨¦xito de los pa¨ªses del este de Asia. Exportaciones como los reactores Embraer compiten ahora con los fabricantes estadounidenses y europeos en el mercado de los aviones para vuelos de corto recorrido.
En tercer lugar, Brasil est¨¢ compitiendo en los mercados mundiales en lugar de proteger los nacionales. Durante d¨¦cadas, el proteccionismo descontrolado hizo que la proporci¨®n entre las exportaciones y el PIB de Brasil fuera una de las m¨¢s bajas del mundo, pero ha aumentado del 8% en 1990 al 13% en 2001.
Y, en cuarto lugar, Brasil se est¨¢ centrando en la salud y en la productividad de su poblaci¨®n. Bajo el Gobierno de FHC, Brasil fue uno de los primeros pa¨ªses en poner en marcha una respuesta eficaz contra la epidemia del sida. Adem¨¢s, la tasa de mortalidad infantil ha disminuido dr¨¢sticamente, del 60% en 1990 al 36% en 2001. La tasa total de fertilidad (n¨²mero medio de nacimientos por mujer) ha disminuido tambi¨¦n dr¨¢sticamente, de 2,7 en 1990 a 2,2 en 2001. Dado que m¨¢s ni?os sobreviven hasta alcanzar la edad adulta, las familias pobres tienen menos hijos e invierten m¨¢s en su salud y en su educaci¨®n, y esto a la larga proporciona un firme impulso al desarrollo econ¨®mico.
Brasil sigue enfrent¨¢ndose a enormes dificultades. Es necesario consolidar la estabilidad macroecon¨®mica y reforzar el consenso pol¨ªtico a favor de la educaci¨®n universal, el comercio orientado al exterior, la sanidad para todos y la econom¨ªa orientada a la ciencia y a la tecnolog¨ªa. Brasil debe prestar tambi¨¦n m¨¢s atenci¨®n a la gesti¨®n medioambiental, especialmente en la fr¨¢gil regi¨®n del Amazonas, para garantizar un desarrollo sostenible a largo plazo. Grandes desaf¨ªos, en efecto, pero parece que Brasil est¨¢ de humor para enfrentarse a ellos.
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