"Llevo el velo, porque lo siento"
Al¨ª y F¨¢tima, inmigrantes marroqu¨ªes nacionalizados espa?oles, no se sienten bienvenidos en ning¨²n sitio
Cuando Al¨ª aterriz¨® en Espa?a, hace 14 a?os, ven¨ªa buscando lo mismo que persiguen muchos de sus compatriotas: trabajo y mejores expectativas de futuro. A los 23 a?os, era la primera vez que sal¨ªa de Tetu¨¢n, su pueblo natal, capital del antiguo protectorado espa?ol. Era su primer viaje al extranjero, su primer vuelo, pero sab¨ªa que su decisi¨®n era para siempre. "Ven¨ªa con visado de turista, pero pensaba quedarme en Europa, y as¨ª ha sido", cuenta desde su casa alquilada y subvencionada por la Administraci¨®n local, en un barrio perif¨¦rico de Madrid, donde vive con su mujer, F¨¢tima, y sus tres hijos. Es una de las 30 familias musulmanas del barrio.
La comunidad isl¨¢mica de Espa?a asciende a unas 800.000 personas, seg¨²n el portavoz de la Federaci¨®n de Entidades Isl¨¢micas, Yusuf Fern¨¢ndez, un espa?ol converso. La mayor¨ªa es de origen marroqu¨ª, la segunda nacionalidad inmigrante, tras la ecuatoriana, con un 14,7% de los cerca de 2,7 millones de extranjeros, que se concentran en las grandes ciudades como Madrid, Barcelona y Valencia. Los hombres trabajan, sobre todo, en agricultura y construcci¨®n, y las mujeres, en el servicio dom¨¦stico.
Al¨ª ya es espa?ol de pleno derecho desde que hace unos meses, "y despu¨¦s de pelearlo mucho", consiguiera la nacionalidad. El 14 de marzo votar¨¢ por primera vez en su vida con motivo de las elecciones legislativas. Nunca lo hab¨ªa hecho en su pa¨ªs. "Han sido 14 a?os de sufrimiento y ahora ya no soy un ciudadano de segunda. Tengo derecho a voto y mi voto cuenta. Tengo una ilusi¨®n muy grande. Pero ha tardado demasiado. Pago mis impuestos desde 1991; desde entonces tambi¨¦n tengo las mismas obligaciones que todos los ciudadanos, respeto la Constituci¨®n y las leyes de este pa¨ªs, sufro sus pol¨ªticas. ?Vamos a olvidarnos ya del tema del pobre inmigrante! ?Aqu¨ª hay musulmanes espa?oles!, y estamos orgullosos de serlo".
Soci¨®logos y antrop¨®logos coinciden en se?alar que siempre se ha hablado de los musulmanes como del colectivo m¨¢s dif¨ªcil de integrar. "Su principal peculiaridad es que siempre se les ha considerado los m¨¢s peculiares", se?ala la antrop¨®loga y profesora de la Universidad Aut¨®noma de Madrid ?ngeles Ram¨ªrez, porque "Europa se ha constituido en oposici¨®n al islam. El inmigrante marroqu¨ª despierta a los fantasmas de las antiguas colonias, como Francia y Espa?a. Tras sus casi ocho siglos de dominio ¨¢rabe, Espa?a se ha forjado, desde 1492, en oposici¨®n a ese mundo. Es eso lo que pesa como una losa y lo que hace que este colectivo sea peor considerado y su integraci¨®n, m¨¢s dificultosa".
"No nos sentimos a gusto"
Una argumentaci¨®n que coincide con las sensaciones de Al¨ª, cuyo abuelo fue uno de los "moros" que reclut¨® Franco para su guardia personal durante la Guerra Civil. "La Administraci¨®n nunca nos ha facilitado las cosas, nosotros hemos hecho todo el esfuerzo. En general, no nos sentimos a gusto. No nos sentimos bien recibidos en ning¨²n sitio. Tienes que imponerte por la fuerza y decir: 'Yo estoy aqu¨ª, quieras o no", dice.
En vez de integraci¨®n, de lo que hay que hablar, sin embargo, es de coexistencia o, como mucho, convivencia. El debate sobre la integraci¨®n comienza en Espa?a por cuestionar su objeto de estudio: ?qu¨¦ es integrar?, ?qu¨¦ es integraci¨®n? Y, en funci¨®n de la respuesta, aparecen distintos modelos de sociedad. As¨ª como en Francia la integraci¨®n se ha entendido tradicionalmente desde el punto de vista de la asimilaci¨®n; en el Reino Unido, desde el respeto a la diversidad; o en Holanda, como multiculturalismo en una sociedad pluri¨¦tnica; en Espa?a, con una inmigraci¨®n de masas mucho m¨¢s reciente, el modelo no est¨¢ definido.
La muerte de cientos de personas ahogadas al cruzar el estrecho de Gibraltar (el a?o pasado, m¨¢s de cien); el incremento de las mafias dedicadas al tr¨¢fico de personas y a la trata para la prostituci¨®n; los encierros de inmigrantes en las iglesias reclamando papeles; incidentes como los ataques racistas de El Ejido (Almer¨ªa, febrero de 2000), donde tras el asesinato de tres espa?oles por inmigrantes marroqu¨ªes, el pueblo sali¨® a la calle para lincharlos y quemar sus chabolas; la repercusi¨®n del aumento de la poblaci¨®n inmigrante en servicios sociales b¨¢sicos como la escuela y la sanidad p¨²blicas, cuando faltan medios y no ha habido previsi¨®n de nuevas necesidades, han obligado a replantearse el problema. As¨ª, se ha intentado controlar los flujos de poblaci¨®n, exigiendo que los inmigrantes obtengan permisos de trabajo en origen para evitar la formaci¨®n de bolsas de clandestinos; ha habido varios procesos extraordinarios de regularizaci¨®n; y en los ¨²ltimos tres a?os, cuatro reformas de la Ley de Extranjer¨ªa. Y, pese a todo, la mitad de los inmigrantes carece de permiso de residencia, lo que hace que aumente la econom¨ªa sumergida -el 23% del PNB, s¨®lo por detr¨¢s de Grecia e Italia en la UE-.
Control policial
El resultado de todo ello, con los Gobiernos de derecha m¨¢s atentos al control policial y de fronteras que a afrontar las reivindicaciones sociales, han sido formas muy diferentes de entender la integraci¨®n. "Integraci¨®n es estar insertado en la sociedad espa?ola, en el ¨¢mbito cultural, educativo y laboral", dice Eva Dur¨¢n, responsable de Inmigraci¨®n del PP. "Integraci¨®n es respetar la diversidad conociendo y reconociendo al otro y, al mismo tiempo, respetando los valores y las leyes del lugar de acogida", explica Consuelo Rum¨ª, responsable de Inmigraci¨®n del PSOE. "Integraci¨®n es reconocimiento de derechos", asegura Susana L¨®pez, responsable del ¨¢rea en IU. "Es el hecho de que una persona participe de la sociedad como el resto de los ciudadanos, con libre acceso al empleo y a los recursos", dice el isl¨¢mico Fern¨¢ndez. "Es convivir en igualdad y con libertad de culto", seg¨²n Riay Tatary, presidente de la Uni¨®n de Comunidades Isl¨¢micas de Espa?a e imam de la primera mezquita de Madrid.
Pero todas las declaraciones son desmentidas por una familia musulmana como la de Al¨ª y F¨¢tima. "No hay trabajo para una mujer con pa?uelo en Espa?a", dice F¨¢tima, que, desde que lleg¨® a Espa?a hace 13 a?os, s¨®lo ha encontrado trabajo en el servicio dom¨¦stico, pese a haber cursado estudios superiores. "Despu¨¦s de ver que en el centro de salud y en el colegio me llamaban para que hiciera de int¨¦rprete de otros compatriotas y mediara en determinadas situaciones, decid¨ª sacarme el curso de mediadora social. He hecho cuatro, todos los que hay. Me han seleccionado, pero cuando me ven con el pa?uelo me preguntan si me lo podr¨ªa quitar". Para F¨¢tima, la sociedad no entiende lo que significa. "Cuando llegu¨¦ a Espa?a no lo llevaba, y entonces era la morita. Ahora lo llevo porque siento que me respeto m¨¢s a m¨ª misma, porque el ir tapada significa que quien te quiere lo hace por c¨®mo eres t¨² por dentro y no por fuera". El matrimonio est¨¢ persuadido de que la ley del velo francesa en "defensa de la laicidad", aprobada esta semana, es un obst¨¢culo a la integraci¨®n.
Al¨ª asegura que en los nueve a?os que pas¨® en la construcci¨®n -ahora es vigilante de seguridad- no hab¨ªa un d¨ªa que no se hablara de la inmigraci¨®n. "Com¨ªa con los espa?oles mientras mis compatriotas lo hac¨ªan por su cuenta, y trataba de debatir con ellos y acabar con los t¨®picos sobre los musulmanes. Pero acab¨¦ harto de tanto paleto". Seg¨²n Tatary, sigue habiendo nichos laborales s¨®lo para musulmanes. "Tenemos una bolsa de trabajo en la mezquita y, a veces, s¨®lo por el nombre, rechazan trabajadores. Normalmente, buscan gente para trabajos manuales no cualificados, pese a que la preparaci¨®n de muchos es alta".
Todos los programas electorales tienen en cuenta el fen¨®meno migratorio. La izquierda propone el reconocimiento del derecho de voto a los inmigrantes como forma b¨¢sica de participaci¨®n e integraci¨®n. Derecho a votar en elecciones municipales y europeas -como cualquier comunitario- para los inmigrantes que lleven en Espa?a al menos dos a?os, y en las legislativas, tras la adquisici¨®n del permiso de residencia. Las propuestas de la derecha se centran en el cumplimiento de la tantas veces reformada Ley de Extranjer¨ªa, cuyo objetivo es el control. Entre todos se decidir¨¢ cu¨¢l es el modelo espa?ol de integraci¨®n.
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