Paro, paro, Teo, Teo
Reza as¨ª uno de los estribillos m¨¢s pegadizos de este a?o en los carnavales de C¨¢diz: "Paro, paro, Teo, Teo, / dejarse de cachondeo". A primera vista, parece uno m¨¢s. Incluso menos inspirado que los de otros a?os, en que los grandes letristas de la guasa vapulearon a la alcaldesa por el liderazgo de "la ciudad m¨¢s par¨¢ d?Uropa", entre otros atributos poco edificantes. A esta edici¨®n se a?aden en tropel: los problemas de astilleros ("Astilleros no se cierra/ hoy es mi grito de guerra"), la emigraci¨®n de los j¨®venes ("Que se vayan los americanos / de Rota y de Mor¨®n, / y que vuelvan los gaditanos /que trabajan en Castell¨®n"), las alusiones al color del futuro ("La vida que le espera a nuestra tierra / es negra, negra, muy negra"), la realidad cotidiana de los famosos barrios populares, la crisis de la tabacalera, y as¨ª una larga serie de los que ya podr¨ªamos considerar t¨®picos desesperados contra Te¨®fila. Tampoco se libraron en su d¨ªa otros pol¨ªticos, a los que la gente dej¨® de votar. Pero lo que ocurre con esta mujer omnipresente empieza a resultar inquietante. ?Por qu¨¦ la votan entonces, y adem¨¢s por mayor¨ªa absoluta, dos veces?
Siempre que puedo les hago esta pregunta a mis amigos de C¨¢diz. La mayor parte de ellos, por l¨®gica social, son de cuerdas contrarias al PP, pero viven all¨ª y padecen a la Mart¨ªnez d¨ªa tras d¨ªa. Sin embargo, no logran una explicaci¨®n medianamente plausible y acaban admitiendo que hay en todo esto como un misterio. Los logros pol¨ªticos del consistorio no son excepcionales: el soterramiento de la v¨ªa f¨¦rrea, con ser importante, no puede justificarlo todo; el enrejado de los parques para librarlos de desaprensivos es algo que se hace en otros muchos sitios; la limpieza, m¨¢s parece un mito que una realidad. Y poco m¨¢s.
Por el contrario, los incumplimientos y las carencias son muy notables: la no liberaci¨®n del peaje de la A-4, el prometido segundo puente sobre la Bah¨ªa (en eternos estudios previos); los enfrentamientos constantes con los sindicatos, las finanzas municipales, maquilladas hasta lo indecible (lo dicen los propios funcionarios), el paro por las nubes, la falta de viviendas...
Hasta que aparece la temida palabreja: populismo. La capacidad inaudita de esta mujer para rozarse con la gente, tratarlas por su nombre, conocer sus cuitas personales, dirigir el tr¨¢fico a la salida de los colegios, coger la piqueta mec¨¢nica sin quitarse las pulseras, repartir ceniceros por la playa... De aceptar esta receta de ¨¦xito estar¨ªamos elevando lo banal a categor¨ªa pol¨ªtica. Ya sabemos que en esta democracia devaluada a la que nos arrastra el PP, milagros como ¨¦se empiezan a repetirse demasiado. Y que en cierto modo lo que pasa en C¨¢diz es representativo de lo que pasa en buena parte del pa¨ªs. Por eso resulta doblemente inquietante. La sociedad medi¨¢tica, la capacidad de seducir a la gente con mentiras, juegos de palabras y gestos para la galer¨ªa, ?pueden alcanzar tanto poder? Pues por lo visto s¨ª. S¨®lo cabe esperar que la gente un d¨ªa recapacite, a lo que ya parece conminar el estribillo: "Teo, Teo..., dejarse de cachondeo".
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