La papeleta m¨¢s dif¨ªcil
Algunos heridos en el atentado acudieron a votar en ambulancia
Cayetano Abad siempre hab¨ªa votado en silencio. Pero ayer lo hizo en medio de una ovaci¨®n. Los ciudadanos presentes en el Colegio Ciudad de Valencia, en el barrio madrile?o de Santa Eugenia, rompieron a aplaudir cuando lleg¨® en ambulancia a depositar su papeleta desde el hospital Doce de Octubre, donde se recupera de las lesiones sufridas en el tr¨¢gico atentado del 11-M. No fue el ¨²nico herido que acudi¨® a las urnas desde los centros sanitarios.
"Yo ten¨ªa pensado votar porque me parece una obligaci¨®n y no quer¨ªa dejar de hacerlo tras lo ocurrido en los trenes. La vida no se para aqu¨ª", explica este t¨¦cnico del Ministerio de Hacienda de 43 a?os que el pasado jueves viajaba con su hija Ana, de 14, en uno de los vagones que estallaron en el Pozo del T¨ªo Raimundo.
"Ten¨ªa pensado votar y no quer¨ªa dejar de hacerlo; la vida no se para aqu¨ª", afirma Cayetano Abad
Su entrada al colegio electoral fue emocionante. Varios vecinos del barrio se acercaron a mostrarle su alegr¨ªa por verle all¨ª. Con collar¨ªn y vendas en la cara pero vivo. Una mujer, familiar de uno de los 200 fallecidos, se lo dijo bien claro: "T¨², aunque sea en ambulancia, puedes venir a votar".
Y es que el pasado jueves Cayetano y su hija volvieron a nacer. Estuvieron en el epicentro de la tragedia y pueden contarlo. La chica siente s¨®lo un dolor de espalda y el padre se recupera de un esguince cervical y de las lesiones sufridas en nariz, labio, frente y cuello.
Ese d¨ªa, como todos, padre e hija cogieron el tren a las 7.36 horas en la estaci¨®n de Santa Eugenia. Era un convoy de dos pisos y ellos iban en el de abajo. Pero cuando llegaron a la estaci¨®n del Pozo pas¨® algo raro. "Yo estaba leyendo un libro de caballos y sent¨ª que todo se quedaba oscuro, era como si se hubiera roto el piso de arriba. Mi padre me dec¨ªa que no me levantara", explica esta alumna de tercer curso de la ESO en el colegio de Mar¨ªa Virgen, cercano a Nuevos Ministerios.
Con la segunda explosi¨®n cayeron al suelo. "Nos quedamos en blanco, no est¨¢bamos desvanecidos, era algo dif¨ªcil de explicar, como si flot¨¢ramos", explican padre e hija. A Ana, del impacto, se le salieron las lentillas. Cayetano sinti¨® un dolor muy fuerte en la cabeza. Pero estaban vivos. "Ana buscaba un trabajo que ten¨ªa que llevar al colegio, una especie de tel¨¦grafo construido en una caja pero le dije que ten¨ªamos que marcharnos por si se produc¨ªa otra explosi¨®n", relata el padre con serenidad.
Salieron a las v¨ªas y lo que all¨ª vieron quedar¨¢ grabado para siempre en sus retinas. Ya en la calle Cayetano pidi¨® un tel¨¦fono m¨®vil a un viandante para llamar a su mujer. ?l iba cubierto de sangre pero, salvo el dolor de cabeza y la conmoci¨®n emocional se sent¨ªa bien. Tambi¨¦n su hija estaba sana. Despu¨¦s la polic¨ªa los traslad¨® al Doce de Octubre. Se hab¨ªan librado. Aunque todav¨ªa sienten muy dentro un zumbido y el olor del explosivo.
Tambi¨¦n Zahira Obaya, una dependienta de 21 a?os que sufri¨® heridas graves en la cara cuando estall¨® la bomba en la calle T¨¦llez, quiso votar ayer. Pero no pudo. Nada m¨¢s despertarse del coma explic¨® este deseo a su familia. Su padre se present¨® a primera hora de la tarde en el colegio electoral Nuestra Se?ora del Pilar con el DNI de su hija para depositar el voto de ¨¦sta. Y tambi¨¦n el hermano de su novio, Javier Garc¨ªa, pas¨® todo el d¨ªa en el colegio intentando convencer a la interventora del PP para que se hiciera una excepci¨®n.
Pero, aunque los interventores del PSOE e IU estaban de acuerdo la del PP se neg¨®, seg¨²n Javier. No pudo ser, y no votaron ni ella ni sus padres, que son de C¨¢diz y no han tenido tiempo, con tantas horas de hospital, de votar por correo, informa Carlos E. Cu¨¦.
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