Francia: cinco a?os de derecho de admisi¨®n

?Va la ampliaci¨®n a abrir, por fin, las fronteras a los ciudadanos de los 10 nuevos socios? Son muchos los que ya residen en la UE, como trabajadores en negro, en la construcci¨®n o en el servicio dom¨¦stico, y que esperan el pr¨®ximo d¨ªa 1, fecha de la adhesi¨®n, como agua de mayo.

M¨®nica, polaca de 63 a?os, llegada de Cracovia en 1991, es uno de ellos. Esta mujer, vistosa, lleg¨® con un visado de turismo para conocer Par¨ªs, con la intenci¨®n de volver a su pa¨ªs. Pero se qued¨® y ha ido enhebrando desde entonces trabajitos no declarados como empleada de hogar. Y hace meses que tacha fechas en el calendario, convencida de que el ingreso de Polonia en la UE va a procurarle permiso de trabajo. Aunque para ello a¨²n deber¨¢ esperar cinco a?os.

Como muchos de los pa¨ªses vecinos, Francia ha decidido que la libre circulaci¨®n de personas s¨®lo entrar¨¢ en vigor en ese plazo. As¨ª aplicar¨¢ a los ciudadanos de los Diez las mismas normas que a los extracomunitarios, como se subraya en el gabinete de Jean-Louis Borloo, ministro de Empleo, Trabajo y Cohesi¨®n Social. En febrero hab¨ªa un alza del paro a 9,8%, con 2,68 millones de desempleados. Por ello, cuando un polaco o un eslovaco deseen responder a una oferta de empleo, se les podr¨¢ negar el permiso de trabajo bas¨¢ndose en que hay otros europeos, de los Quince, en disposici¨®n de optar a esa misma ocupaci¨®n.

El ministerio subraya que es la misma pol¨ªtica que se practic¨® con Grecia, Portugal y Espa?a. Algunas categor¨ªas de inmigrantes, sin embargo, gozar¨¢n de un trato especial. Los investigadores, estudiantes y prestatarios de servicios podr¨¢n instalarse libremente en Francia, y siempre habr¨¢ permiso, como en la actualidad, para los temporales que trabajen en el campo.

Algunas asociaciones de car¨¢cter social destacan que esta pol¨ªtica quisquillosa puede dar la impresi¨®n de que la ampliaci¨®n es s¨®lo una forma de colmar las carencias de mano de obra en determinados sectores. Con ello, el Gobierno ha dejado pasar la oportunidad de convertirla en un acto integrador. Y, as¨ª, va a haber estatutos diferentes para europeos a tenor de si tienen o no permiso de residencia, como se?ala Claire Rodier, responsable del Grupo de Informaci¨®n y Sost¨¦n a los Inmigrados (Iisti).

Pero no cabe hablar de que se espere una inmigraci¨®n masiva. En 2002, por ejemplo, los polacos eran los m¨¢s numerosos, con 856 trabajadores temporales en la recolecci¨®n de frutas y legumbres, 770 para la vendimia y 499 estudiantes. Un pu?ado de gitanos h¨²ngaros entr¨® tambi¨¦n en petici¨®n de asilo.

Francia no es, por tanto, un pa¨ªs de acogida para unos inmigrantes que se muestran mucho m¨¢s inclinados a trasladarse a Alemania o Austria. Un estudio de la Comisi¨®n Europea de marzo de 2001 destacaba que ambos pa¨ªses deber¨ªan acoger en los a?os venideros un 80% del total de emigrantes del Este. Y Anne de Tinguy, investigadora del CNRS (Centro Nacional de Investigaciones Sociales), observaba en un seminario celebrado el pasado d¨ªa 6 que Francia no estaba en el itinerario de ese tipo de inmigraci¨®n. La reciente supresi¨®n de visados de corta duraci¨®n no ha provocado una oleada de visitantes, como dice la investigadora. Finalmente, otro estudio de la Comisi¨®n se?ala que s¨®lo los desempleados de los Diez quieren trabajar en el Oeste.