De Jerez a Triana, atrapados por el duende
En ruta por los pueblos y barrios de los territorios flamencos andaluces
A ver si se arrancan de una vez!". En las pe?as flamencas del barrio de Santiago de Jerez, bien entrada la madrug¨¢, los aficionados miran de reojo, entre ansiosos e implorantes, a los artistas y a los relojes. Los cantaores y tocaores que se han dejado caer por all¨ª deciden sin hablarlo si hoy se oir¨¢ flamenco o s¨®lo el sonido de los vasos rotos. Entonces, el duende puede dignarse a aparecer, y, si hay suerte, se puede asistir a un momento de rendici¨®n jonda, a una noche que los buenos aficionados se jactan de saber intuir.
Ha habido fortuna. El cantaor catal¨¢n Miguel Poveda y el bailaor Javier Bar¨®n se han partido el alma y la vida en la pe?a Antonio Chac¨®n, escondida entre las callejuelas del casco antiguo. M¨¢s tarde, los entendidos improvisan letras y taconeos cuando la noche deriva hacia el disparate y se brinda por la "salud y la libertad". Jerez es una de las tres cunas del flamenco, junto a C¨¢diz y Triana, no s¨®lo porque as¨ª lo digan los libros, sino porque en unas horas han pasado ante los ojos del visitante algunas de las esencias cabales del flamenco. De Jerez parte, o en Jerez termina, una de las rutas principales por los territorios flamencos, delimitadas por la Junta de Andaluc¨ªa, e impulsadas con la edici¨®n de gu¨ªas con informaci¨®n detallada para empaparse de acentos.
Jerez es "la tierra santa del flamenco", asegura Jos¨¦ Mar¨ªa Casta?o, flamenc¨®logo. Casi cada casa de la calle Nueva es un pedazo de historia del cante. "En ¨¦sta naci¨® Terremoto; en aqu¨¦lla de all¨¢, T¨ªo Jos¨¦ de Paula. Y mira, esa se?ora es la madre de Tomasito"
Fernanda y Bernarda, las dos vecinas m¨¢s conocidas, han puesto a Utrera en las primeras planas de diarios de Estados Unidos o Jap¨®n
JEREZ DE LA FRONTERA
Patria de la buler¨ªa, ejemplo de integraci¨®n de gitanos y castellanos, en Jerez (190.000 habitantes) todos parecen tener arte flamenco para regalar. "Aqu¨ª lo que es dif¨ªcil es encontrar un cerrajero", explica Jos¨¦ Mar¨ªa Casta?o, flamenc¨®logo, fuente de an¨¦cdotas y gu¨ªa de una visita a Santiago, barrio que, junto al de San Miguel, fue el principal asentamiento de los gitanos que llegaron en el siglo XVII. Es el lugar donde muchos de sus descendientes viven tras las paredes encaladas y las verjas negras de las casas achatadas. "?sta es la tierra santa del flamenco", asegura Casta?o. Casi cada casa de la calle Nueva es un pedazo de historia del cante. "En ¨¦sta naci¨® Terremoto; en aqu¨¦lla de all¨¢, T¨ªo Jos¨¦ de Paula. Y mira, esa se?ora es la madre de Tomasito".
Durante el festival del Teatro Villamarta, en marzo, la ciudad bulle con el flamenco y se olvida de su gran premio de motociclismo, de la Feria del Caballo (que se celebra a principios de mayo), de las bodegas que envasan al a?o 63 millones de botellas de co?¨¢ y de un paro que ronda el 30%. Los chavales del botell¨®n quitan el sent¨ªo por buler¨ªas, los japoneses abarrotan las academias y hay una pe?a de guardia que abre hasta las ocho de la ma?ana para que el arte no deje de brotar ni un minuto. El resto del a?o, todo es m¨¢s ¨ªntimo. Las fiestas se montan tras las puertas cerradas y en los patios de vecinos que han sobrevivido a los planes de urbanismo en el coraz¨®n del barrio de Santiago. "Aqu¨ª hab¨ªa una convivencia especial", recuerda Bastiana, gitana venerable de rostro oliv¨¢ceo, que se?ala las cuatro puertas abiertas del patio donde vive. "Siempre est¨¢bamos para un parto, para una fatiga o para una alegr¨ªa".
Muy cerca de all¨ª, la brisa corre fuera del bar Arco de Santiago, punto de reuni¨®n de flamencos. Dentro fluye el fino. Los turistas admiran el porte jacarandoso de Diego Carrasco y Mora¨ªto Chico, dos leyendas de La Frontera, que est¨¢n all¨ª como si nada. "M¨¢s de una vez, estaba en una pe?a o un bar, y me he dado cuenta de que hab¨ªa m¨¢s artistas que gente corriente", explica Jos¨¦, un aficionado bilba¨ªno. Tanta exuberancia ped¨ªa a gritos que las autoridades locales tomaran nota. El Ayuntamiento planea construir la Ciudad del Flamenco, "un complejo cultural que se alzar¨¢ en la plaza de Bel¨¦n, punto equidistante entre Santiago y San Miguel, los barrios m¨¢s flamencos del mundo", sentencia Pedro Pacheco, hoy concejal de urbanismo, que fue alcalde durante m¨¢s de 20 a?os. Los arquitectos suizos Herzog y De Meuron ganaron el concurso con una propuesta contempor¨¢nea de sabor ar¨¢bigo-andaluz. El proyecto, de l¨ªneas rectas, incluye un auditorio, un jard¨ªn entre muros perforados y una torre-atalaya donde se instalar¨¢ un museo.
LEBRIJA
El ferrocarril que comunicaba Sevilla y Jerez en el siglo XIX, que a¨²n se detiene en Lebrija (24.000 habitantes), puede ser una buena opci¨®n para seguir la ruta, a 31 kil¨®metros y ya en la provincia de Sevilla. Probablemente en aquel tren lleg¨®, desde Utrera, Mar¨ªa la Perrata, madre de Juan Pe?a, El Lebrijano, leyenda viva del flamenco. Simp¨¢tico y llano, el cantaor, de 63 a?os, se sorprende cuando cuatro gitanas de unos 16 a?os se acercan a pedirle un aut¨®grafo. "En mi pueblo me quieren. No estaba preparado", dice, y escribe dedicatorias de estrella del rock. "Alg¨²n d¨ªa vendr¨¢ la gente a Lebrija como se va a Nueva Orleans a escuchar jazz", aventura a los pies de la Giraldilla, torre construida en el siglo XVIII a imagen de la de Sevilla, que se eleva en la iglesia de Nuestra Se?ora de la Oliva, cerca de la estatua de Nebrija, padre de la gram¨¢tica castellana, que naci¨® en Lebrija.
Entre las callejuelas del casco antiguo, en la pe?a Pepe Montaraz, tres de las nueve Corraleras de Lebrija se arrancan con una de las sevillanas tradicionales que les han hecho famosas. Llevan toda la vida cant¨¢ndolas en las Cruces de Mayo, una fiesta en la que las mujeres adornan y cantan a los altares de las hornacinas de las fachadas. Ahora graban discos y acuden a festivales. "Tambi¨¦n hacemos rumbas, fandangos y hasta un r¨¢", explica con desparpajo Juana Vargas Amaya.
UTRERA
Sin dejar la margen izquierda del Guadalquivir, a 46 kil¨®metros se encuentra Utrera, una ciudad que se descubre entre calles blancas que huelen a olivo. Las torres de las iglesias g¨®ticas de Santiago el Mayor y Santa Mar¨ªa de la Mesa rivalizan con la vista ondulada de la campi?a sevillana. Muy cerca de la iglesia de Santiago se halla el hospital de la Santa Resurrecci¨®n, construido por los Ponce de Le¨®n. All¨ª nac¨ªan los hijos de los gitanos que llegaron en el siglos XVI y XVII y se asentaron alrededor de la calle Nueva.
Trescientos a?os despu¨¦s, la integraci¨®n se nota. "Han sido respetados como artistas, lo que ha evitado su marginaci¨®n", aduce Alfonso Jim¨¦nez. Vecino de Utrera, deja claro que es algo m¨¢s que respeto lo que los 45.000 habitantes sienten por las hermanas Fernanda y Bernarda, sus dos vecinas m¨¢s conocidas, que han puesto a Utrera en las primeras planas de diarios de Estados Unidos o Jap¨®n. No son las ¨²nicas. Merc¨¦ La Serneta cre¨® unos cantes por sole¨¢ ¨²nicos en el mundo, y aqu¨ª nacieron la saga de los Pinini o artistas como Bambino o Curro de Utrera. En un bar, la conversaci¨®n trata de la menguada salud de Fernanda. "A Bernarda todav¨ªa se la ve a veces por el Rinc¨®n del Ni?o Perdido", interviene alguien. Ese callej¨®n, ¨²nico vestigio del pasado jud¨ªo de la ciudad, fue bautizado as¨ª porque en aquel lugar se abandonaba a los hijos no deseados. Y desemboca en la plaza del Altozano, centro de la vida de un pueblo orgulloso de sus 15 iglesias, del Potaje de Utrera (el festival de flamenco m¨¢s antiguo del mundo), de sus pasteles (mostachones y bizcotelas) y de sus campaneros, un grupo de audaces que mantiene viva la tradici¨®n de tocar las campanas encaram¨¢ndose a ellas, en un desaf¨ªo al instinto de conservaci¨®n.
SEVILLA
El final del viaje es el principio de todo. "Es el primer lugar donde se sabe que hubo flamenco, aunque no es seguro que sea el sitio en el que naci¨®", explica Alberto Garc¨ªa Reyes, todo un doctor en flamenco a sus 27 a?os. "Hace casi dos siglos describi¨® Seraf¨ªn Est¨¦banez Calder¨®n, en sus Escenas andaluzas, un baile en Triana, entonces barrio marginal de Sevilla". Con la expansi¨®n de la ciudad, hace tiempo que Triana dej¨® de ser "arrabal y guarda" de la capital, como reza el dicho. Hoy a¨²n se proclama como una "rep¨²blica independiente", c¨¦ntrica, eso s¨ª, y se ha convertido en una de las zonas m¨¢s caras de una ciudad administrativa y modernizada. Permanecen muy pocos de los oriundos de Triana, que de los hist¨®ricos corrales de vecinos fueron realojados por el franquismo en bloques de pisos del barrio de las Tres Mil Viviendas o La Macarena. Porque en Sevilla, con casi 700.000 habitantes, es de ilusos pretender localizar el flamenco en un solo punto. Est¨¢ en los tablaos tur¨ªsticos; en el teatro Central, pulm¨®n art¨ªstico de vanguardia situado en el barrio de la Cartuja, y, claro, en las pe?as. "Yo, cuando quiero escucharlo, me voy a la de mi barrio, donde se pueden o¨ªr seguiriyas hasta las cuatro de la ma?ana", asegura Juanma Camarillo a la puerta de un peque?o taller de flamenco del barrio de La Macarena. All¨ª se ense?a el arte jondo a unos 600 alumnos, extranjeros en un 90%. Este a?o, muchos llegan atra¨ªdos por el 25? aniversario de la Bienal, un festival de larga duraci¨®n que llena la ciudad de flamenco durante meses y que registra su apogeo en septiembre y octubre.
GU?A PR?CTICA
Jerez de la Frontera
- Hotel Guadalete (956 18 22 88). Duque de Abrantes, 50. Un moderno cuatro estrellas situado cerca de la Real Escuela de Arte Ecuestre. La doble, a partir de 110 euros.
- Restaurante El Gallo Azul (956 32 61 48). Larga, 2. En un edificio del centro, cocina evolucionada con ra¨ªz local para picar o comer (unos 30 euros).
- Pe?a Don Antonio Chac¨®n (956 34 74 72). Salas, 2.
Noches flamencas y sabor aut¨¦ntico.
- Bar Arco de Santiago (956 30 30 81). Barreras, 3. En el coraz¨®n del barrio gitano, un punto de reuni¨®n de flamencos.
Lebrija
- Pe?a Pepe Montaraz (955 97 12 72). Callej¨®n de los Frailes, 6. Lugar imprescindible del flamenco lebrijano.
Utrera
- Hacienda de Or¨¢n (696 93 02 04). Carretera de Don Rodrigo, km 4. Cortijo pintado de albero con palmeras y olivos. La doble, a partir de 120 euros.
Sevilla
- Hoster¨ªa del Laurel (954 22 02 95; www.hosteriadellaurel.com). Plaza de los Venerables, 5. La doble, desde 80.
- Bar el Mantoncillo. Alfarer¨ªa, 104. Un reducto de flamenco trianero.
- Restaurante Casa Robles (954 21 31 50). ?lvarez Quintero, 58. Buen surtido de tapas. Alrededor de 30 euros.
- Casa de la Memoria Al Andalus (954 56 06 70). Xim¨¦nez de Enciso, 28
. Centro cultural que ofrece conferencias y recitales de flamenco.
Informaci¨®n
- www.andalucia.org.
RUTAS DE TRON?O
LA CONSEJER?A de Turismo de la Junta de Andaluc¨ªa propone al viajero siete recorridos para descubrir los territorios flamencos. Para ayudarle, ha editado una gu¨ªa en la que se trata de se?alar "los lugares donde la verdad se explica sola". Adem¨¢s de la ruta madre, de Triana a Jerez, se ofrecen otras seis propuestas.
Ruta de la Baja?¨ª.
En busca de los or¨ªgenes de la guitarra. Este recorrido comienza en Algeciras, patria de Paco de Luc¨ªa, y recorre San Fernando, Sanl¨²car de Barrameda, Jerez y Mor¨®n de la Frontera.
Ruta de la Creaci¨®n.
En tres provincias (M¨¢laga, Granada y C¨®rdoba) se adentra este recorrido inspirado por la figura de Antonio Chac¨®n.
Ruta de Cayetano.
Desde Puente Genil hasta Porcuna (Ja¨¦n), con parada en C¨®rdoba, refugio hist¨®rico de los m¨¢s grandes cantaores.
Huelva y sus fandangos.
La provincia m¨¢s occidental de Andaluc¨ªa es sin¨®nimo de fandango para los aficionados. Recorre una decena de pueblos y termina en la capital.
La ruta minera.
Los cantes de levante (minera, taranto, cartagenera...) divididos entre dos de sus provincias de origen: Ja¨¦n y Almer¨ªa.
Ruta de las grandes figuras.
Antonio Mairena, la Ni?a de la Puebla o Pastora Pav¨®n. De Sevilla a M¨¢laga resuenan las leyendas del flamenco. El recorrido pasa por Carmona, Marchena o Antequera, entre otros pueblos de gran tradici¨®n jonda.
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