Espa?a llega tarde
La ampliaci¨®n de la UE es una oportunidad hist¨®rica para consolidar la paz, la estabilidad y la democracia en el continente europeo, lo que traer¨¢ consigo nuevas perspectivas de crecimiento econ¨®mico". La frase, que da inicio al ¨²ltimo informe interno sobre el tema elaborado por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, resume el optimismo oficial con el que el Gobierno espa?ol ha venido afrontando la ampliaci¨®n desde que el Consejo Europeo de Luxemburgo abri¨®, en diciembre de 1997, la negociaci¨®n del mayor reto de su historia. Y no es previsible que esa visi¨®n simplemente positiva vaya a cambiar con Rodr¨ªguez Zapatero.
La actitud oficial tiene un reflejo perfecto en la calle: un 62% de los espa?oles, constata el Eurobar¨®metro, es partidario de recibir a los 10 nuevos socios que ayer hicieron su entrada en Europa, y a los tres m¨¢s que hacen cola: Bulgaria, Rumania y Turqu¨ªa. El mismo indicador apenas sube del 30% en Francia. Y si se buscan los contrarios, s¨®lo el 15% de los espa?oles se opone a la ampliaci¨®n, la cifra m¨¢s baja de Europa.
"Para Espa?a, la ampliaci¨®n nunca ha sido una ambici¨®n, salvo en la dimensi¨®n m¨¢s pol¨ªtica de reunificar Europa", afirma Charles Powell
Un 62% de los espa?oles es partidario de la ampliaci¨®n y s¨®lo un 37,9% de los empresarios piensa que va a afectarles. ?Hay motivo para tanta euforia?
Al parecer, no se trata s¨®lo de una opini¨®n mal informada, porque su perfil se mantiene en el grupo social m¨¢s afectado por la ampliaci¨®n, el de los empresarios. De acuerdo con una encuesta realizada el pasado febrero por el Consejo Superior de C¨¢maras de Comercio, sobre una muestra de 3.509 individuos, ¨²nicamente el 37,9% de los empresarios espa?oles preve¨ªa que la llegada de los pa¨ªses del Este tendr¨ªa "alg¨²n efecto" sobre sus negocios, y los que se?alaban eran positivos: mayor oferta de mano de obra, mayor demanda de sus productos, incluso m¨¢s capacidad para atraer inversiones -pese a que la deslocalizaci¨®n industrial y su relaci¨®n con la ampliaci¨®n son ya una evidencia-, menores costes de producci¨®n... La cosa cambia relativamente en la industria: casi uno de cada dos encuestados (49,5%) en ese sector pensaba que la ampliaci¨®n iba a afectarle.
Los nuevos desaf¨ªos
?Hay motivo para tanta euforia? Nadie ha ocultado nunca los desaf¨ªos que el paso de una Europa de 15 a una de 25 plantea a cada socio, tanto en el terreno econ¨®mico como en el institucional, porque la presencia de cada Estado en el conjunto de la Uni¨®n, l¨®gicamente, se difumina.
Espa?a es uno de los que menos relaciones tienen con el Este, y que, en consecuencia, menos lazos han desarrollado con los nuevos socios, lo que le har¨¢ m¨¢s dif¨ªcil aprovechar las ventajas de la ampliaci¨®n del mercado. A esto se a?ade una tercera preocupaci¨®n espec¨ªfica: la de tener que competir con los reci¨¦n llegados, todos ellos de renta m¨¢s baja, por las ayudas que, en aras de la cohesi¨®n social y el desarrollo regional, ha venido recibiendo desde su adhesi¨®n. Espa?a ha sido el principal receptor de esos fondos hasta ahora. Y esto, en un contexto financiero deteriorado que la Comisi¨®n pretende abordar.
"Hay que dar la vuelta al concepto. Espa?a no pierde, gana, porque al salir de la pol¨ªtica de cohesi¨®n quiere decir que ha ganado masa cr¨ªtica y que ha superado el nivel m¨ªnimo para entrar en el desarrollo y funcionar por s¨ª misma sin que le ayuden", replica Ram¨®n de Miguel, el diplom¨¢tico que, como secretario de Estado para Europa, ha dirigido este tema con los Gobiernos del PP.
"Para Espa?a, la ampliaci¨®n nunca ha sido una ambici¨®n, salvo en la dimensi¨®n m¨¢s pol¨ªtica de reunificar Europa. No obstante, por su propia transici¨®n y por el ¨¦xito de su proceso de modernizaci¨®n, representa el precedente m¨¢s atractivo para los pa¨ªses de la ampliaci¨®n, y, en esa medida, podr¨ªa desempe?ar un papel", puntualiza Charles Powell, analista de la UE en el Real Instituto Elcano. "En ese sentido, es importante c¨®mo quede la Constituci¨®n [en cuanto al reparto de poder], es importante que los nuevos socios perciban que Espa?a queda en una situaci¨®n c¨®moda, para que no pierda centralidad", a?ade.
"Todo el mundo pierde peso institucional [con la ampliaci¨®n], pero Espa?a no tiene el problema franc¨¦s de la nostalgia de una Europa a doce. Hay que buscar otros par¨¢metros, otras alianzas, y jugar en el nuevo terreno. Nos hubiera venido mejor tener un poco m¨¢s de tiempo para subir en convergencia real [con respecto a la renta media europea], pero las cosas [la ampliaci¨®n] se hacen cuando se hacen, no cuando uno quiere", opina De Miguel.
As¨ª quedan las cosas m¨¢s all¨¢ de cualquier pol¨¦mica.
El reparto de poder. Es lo m¨¢s incierto, pues sigue pendiente de negociaci¨®n. Es un hecho que Aznar recuper¨® en Niza, en diciembre de 2000, el poder que se perdi¨® con ocasi¨®n de la cuarta ampliaci¨®n (1995: Austria, Suecia y Finlandia) y que Felipe Gonz¨¢lez hab¨ªa reclamado hasta lograr, un a?o antes, el llamado Compromiso de Ioannina, es decir, un r¨¦gimen provisional y la promesa de que la situaci¨®n ser¨ªa revisada. La revisi¨®n de Niza se hizo, sin embargo, a costa de ceder 14 esca?os en un Parlamento Europeo llamado a tener cada vez m¨¢s peso en las decisiones comunitarias.
Tras el cerrojazo de Aznar al nuevo sistema de doble mayor¨ªa salido de la Convenci¨®n, que recorta la capacidad de bloqueo de decisiones adoptadas por mayor¨ªa cualificada que Espa?a obtuvo hace cuatro a?os, y los choques subsiguientes con Francia y Alemania, que condujeron al retraso de la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n europea, el Gobierno del PSOE intenta un arreglo y hay buenas perspectivas de que lo logre mediante una f¨®rmula a la que ni el PP podr¨¢ poner pegas. Pero hay que esperar al 18 de junio, como m¨ªnimo.
Los fondos regionales. S¨®lo dos regiones, Castilla-La Mancha y Murcia, adem¨¢s de Ceuta y Melilla, dejar¨¢n de percibir ayudas, al superar sus rentas el umbral del 75% de la nueva media europea, m¨¢s baja tras la incorporaci¨®n de pa¨ªses menos desarrollados. Es lo que se conoce como "efecto estad¨ªstico" y se manifestar¨¢ a partir de 2007, ya que hasta entonces los Quince y los Diez tendr¨¢n financiaciones separadas.
Cuatro regiones que hoy perciben fondos -Canarias, Valencia, Asturias y Castilla y Le¨®n- superar¨ªan el umbral, y otras tres -Extremadura, Andaluc¨ªa y Galicia- seguir¨¢n asistidas.
El efecto estad¨ªstico, al superar la renta media nacional el 90% de la renta media europea, dejar¨¢ adem¨¢s a Espa?a, a partir de 2007, fuera de la pol¨ªtica de cohesi¨®n, por la que hoy percibe unos 11.000 millones de euros anuales.
Estos problemas ser¨¢n un quebradero de cabeza en la negociaci¨®n de las perspectivas financieras para el sexenio 2007-2013. El Gobierno anterior logr¨® un cierto reconocimiento del efecto estad¨ªstico, que podr¨ªa ralentizar la salida de los fondos regionales, pero no de los fondos de cohesi¨®n.
Deslocalizaci¨®n y competencia. El Gobierno de Aznar public¨® un plan marco para favorecer la expansi¨®n de las empresas espa?olas en el Este, pero no dio resultado. El saldo comercial global y en los dos sentidos con los Diez pas¨® de 914.516 millones de euros a 1,3 billones de euros en 2003, una cifra que nos sigue situando en los puestos bajos del ranking comunitario. La inversi¨®n, pese a las actividades de Uni¨®n Fenosa en la zona, de Telepizza en Polonia o de Eulen-Vega Sicilia en la viticultura h¨²ngara, es insignificante.
Las empresas espa?olas estaban centradas en Am¨¦rica Latina cuando se hicieron las primeras privatizaciones y consideran ahora que el Este est¨¢ ya conquistado por Alemania, Francia e Italia. El Gobierno anterior estimaba que s¨®lo en Rumania quedaban oportunidades.
Est¨¢ luego el problema de la deslocalizaci¨®n, que se ha llevado en los ¨²ltimos tres a?os m¨¢s de 10.000 empleos espa?oles y se agudizar¨¢ con la ampliaci¨®n.
"Las empresas importantes van a mantener en Espa?a sus actividades de alta tecnolog¨ªa, las de mayor valor a?adido, aunque se lleven el resto de la producci¨®n. Esto no es malo; es positivo, porque Espa?a necesita mucha de esta deslocalizaci¨®n horizontal", opina Fernando Puerto, director de relaciones exteriores del Consejo Superior de C¨¢maras de Comercio.
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