Las alambradas marcan los nuevos l¨ªmites de la UE en Chipre
MUSTAF? C. OFRECE naranjas al visitante amodorrado por el calor del mediod¨ªa y el olor a azahar. Desde una atalaya de su plantaci¨®n se divisan las torres de control de los cascos azules de Naciones Unidas. Al fondo, el Mediterr¨¢neo entre los pinos de la costa del norte de Chipre. Mustaf¨¢, de 46 a?os, ha enviado a sus cuatro hijos a la Universidad de Estambul gracias los frutos del vergel que riega desde hace casi 30 a?os en la aldea de G¨¹neskoy. Pero la tierra no es suya. Nunca podr¨¢ serlo. Pertenece a alg¨²n agricultor grecochipriota que guarda celosamente sus t¨ªtulos legales en el sur de la isla. G¨¹neskoy, en realidad Nikitas, era una poblaci¨®n grecochipriota hasta la partici¨®n de la isla. Para llegar a la aldea es obligado atravesar carreteras salpicadas de guarniciones turcas. Hay carteles en las colinas que rezan: "Orgulloso de ser turco". Pero si alg¨²n d¨ªa se cumplen las previsiones del plan de Naciones Unidas para la reunificaci¨®n de Chipre, Mustaf¨¢ tendr¨¢ que abandonar sus campos. "Matar¨¦ a quien intente echarme de aqu¨ª", amenaza de entrada, para acabar suplicando: "?No hay forma de que pueda comprar esta tierra?".
Las dulces naranjas de la variedad Valencia de G¨¹neskoy estaban condenadas a acabar en los mercados de Turqu¨ªa, el ¨²nico pa¨ªs que se ha atrevido a romper el embargo internacional que pesa sobre el norte de Chipre. El fracaso del refer¨¦ndum para la reunificaci¨®n de la isla en el sector grecochipriota permitir¨¢ que agricultores turcochipriotas como Mustaf¨¢ sigan trabajando por el momento sus actuales tierras. Pero el mayoritario voto del norte de Chipre a favor del s¨ª, a pesar que supon¨ªa una sustancial p¨¦rdida de parte de su territorio, va a ser recompensado por la Uni¨®n Europea con ayudas al desarrollo y con la libre circulaci¨®n de sus mercanc¨ªas a trav¨¦s de la l¨ªnea verde. Si futuros vetos de Nicosia o Atenas no lo impiden, las naranjas de Mustaf¨¢ podr¨¢n pronto llegar directamente al mercado ¨²nico europeo.
Hace menos de ocho a?os que se produjeron las ¨²ltimas muertes por disparos en la l¨ªnea verde. Y hace apenas un a?o que los chipriotas de ambos sectores de la isla pueden atravesarla sin grandes restricciones. La Europa de los 25 tiene en Chipre su ¨²ltimo muro y una nueva paradoja: una frontera interior sin aduanas, pero sembrada de alambradas y barricadas donde montan guardia soldados de Naciones Unidas.
A Mar¨ªa Odisseas, de 54 a?os, no parece importarle. Hace poco que se mud¨® con su marido y sus dos hijos a una casa colonial de 1893, reci¨¦n rehabilitada con fondos europeos en el barrio de Agios Yorgos, en plena l¨ªnea verde de Nicosia. "Espero que se abra pronto esta calle, los turcos siempre han sido nuestros vecinos", sonr¨ªe esperanzada.
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