Una cubana 'reyoya'
Al escuchar Flor de amor, el ¨²ltimo trabajo de Omara Portuondo, uno se pone a volar. A volar hacia el pasado, que es evocar. Y as¨ª, de pronto uno se reencuentra con melod¨ªas inolvidables de Los Zafiros; con el filin de Elena Burke; con el influjo y las maneras del pianista Frank Emilio; con el alma de Pedro Vargas. Hay, adem¨¢s, sorpresas y aut¨¦nticas perlas: est¨¢ el bolero de Agust¨ªn Lara Amor de mis amores; una canci¨®n de Miguel Matamoros, Juramento, y otra de Margarita Lecuona, Tab¨², que son como pu?etazos en el ment¨®n; y tambi¨¦n hay guajiras dignas de Celina Gonz¨¢lez, la reina de la m¨²sica campesina. Durante los 49 minutos y 14 canciones de Flor de amor -su segundo ¨¢lbum en solitario para Word Circuit, la discogr¨¢fica de Buena Vista Social Club-, Omara ejerce de m¨¦dium y da vida a un fabuloso tesoro musical. "?ste es un disco para disfrutar, para dejarse llevar", aconseja. "Usted se sienta tomando un vinito con un amigo, y le dice: ?te acuerdas de esta canci¨®n? Y luego: ?y de esta otra?".
El lugar de la cita lo elige Omara: el hotel Victoria de La Habana, ante un caf¨¦ fuerte y cuban¨ªsimo, antes de salir hacia Europa para promocionar Flor de amor. La Portuondo es una conversadora incre¨ªble: cuenta an¨¦cdotas fabulosas de sus inicios, tararea canciones del nuevo disco, emplea el doble y hasta el triple sentido, gesticula, salpica la conversaci¨®n con semblanzas de los grandes de la m¨²sica popular. Y, como no pod¨ªa ser de otra forma, habla del amor a contracorriente de su madre, hija de una rica familia espa?ola, y su padre, un famoso jugador de b¨¦isbol negro del equipo Almendares.
"Ellos se amaron mucho. Los prejuicios raciales en aquel tiempo eran grandes, pero en casa ten¨ªan su refugio y disfrutaban lo que la sociedad les negaba. Los dos cantaban muy bien; cantaban en la cocina, en el ba?o, en todos lados. Con ellos aprend¨ª La Bayamesa, Veinte a?os..., mis primeras canciones".
Nacida en octubre de 1930
en el barrio rumbero de Cayo Hueso, en el epicentro de La Habana, Omara es todo temperamento; no hay nada de gratuito en su alias musical: "la novia del filin" (por el g¨¦nero que toma su nombre de feeling, sentimiento). Flor de amor, admite, suena distinto a sus anteriores discos, tanto por el repertorio como por el tono. "Es muy dulce, muy suave. Es m¨²sica cubana, pero m¨¢s contenida, sin estridencias". Si su ¨¢lbum anterior para World Circuit, Buena Vista Social Club presenta... Omara Portuondo, evocaba el sonido y la ¨¦poca de apogeo de las big band, ¨¦ste est¨¢ m¨¢s basado en las guitarras, ejecutadas por virtuosos como Manuel Galb¨¢n, el tresero Papi Oviedo y los integrantes del grupo Irakere Carlos Emilio y Jorge Chicoy, adem¨¢s de Swami Jr. en la guitarra brasile?a de 7 cuerdas. "La guitarra es un compa?ero ideal para esta m¨²sica, le da un car¨¢cter muy ¨ªntimo", asegura Omara. En esta ocasi¨®n, Nick Gold, el productor del disco y de los anteriores de la saga del Buena Vista, cont¨® con la colaboraci¨®n del brasile?o Ale Sequeira, quien ha trabajado con Carlhinos Brown y Caetano Veloso y recientemente fue premiado con un Grammy por Tribalistas. As¨ª define Omara Flor de amor?: "Es un dulce delicioso que no empalaga. Como un caf¨¦ con leche que tiene su puntito de sal".
La mayor¨ªa de las canciones que lo integran no forman parte de su repertorio habitual, y algunas ni las conoc¨ªa, como Mueve la cintura mulato, un son de Alejandro Almenares pr¨¢cticamente desconocido. Otros temas, seleccionados por Omara, los hab¨ªan hecho famosos int¨¦rpretes como Pedro Vargas, Elena Burke, Celina Gonz¨¢lez o Los Zafiros. "A ellos est¨¢ dedicado Flor de amor, pues todos, de una u otra forma, est¨¢n en ¨¦l", afirma Omara. Tambi¨¦n est¨¢ muy presente el filin y los fundadores de este movimiento musical, empezando por Jos¨¦ Antonio M¨¦ndez y Frank Emilio, el primero que la acompa?¨® al piano en sus actuaciones con la orquesta Loquibambia.
Omara es arropada en este disco por m¨²sicos de lujo: el joven Roberto Fonseca al piano; al contrabajo, Orlando Cahaito L¨®pez; Amadito Vald¨¦s en los timbales; Jes¨²s Aguaje Ramos al tromb¨®n; y el incontenible Miguel Anga en las congas. El sonido inconfundible de London Clarinets est¨¢ en la guajira Flor de amor, de Rosendo Ruiz Quevedo (autor de chachach¨¢s legendarios como Rico Vacil¨®n y Los Marcianos); y la Portuondo hasta canta en portugu¨¦s el ¨²ltimo tema del disco, Casa calor, de Carlihnos Brown. El resultado es una Omara introspectiva, ¨ªntima, que entrega su voz m¨¢s honda y evocadora en estas maravillosas vi?etas de la m¨²sica cubana. En v¨ªsperas del lanzamiento de Flor de amor y de su gira promocional por Espa?a, Europa y Estados Unidos, Omara acepta autodefinirse: "Canto boleros, filin, guajiras, sones: s¨ª, soy una cubana reyoya".
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