Espa?a necesita m¨¢s vuelo
La selecci¨®n de S¨¢ez supera a Rusia con peores noticias de las esperadas, sin demasiada creatividad y con un juego mec¨¢nico
Un fogonazo, interpretado en primera instancia por Xabi Alonso y concretado por Valer¨®n, dio la victoria a Espa?a en un partido discreto, con peores noticias de las esperadas en la selecci¨®n. Sus dificultades en la primera parte recordaron a otras parecidas en los grandes torneos, donde hay poco tiempo para remediar los problemas. El juego result¨® demasiado mec¨¢nico, la velocidad fue escasa y la creatividad no apareci¨® por ning¨²n lado. Las alternativas se hicieron necesarias. Entraron Xabi Alonso y Valer¨®n, que definieron la primera jugada que interpretaron. Espa?a marc¨® en esa acci¨®n y envi¨® un mensaje. Necesita algo m¨¢s de vuelo en su juego.
Sin fantas¨ªa y velocidad, Espa?a se enred¨® durante el primer tiempo en el abnegado f¨²tbol de siempre, pol¨ªticamente correcto, pero previsible para cualquiera, incluso para los rusos, que no se destacan por su eficacia defensiva. S¨¢ez se mueve en un dilema interesante. Sus jugadores m¨¢s expertos, los que llevan los galones en sus equipos, son gente que se trabaja los partidos metro a metro. Son astutos como Ra¨²l, poderosos como Morientes, secos como Albelda, listos como Baraja, tenaces como Etxeberria. Son futbolistas importantes en su mayor¨ªa, con trayectorias acreditadas, competitivos, sin duda. M¨¢s que quebrar a sus rivales, los erosionan para ganarlos. Espa?a sabe mucho de este tipo de futbolistas. Y tambi¨¦n sabe que la selecci¨®n necesita algo m¨¢s que trabajar el h¨ªgado de sus rivales. Lo dice una larga historia de frustraciones, de adversarios que no han ca¨ªdo ante el mec¨¢nico acoso de la selecci¨®n. Espa?a necesita pase, fantas¨ªa y sorpresa. El equipo dispone de las tres cualidades. Se llaman Xabi Alonso, Valer¨®n y Fernando Torres. Estuvieron en el banquillo hasta que la realidad se volvi¨® terca. Despu¨¦s de un arranque prometedor, su rutinario ataque apenas produjo una ocasi¨®n: una vertiginosa incursi¨®n de Vicente que Ra¨²l cerr¨® con un buen cabezazo y Etxeberria con un p¨¦simo remate.
Esa jugada se protagoniz¨® en los ¨²ltimos instantes del primer tiempo y levant¨® m¨¢s dudas que certezas en el equipo. Todo el fatigoso trabajo de derribo se hab¨ªa concretado en una oportunidad. La selecci¨®n comenz¨® a verse en un partido complicado, dif¨ªcil de descifrar, uno de los que le ha dado mala fama en los grandes torneos. Rusia, que se hab¨ªa tapado sin disimulo, olfate¨® los signos de debilidad de Espa?a y tir¨® dos bocados temibles. El primero lo salv¨® Casillas en el mano a mano con Alenichev, que entr¨® como un avi¨®n en el ¨¢rea. Pero Casillas estuvo impecable: mantuvo la figura, achic¨® la porter¨ªa y rechaz¨® el tiro del ruso. Fue la t¨ªpica intervenci¨®n decisiva del portero, in¨¦dito hasta aquel momento. La jugada puso de manifiesto la clase de partido que esperaba a Espa?a si persist¨ªa en la misma l¨ªnea de juego.
Apenas Vicente hab¨ªa ofrecido se?ales interesantes. Su autoridad en la banda izquierda era lo m¨¢s relevante del juego espa?ol. Pero Vicente no encontr¨® socios. Albelda ejerc¨ªa su silencioso trabajo defensivo sin a?adir vuelo a su f¨²tbol. Eso ya se sabe. Baraja no logr¨® interpretar el papel de director, con decisiones equivocadas y sin su indiscutible capacidad para alcanzar el ¨¢rea. Morientes se alej¨® de su versi¨®n francesa para regresar a ¨¦pocas menos brillantes. Y Ra¨²l no lograba conectar con nadie a su alrededor. Buscaba y no encontraba. En la derecha, Etxeberria percut¨ªa, pero no desbordaba. El p¨²blico castig¨® su error en uno de sus remates con algunos silbidos. Poco a poco se anunciaba algo parecido a la angustia.
Durante los ¨²ltimos d¨ªas, S¨¢ez ha anunciado que su segundo batall¨®n aprovechar¨¢ los restos del combate. Est¨¢ en esa idea. Es posible que el f¨²tbol del primer tiempo debilite a los rivales, pero no es seguro que siempre haya tiempo para derribarles en la segunda parte. Lo ¨²nico evidente era el cambio de direcci¨®n que necesitaba Espa?a. No pod¨ªa seguir con m¨¢s de lo mismo. Rusia comenz¨® a acomodarse al encuentro, lanz¨® un par de contragolpes, movi¨® algo la pelota y, de repente, el partido estaba igualado en todos los sentidos. La soluci¨®n estaba en el banquillo. S¨¢ez lo interpret¨® con rapidez. Poco despu¨¦s de iniciarse el segundo tiempo, cambi¨® a Baraja y Morientes por Xabi Alonso y Valer¨®n, una decisi¨®n de peso que tuvo consecuencias inmediatas.
En la primera jugada tras el cambio, Xabi Alonso cruz¨® la pelota con el rango que le caracteriza. Etxeberria la recogi¨®, se adentr¨® en diagonal, en medio de un bosque de piernas amigas y enemigas, de manera que el bal¨®n regres¨® a la derecha, donde apareci¨® Puyol con su habitual energ¨ªa y con un centro que Valer¨®n aprovech¨® con naturalidad en el ¨¢rea. El gol tuvo algo de simb¨®lico. Comenz¨® y termin¨® en los dos jugadores que acababan de entrar en el partido, dos jugadores, por cierto, que a?ad¨ªan cosas novedosas al juego de la selecci¨®n. Uno, criterio; el otro, fantas¨ªa. Faltaba Torres, y deber¨ªa haber entrado antes, pero est¨¢ muy bien que S¨¢ez garantice el respeto a Ra¨²l. No ha llegado a su posici¨®n como jugador para atribuirle responsabilidades inmerecidas en un mal partido. Torres le sustituy¨®, pero el cambio se produjo sin estridencia. Espa?a ganaba sin jugar bien y no se pod¨ªa esperar m¨¢s a la velocidad de Torres frente a la creciente desesperaci¨®n de Rusia, que sali¨® derrotada y dej¨® la impresi¨®n de equipo venido a menos.
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