El gol m¨¢s tr¨¢gico de Italia
El acierto de Cassano en la prolongaci¨®n no redimi¨® a la selecci¨®n de Trapattoni de su segundo fracaso consecutivo
Petrificada desde el gol de Ibrahimovic, Italia se despidi¨® ayer de la Eurocopa de mala manera, sin decir ni p¨ªo futbol¨ªsticamente, como si ya no estuviera en el torneo, incapaz de reaccionar a la contrariedad que supuso su empate con Suecia. Gan¨® a Bulgaria en la ¨²ltima jugada del partido, ya en el tiempo de prolongaci¨®n, cuando pareci¨® que el ¨¢rbitro no parar¨ªa hasta que los italianos firmasen la remontada para dar a su tragedia el mejor punto y final posible. Para entonces, Suecia y Dinamarca ya hab¨ªan empatado a dos, justamente el resultado que necesitaban para clasificarse y eliminar, hiciera lo que hiciese, a Italia, castigada por su indulgencia ante Suecia y por su negligencia frente a Bulgaria.
Encar¨® a Bulgaria en punto muerto, pendiente de Oporto. Falta de ritmo, jugaba al pie y se miraba al espejo
Vieri se present¨® en el ¨¢rea como un b¨²falo. La 'squadra azzurra' gan¨® presencia y fiereza. Nada m¨¢s
Nada le pod¨ªa venir mejor a Italia para justificarse que Suecia igualara finalmente a Dinamarca. Como ya le ocurri¨® en el pasado Mundial con los ¨¢rbitros, as¨ª tendr¨¢ una coartada para explicar su eliminaci¨®n. A efectos del juego, sin embargo, su actuaci¨®n de anoche fue reprobable, falta de cualquier grandeza. Por una vez, un resultado a favor, atrapado furtivamente, la penaliz¨® con la peor de las sanciones.
Los italianos no tuvieron respuesta al encuentro del viernes, que les ha sumido en una profunda consternaci¨®n no s¨®lo por el resultado y el tanto que el ariete del Ajax meti¨® a Buffon, sino tambi¨¦n por su juego, m¨¢s bello que de costumbre, especialmente hasta el descanso. Todav¨ªa sobrecogida, Italia se qued¨® muda ante Bulgaria y estuvo m¨¢s pendiente de escrutar televisivamente hasta las porter¨ªas del estadio Do Bessa, de Oporto, para evitar cualquier intento de ama?o en el duelo n¨®rdico que de resolver el suyo.
Tan desconfiada estuvo la squadra azzurra que se tom¨® el partido con una paciencia sobrecogedora si se atiende a la necesidad que ten¨ªa de ganar. Aun cuando la jornada le invitaba a liquidar su litigio para despu¨¦s ponerse a mirar hacia Oporto, encar¨® a los b¨²lgaros en punto muerto. Falta de ritmo, jugaba al pie, se miraba al espejo y, de vez en cuando, Pirlo daba las buenas noches a Del Piero, generalmente perfilado por el flanco izquierdo, con una blanda apertura para que se arrancara. Encallaba entonces Del Piero frente al lateral o, en caso contrario, no atinaba con el remate.
Parec¨ªa dormida Italia y, sin embargo, se sent¨ªa c¨®moda, esperanzada en las concesiones de la defensa b¨²lgara, empe?ada en tirar la l¨ªnea del fuera de juego tanto cuando le conven¨ªa como cuando resultaba contraproducente. Pese a su falta de f¨²tbol, los italianos se ganaron un par de ocasiones francas que malgastaron por falta de punter¨ªa, de tensi¨®n, y porque ninguno de los tres delanteros, Corradi, Cassano y Del Piero, cuestionaba a Vieri, al parecer tan enfadado como lesionado.
La desgana italiana anim¨® a la rendida Bulgaria, una selecci¨®n descosida que encontr¨® un motivo para disputar el partido. Hristov, Petrov y Berbatov empezaron a aplaudirse despu¨¦s de haberse mandado a paseo una y mil veces y metieron en problemas a la zaga italiana. Nada grave. Les costaba tocar de primera, conectarse, y a la de tres ya estaban de nuevo regresando a su campo. O perd¨ªan la pelota o remataban mal.
Hasta que se interpuso Materazzi y tir¨® a Berbatov en una jugada siempre discutida porque los italianos no ven nunca penalti y los b¨²lgaros siempre se dejan ir a la que pisan el ¨¢rea, de manera que no es f¨¢cil adivinar qu¨¦ ocurri¨®. Hubo agarr¨®n esta vez y el ¨¢rbitro pit¨® para que Petrov marcara un gol que sonroj¨® a toda Italia, sorprendentemente abatida en el descanso.
Para su suerte, Bulgaria se conden¨® acto seguido, en la acci¨®n inicial de la reanudaci¨®n, en dos errores consecutivos, el ¨²ltimo del portero despu¨¦s de un remate de Cassano al palo. Zdravkov se afloj¨®, la defensa se espant¨® y Perrotta remach¨® con sa?a a la red. Las cosas volv¨ªan al punto de partida en Guimar?es mientras de Oporto llegaban noticias preocupantes para Italia: hab¨ªa empatado a uno Suecia y, consecuentemente, las tablas a dos que supon¨ªan su salida del torneo eran posibles.
Giovanni Trapattoni intent¨® espantar el miedo con la entrada de Vieri, que se present¨® en el ¨¢rea b¨²lgara como un b¨²falo, dispuesto a reencontrarse con el gol. Italia gan¨® presencia y fiereza. Nada m¨¢s. Permaneci¨® aturdida, sin encontrar una salida a la contienda por m¨¢s vueltas que le daba, mientras los b¨²lgaros trampeaban todas las jugadas con la complicidad de un ¨¢rbitro que se port¨® muy mal con unos y otros.
A la impotencia italiana respondieron los n¨®rdicos con un empate a dos final que convirti¨® la prolongaci¨®n del choque de Guimar?es en una comedia bufa. M¨¢s que para justificarse y remitirse a las im¨¢genes de Oporto, el gol en el ¨²ltimo minuto ¨²nicamente le servir¨¢ en esta ocasi¨®n a Italia para agrandar todav¨ªa m¨¢s su propio dolor. Pero, en un nuevo gui?o del destino, marc¨® Cassano, el poeta del calcio. Italia ya ten¨ªa la excusa perfecta para tratar de explicar su nuevo fracaso.
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