Omar Sharif, un hombre entre dos culturas
El actor egipcio vuelve al cine con 'El se?or Ibrahim y las flores del Cor¨¢n'
Omar Sharif (Alejandr¨ªa, 1932) es un hombre de pasado voluminoso. No s¨®lo por haber ofrecido la cara al doctor Zhivago de Bor¨ªs Pasternak, o por su inolvidable papel en Lawrence de Arabia. Sino, sobre todo, por ser un hombre de los que pasan por la vida con intensidad y pasi¨®n, lejanos de cualquier forma de indiferencia.
Sin embargo, Sharif lleva con ligera elegancia su pasado. "Nunca pienso en ello. Y tampoco me preocupo de lo que pasar¨¢ dentro de cinco minutos. Hay que concentrarse en el tiempo presente, para disfrutar de la vida". Lo dice, y el modo en el que se anima al hablar, la forma en la que agita las manos, lo confirma. Y la impresi¨®n que uno tiene de inmediato es que sea precisamente esta actitud la que hace profunda y cre¨ªble su interpretaci¨®n del se?or Ibrahim en la pel¨ªcula hom¨®nima de Fran?ois Dupeyron.
"El gui¨®n me conmovi¨® y entusiasm¨®. Acept¨¦ volver a actuar"
"Es una pel¨ªcula sobre la tolerancia, sobre el di¨¢logo, pero, ante todo, sobre la soledad"
"Es un pel¨ªcula sobre la tolerancia, sobre el di¨¢logo entre culturas diferentes. Pero, ante todo, es un filme sobre la soledad. El encuentro entre Ibrahim, el tendero musulm¨¢n de la calle Azul de Par¨ªs, y Momo, el joven jud¨ªo, es un encuentro de soledades", reflexiona Sharif. Y en aquel encuentro, en el intento de Ibrahim de transmitir su experiencia a Momo, hac¨ªa falta un toque de ligereza. "El riesgo era convertir Ibrahim en un aburrido profesor", se?ala el actor egipcio. "Habl¨¦ con Dupeyron, y ¨¦l acept¨® mi interpretaci¨®n".
Omar Sharif, cuyo verdadero nombre es Michael Shalhoub ("tuve que cambiarlo porque sonaba mal para un actor egipcio. Pero al cabo de un par de a?os, incluso mi madre empez¨® a llamarme Omar"), llevaba cinco a?os sin rodar una pel¨ªcula. "Estaba harto de hacer cine sin calidad. Interpretaba guiones horrorosos, con realizadores que no ten¨ªan la menor idea de lo que hac¨ªan. Necesitaba dinero, y no me importaba nada m¨¢s. Un d¨ªa me di cuenta que mis nietos se re¨ªan de m¨ª. Y pens¨¦ que ten¨ªa que acabar con ello". En 2002 lleg¨® el gui¨®n de El se?or Ibrahim y las flores del Cor¨¢n, basado sobre la novela -editada en Espa?a por Obelisco- de Eric-Emmanuel Schmitt. "Me conmovi¨® y entusiasm¨®. Acept¨¦ volver". Y lo hizo con una actuaci¨®n que le ha proporcionado, en Francia, el premio Cesar al mejor actor, y, en el festival de Venecia, el del p¨²blico. "Llevo 51 a?os como actor profesional... ha sido por amistad por lo que me han dado los premios", sonr¨ªe.
Sharif, m¨¢s delgado que en la pel¨ªcula, no tiene miedo de re¨ªrse de s¨ª mismo, de desacralizar su imagen de estrella. "He tenido muchas menos mujeres que mis amigos", asegura. Sus gestos, como su actitud mental, desprenden serenidad. "No tengo remordimientos. He hecho cosas mal, pero no tiene sentido pensar en lo que hiciste en otro tiempo. Eres una persona diferente. Yo intento disfrutar de lo que tengo, de lo que me apasiona. Mi familia, una charla con los amigos, mis caballos de carreras, que son la ¨²nica cosa que poseo. No tengo casas -vivo en hotel-, no tengo coche... no me interesan las cosas. Me interesan las personas".
Pero el equilibrio que se desprende de las palabras de Sharif se circunscribe a su vida personal. Le preocupa la direcci¨®n que han tomado las relaciones entre el Este y el Oeste del mundo. Sharif es un testimonio viviente de la posibilidad de di¨¢logo entre el mundo ¨¢rabe y el mundo occidental. "Nac¨ª en Egipto, pero llevo d¨¦cadas viviendo en Par¨ªs. Tengo car¨¢cter oriental, soy melodram¨¢tico, abierto: me gusta abrazar, cantar, no tengo miedo a llorar. Pero al mismo tiempo mi cultura es la occidental. Adoro la ¨®pera, el teatro. No puedo quedarme en Egipto m¨¢s que un par de semanas. Es mi pa¨ªs, pero... ?me aburro!". Sin embargo, a pesar de su experiencia personal y del mensaje esperanzador lanzado por la pel¨ªcula, el actor es pesimista.
"Hemos sobrepasado el l¨ªmite, ya no hay posibilidad de di¨¢logo. A lo mejor, dentro de 50 a?os las cosas cambiar¨¢n". La cr¨ªtica se dirige hacia los dos lados: "No creo que los pa¨ªses ¨¢rabes puedan convertirse en democr¨¢ticos. El islam no es s¨®lo una religi¨®n, es un sistema pol¨ªtico y social muy distante de la cultura democr¨¢tica. Por otra parte, miro a Europa y a los Estados Unidos: ?son democracias? Me parece todo tan corrupto. Las lobbies m¨¢s poderosas empujan a sus representantes hacia el poder. Luego, ¨¦stos garantizan los intereses de quienes los han puesto en el poder. ?Es ¨¦sta la democracia?". Su visi¨®n es oscura. Su an¨¢lisis -expresado con igual soltura en espa?ol, ingl¨¦s, italiano y franc¨¦s-, lineal, l¨ªmpido: la lecci¨®n de tolerancia y amor hacia el pr¨®jimo ofrecida por el se?or Ibrahim est¨¢ ah¨ª, necesaria y ut¨®pica al mismo tiempo, para todos los que quieran escucharla. Y para todos los que quieran disfrutar de la vuelta al cine de calidad de un gran actor.
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