Los sindicatos recobran fuerza en Argentina
Las empresas espa?olas enfrentan nuevos conflictos laborales surgidos a la sombra de la recuperaci¨®n econ¨®mica
Los sindicatos vuelven a escena en Argentina. Despu¨¦s de 11 a?os de divisiones, la peronista Confederaci¨®n General del Trabajo (CGT) se ha unificado para recuperar el protagonismo que hab¨ªa perdido frente a los movimientos piqueteros de parados. Tras nueve a?os de alto desempleo, una vez que comienza a bajar, se eleva la conflictividad laboral. Algunas empresas espa?olas enfrentan demandas de salarios y reducci¨®n de jornada.
El Ministerio de Trabajo deber¨¢ decidir a qu¨¦ sindicato pertenecen los empledos de Atento, si al de comercio o al de trabajadores de telefon¨ªa
El a?o 2003 fue el de menor conflictividad laboral desde 1980, ya que s¨®lo se registraron 120 huelgas, a raz¨®n de diez por mes
El sindicalismo en Argentina se transform¨® en un factor de poder a partir de los primeros dos gobiernos de Juan Domingo Per¨®n (1946-1955). La CGT fue y es una columna sobre la que se asienta el peronismo. En sus filas se enrolaron dirigentes comprometidos y otros que pactaron con las dictaduras militares. El presidente Ra¨²l Alfons¨ªn (1983-1989), del Partido Radical, denunci¨® aquellos acuerdos. En su Gobierno las medidas de fuerza se multiplicaron cuando la inflaci¨®n comenz¨® a descontrolarse y en 1988 se registr¨® la marca hist¨®rica desde 1980 hasta la actualidad: se produjeron 949 conflictos, a raz¨®n de 79 por mes, seg¨²n el Centro de Estudios Nueva Mayor¨ªa.
En 1989 lleg¨® al poder el peronista Carlos Menem, que sorpresivamente adopt¨® una pol¨ªtica neoliberal. La econom¨ªa comenz¨® a recuperarse y la conflictividad laboral fue disminuyendo paulatinamente hasta 1997, cuando el n¨²mero de huelgas cay¨® a 125, casi diez por mes. Las privatizaciones generaron la oposici¨®n de los sindicatos, que finalmente terminaron cediendo. "El gremialismo sufri¨® un crack con el menemismo", opina Sergio Sosto, portavoz de la Federaci¨®n de Obreros y Empleados Telef¨®nicos (Foetra), uno de los sindicatos m¨¢s feroces contra la venta de firmas estatales. "El menemismo fue cooptando a los l¨ªderes sindicales por mecanismos de corrupci¨®n: d¨¢ndoles m¨¢s acciones en las empresas privatizadas o nombr¨¢ndolos interventores de las obras sociales", dice Sosto. Las obras sociales son instituciones sanitarias que pertenecen a los sindicatos y que reciben el aporte de los trabajadores a la Seguridad Social desde tiempos de Per¨®n.
"Menem jugaba al ingreso de capitales y para eso nos apretaba para que acept¨¢ramos la flexibilizaci¨®n laboral", explica el secretario general del sindicato el¨¦ctrico Luz y Fuerza, ?scar Lescano, uno de los caudillos sindicales. "Nos apretaba, pero no nos mataba. Ten¨ªamos m¨¢s participaci¨®n en el Gobierno", recuerda Lescano. En 1993 se dividi¨® la CGT entre un sector menemista y otro rebelde. Al a?o siguiente surgi¨® una tercera corriente, la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), independiente del peronismo. Hacia el final de la d¨¦cada irrumpieron los parados que montaban piquetes en las carreteras. Al comp¨¢s de altos ¨ªndices de desempleo, los piqueteros fueron ganando protagonismo en la defensa de los pobres, en detrimento de las dos CGT.
Temor al despido
La ¨²ltima crisis econ¨®mica se inici¨® en 1998 y a partir de entonces se recrudecieron los conflictos laborales. En 2001, cuando gobernaba el radical Fernando de la R¨²a, se produjeron 358 huelgas, casi 30 por mes. En 2002, pese a la devaluaci¨®n del peso, la elevada inflaci¨®n y el paro superior al 20%, los sindicatos s¨®lo generaron 285 medidas de fuerza en el primer a?o del Gobierno del peronista Eduardo Duhalde. Nueva Mayor¨ªa concluye que, cuando el desempleo es alto, los trabajadores protestan menos por temor a los despidos.
El a?o 2003 fue el de menor conflictividad laboral desde 1980, con s¨®lo 120 huelgas, a raz¨®n de diez por mes. En mayo de aquel a?o lleg¨® al poder otro peronista, N¨¦stor Kirchner, que se ha manejado al margen de la CGT, aunque con buena relaci¨®n con sindicalistas como el rebelde Hugo Moyano y el l¨ªder de la CTA, V¨ªctor de Gennaro. Desde un principio, Kirchner se defini¨® en oposici¨®n al neoliberalismo de los noventa, aunque en los hechos no ha sido tan intransigente.
La econom¨ªa ha ido reactiv¨¢ndose, el paro ha cedido hasta el 16% y no tardaron en despertar las reclamaciones sindicales. En mayo de 2004, cuando se cumpli¨® el primer a?o de gobierno de Kirchner, se registraron 30 huelgas. Las protestas piqueteras, sin embargo, cuentan con mayor visibilidad social.
Las dos CGT reaccionaron hace dos meses unific¨¢ndose. "La CGT logr¨® una gran vitalidad al unirse", reconoce el director de investigaciones del Instituto del Mundo del Trabajo, Alberto Robles. En este nuevo escenario, el Gobierno convoc¨® el jueves pasado la primera reuni¨®n del Consejo del Salario, el Empleo y la Producci¨®n, integrado por 16 empresarios y 16 sindicalistas, para discutir una subida del salario m¨ªnimo de 97 euros a 111, cuando la cesta b¨¢sica familiar asciende a 200. Era la primera vez que se convocaba este consejo, creado por ley en los noventa. Tambi¨¦n era in¨¦dito que la CGT no fuera la ¨²nica central invitada al di¨¢logo institucional, pues la CTA tambi¨¦n fue convidada.
En medio de este nuevo protagonismo de los sindicatos en Argentina, algunas empresas espa?olas, como Atento -la empresa de centros de atenci¨®n telef¨®nica de Telef¨®nica-, Edesur -distribuidora el¨¦ctrica de Endesa en Buenos Aires- y los bancos BBVA Franc¨¦s y R¨ªo -propiedad del SCH-, enfrentan conflictos sindicales. Atento emplea en Argentina a 2.000 personas que en su mayor¨ªa pertenecen al sindicato de empleados de comercio, que conduce uno de los gremialistas m¨¢s identificados con el menemismo, Armando Cavalieri. El problema radica en que el sindicato telef¨®nico, Foetra, asegura que los trabajadores de Atento deber¨ªan encuadrarse en su ¨®rbita. Tras meses de desentendimientos, activistas de Foetra invadieron el pasado d¨ªa 9 los tres call centers de Atento para celebrar una asamblea. La empresa dej¨® de operar por casi dos d¨ªas, hasta que el Ministerio de Trabajo intervino. Las partes deber¨¢n comparecer el pr¨®ximo mi¨¦rcoles a una audiencia en Trabajo, que deber¨¢ decidir. El fallo del Gobierno puede apelarse ante la justicia. La filial ha congelado la puesta en marcha de contratos con Espa?a y Puerto Rico por este conflicto.
La productividad
Edesur y la otra el¨¦ctrica de Buenos Aires, Edenor -controlada por la francesa EDF- afrontan peticiones de un aumento de salarios y la reducci¨®n de la jornada laboral para los operarios de guardia. Hace dos semanas, una movilizaci¨®n en las oficinas centrales de las dos el¨¦ctricas termin¨® con destrozos en la de Edenor. "En los noventa nos quitaron bonificaciones por eficiencia", se queja Lescano. "Quieren prerrogativas de los setenta que en los noventa, con la apertura econ¨®mica, se eliminaron porque atentaban contra la productividad", responde una alta fuente del sector el¨¦ctrico. El sueldo medio de un operario de Edesur supone 166 euros. "No se comprende la situaci¨®n de las compa?¨ªas, que hacen un esfuerzo por mantenerse en funcionamiento con tarifas congeladas desde 2002", opinan en la industria el¨¦ctrica. Lescano, que considera necesario que la CGT convoque una huelga general contra Kirchner, admite que las empresas "est¨¢n buscando tarifas adecuadas, pero el Gobierno se resiste a d¨¢rselas".
En este contexto, Lescano pide que las guardias se reduzcan de ocho a seis horas. En el sector consideran esta reclamaci¨®n como la m¨¢s inaceptable porque "atenta contra la productividad".
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