Cuando el cuerpo no puede con el alma
La depresi¨®n afecta a m¨¢s de 120 millones de personas en el mundo occidental, y a cerca del 10% de los espa?oles. La llaman la gripe de los trastornos mentales. Pedir ayuda es el primer paso para superarla, pero s¨®lo un 35% se anima a recurrir a un profesional. Mujeres y hombres que la sufren o que han conseguido salir del pozo cuentan sus experiencias.
La depresi¨®n afecta a m¨¢s de 120 millones de personas en el mundo occidental, y a cerca del 10% de los espa?oles. La llaman la gripe de los trastornos mentales. Pedir ayuda es el primer paso para superarla, pero s¨®lo un 35% se anima a recurrir a un profesional. Mujeres y hombres que la sufren o que han conseguido salir del pozo cuentan sus experiencias.
Marta acaba de cumplir 43 a?os. No le gusta su trabajo, el mismo desde hace casi una d¨¦cada. Tambi¨¦n est¨¢ insatisfecha con su vida personal. No tiene pareja "desde hace siglos", y parece conformarse con ser t¨ªa -"madre ya no podr¨¦ ser"-. Los d¨ªas le pesan como losas, tambi¨¦n los hombros. Sin desayunar, recorre con dificultad el camino hacia la empresa donde ejerce de administrativa. A la hora del almuerzo, Marta no come. "Salgo a la calle, y cuando encuentro un banco me siento y me quedo all¨ª". Acaba su jornada y siente un gran alivio. Se mete en la cama y se encierra en su apat¨ªa. Marta tampoco cena. "No tengo ganas, me cuesta esfuerzo masticar". Tambi¨¦n le cuesta hablar. Su voz suena sin fuerza.
Algo parecido le ocurre a Miguel. Su autoestima anda por los suelos. "No sirvo para nada", murmura resignado. Acab¨® empresariales hace 11 a?os, y desde entonces s¨®lo ha hecho "trabajillos sin importancia". Lleva dos a?os en paro, probablemente los mismos que lleva afirmando que va a buscar trabajo. Su novia, que como ¨¦l tiene 36 a?os, paga las cuentas con su salario de dependienta y le reprocha su falta de actitud. "Me dice que soy un par¨¢sito, pero ella sabe muy bien que sin enchufe no se consigue nada en este pa¨ªs", se excusa. Su relaci¨®n "nunca ha sido una maravilla", pero cada d¨ªa que pasa va a peor. "No tengo c¨®mo darle lo que ella necesita". Hace unos meses le dio un ultim¨¢tum. "Me dijo que si no iba al m¨¦dico me dejar¨ªa".
Marta no se llama Marta, Miguel tampoco se llama Miguel. Ambos comparten la verg¨¹enza de decir a los dem¨¢s lo que les pasa. Tienen miedo de ser estigmatizados, discriminados. Sus nombres son ficticios, pero el dolor que sienten, aunque no sea f¨ªsico, es real. Marta y Miguel padecen la gripe de los trastornos mentales: la depresi¨®n, una dolencia que afecta a 121 millones de personas en el mundo, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS).
Ni Marta ni Miguel atraviesan, simplemente, una mala racha. Su estado casi vegetativo no es s¨®lo cosa de unos d¨ªas. Ambos comparten la falta total de ¨¢nimo, la tristeza y la pereza -"a veces incluso para llorar", dice Marta- desde hace por lo menos un par de a?os. En su caso no se trata del habitual estado de depresi¨®n -estar triste, abatido, de capa ca¨ªda-, del cual no se libra ni el m¨¢s optimista de los mortales aunque sea un ¨²nico d¨ªa en su vida. Es algo m¨¢s complejo. Ambos sufren la depresi¨®n como trastorno, al igual que el 6,5% de los espa?oles que lo confiesan en la ¨²ltima Encuesta Nacional de Salud. La cifra de deprimidos en Espa?a, considerando los que la ocultan y los que ignoran padecerla, puede acercarse al 10%, de acuerdo con especialistas.
"El hecho de que la depresi¨®n como trastorno sea muy com¨²n, y que por eso la llamen la gripe de los trastornos mentales, no le quita gravedad. Suele afectar a todos los aspectos de la vida de una persona, y conlleva cambios en su forma de sentir, de ver la vida, de comportarse. Incluso puede causar enfermedades y cambios f¨ªsicos importantes: problemas de sue?o, de alimentaci¨®n, fatiga", explica Mar¨ªa Paz Garc¨ªa Vera, directora de psicolog¨ªa cl¨ªnica y de la salud de la Universidad Complutense.
Tristeza, p¨¦rdida de inter¨¦s y apat¨ªa. ?stas son las tres caracter¨ªsticas fundamentales que definen la depresi¨®n. "Constantemente te sientes desgraciado, desanimado, con ganas de llorar; sientes que la vida no merece la pena, pierdes el inter¨¦s por todo y la capacidad de disfrutar. Te vuelves pasivo, ap¨¢tico. Dejas de salir y, muchas veces, de ir a trabajar. Reduces la actividad sexual, el deseo, y hasta tus movimientos se ralentizan. Pierdes la energ¨ªa", describe Garc¨ªa Vera.
Cuando acudi¨® al m¨¦dico presionado por su pareja, Miguel no sab¨ªa que padec¨ªa una depresi¨®n. La apat¨ªa se hab¨ªa apoderado de ¨¦l de tal manera que le hizo olvidar que no siempre hab¨ªa sido tan pasivo en relaci¨®n a su propia vida. "Pensaba que yo era as¨ª", cuenta. Como ¨¦l, el 32% de los pacientes que acuden a las consultas de atenci¨®n primaria presenta s¨ªntomas de ansiedad o depresi¨®n: "Esto no quiere decir que necesite tratamiento para superarlo ni que el cuadro vaya a durar mucho. La mayor parte de los cuadros depresivos son tratados en la misma atenci¨®n primaria", matiza el psiquiatra Alberto Fern¨¢ndez Liria, coordinador de salud mental de Alcal¨¢ de Henares y Torrej¨®n de Ardoz.
Los motivos que llevan a un individuo a conformarse con un estado de ¨¢nimo bajo m¨ªnimos y a rechazar la idea de buscar ayuda profesional son muy variados. El temor a ser marcado por los dem¨¢s, sin embargo, suele ser una constante en los testimonios de personas con depresi¨®n. "Existe el miedo a ser calificado como enfermo mental. Alguien que est¨¢ sufriendo no tiene por qu¨¦ ser un enfermo mental", aclara Araceli Fuentes, presidenta de la Escuela Lacaniana de Psicoan¨¢lisis. Y aunque decidan recurrir a un especialista, muchas veces vencidos por la ahogante cronificaci¨®n de la depresi¨®n, estos pacientes siguen temiendo la discriminaci¨®n y el estereotipo. Procuran cuidadosamente ocultar que frecuentan consultas de psiquiatras o psicoterapeutas.
Una situaci¨®n que Javier (tambi¨¦n nombre ficticio) ha vivido en su propia piel. "Es un tab¨². Mucha gente suele ridiculizarte. Dicen que no tienen tiempo para estar deprimidos; que los deprimidos, en realidad, son unos vagos y unos cobardes". Hace dos veranos, con 30 a?os, Javier toc¨® fondo tras romper con su novia. "No podr¨ªa haber estado m¨¢s perdido de lo que estuve". Trabajaba en una productora de televisi¨®n y un d¨ªa decidi¨® quedarse por la noche en la oficina. Solo. "Me dio una llorera tan fuerte que me sent¨ª ahogado. Me ca¨ª al suelo desmayado". En noviembre, tras perder 12 kilos en cuatro meses, recurri¨® a un psiquiatra animado por sus amigos m¨¢s ¨ªntimos. Su diagn¨®stico fue distimia (depresi¨®n cr¨®nica), y el psiquiatra le dijo que su caso era end¨®geno (las causas no se deben a factores externos). "Siempre tuve un car¨¢cter muy melanc¨®lico. En la ¨¦poca del instituto podr¨ªa estar durante horas sentado en un sill¨®n, abstra¨ªdo".
Las calificaciones de la depresi¨®n var¨ªan, y mucho, entre los especialistas. Dependen de la intensidad, de la duraci¨®n y del motivo que ha llevado al paciente a padecer este mal. "Para entendernos: los psiquiatras ponemos apellidos a un mont¨®n de cuadros cl¨ªnicos que lo que tienen en com¨²n es el ¨¢nimo triste. Hablamos de episodios depresivos, de depresiones recurrentes, de distimia? Son muchos tipos. La depresi¨®n es un s¨ªndrome que puede formar parte de un mont¨®n de trastornos", explica Fern¨¢ndez Liria.
Javier, cuenta ¨¦l, no consegu¨ªa dormir m¨¢s de cuatro horas, y a veces pasaba noches enteras sin pegar ojo. "Era una situaci¨®n muy intensa y paralizante a la vez. Entr¨¦ en una marea de pensamientos negativos, y ten¨ªa miedo a todo, a perder el trabajo, a perder mi pareja?". Acab¨® rompiendo con su novia, y en su trabajo no le renovaron el contrato. "En las personas depresivas, los pensamientos son pesimistas al m¨¢ximo. Se culpabilizan de todos los errores que puedan haber cometido. Se sienten in¨²tiles. El mundo les parece un lugar que no tiene sentido, hostil. Ven negativo lo que a uno le ocurre, ven negativo el futuro, no son capaces de ver la posibilidad de que eso cambie de alguna manera", explica Garc¨ªa Vera. "Otro pensamiento com¨²n es el del suicidio. Pensar que los dem¨¢s estar¨ªan mejor si se muriera. Se sienten como un estorbo", a?ade la psic¨®loga.
Cada a?o, cerca de un mill¨®n de personas se quitan la vida, y entre 10 y 20 millones lo intentan. Cerca de un 60% de estos suicidios tienen como causa los trastornos depresivos. Aunque el comportamiento suicida tiende a aumentar con la edad, la OMS registra un alarmante crecimiento entre j¨®venes de 15 a 25 a?os. "Los ni?os y adolescentes con depresi¨®n no suelen presentar el ¨¢nimo triste. Los s¨ªntomas son irritabilidad, problemas de conducta o dificultad para relacionarse", alerta Garc¨ªa Vera.
En un estudio de 1998, la depresi¨®n era la quinta causa de muerte, pero la previsi¨®n de la OMS para 2020 es de que pase a ser la segunda, por detr¨¢s tan s¨®lo de la cardiopat¨ªa isqu¨¦mica. Los n¨²meros, aterradores, y el nada halag¨¹e?o panorama de la salud p¨²blica en 185 pa¨ªses han llevado a la OMS a pintar ese futuro negro. Las estad¨ªsticas revelan que el 41% de los pa¨ªses carece de pol¨ªticas de salud mental, el 25% no tiene una legislaci¨®n al respecto, m¨¢s del 25% no dispone de f¨¢rmacos psicotr¨®picos b¨¢sicos en los centros de atenci¨®n primaria y el 40% no tiene servicios para el tratamiento de trastornos mentales en la atenci¨®n primaria. En la mitad de los pa¨ªses del mundo s¨®lo hay un psiquiatra, o menos de uno, por cada 100.000 habitantes. En este apartado, Espa?a no est¨¢ tan mal servida: tiene entre uno y cinco especialistas para cada 100.000 habitantes.
Pero, aparte de un sistema de salud mental aceptable, algo que facilitar¨ªa mucho la vida de los que sufren depresi¨®n ser¨ªa romper con el tab¨². Este detalle ahorrar¨ªa grandes dosis de esfuerzo a aquellos a quienes les cuesta horrores tomar decisiones bastante m¨¢s sencillas que buscar auxilio profesional. Pedir ayuda, sin embargo, es el primer paso para superar el problema, pero, dice la OMS, s¨®lo el 35% lo hace. De entre quienes recurren a un especialista, un 60% logra recuperarse, y cerca del 40% restante abandona el tratamiento antes de tiempo. "La tasa de pacientes que superan la depresi¨®n con antidepresivos o con psicoterapia es exactamente la misma. Si damos los dos tratamientos combinados, los resultados son mejores que con cualquiera de los dos por separado", asegura Fern¨¢ndez Liria. En 2003, seg¨²n el Ministerio de Sanidad, los m¨¦dicos de la Seguridad Social recetaron en Espa?a m¨¢s de 20 millones (20.238.858) de envases de f¨¢rmacos antidepresivos. Lo que, traducido en met¨¢lico, equivale a m¨¢s de 620 millones de euros (620.260.834).
"Todos nacemos con una caja de cerillas en nuestro interior. La combusti¨®n que se realiza al encenderse cada una de ellas es lo que nutre de energ¨ªa al alma. Si no hay detonador, la cajita se humedece y ya no podemos encender las cerillas. Hay muchas maneras de ir sec¨¢ndola poco a poco, para que las cerillas vuelvan a encenderse". Con esta frase, en la cinta mexicana Como agua para chocolate, el doctor John intenta animar a su paciente, Tita, para que busque en su interior una salida para la depresi¨®n en la que est¨¢ sumida. Las maneras de vencerla pueden ser m¨²ltiples, pero ninguna funcionar¨¢ si no existe un verdadero deseo por parte del deprimido de superar lo que algunos nombran po¨¦ticamente como eclipse del alma. "Para pedir ayuda hay que sentir que lo que le pasa a uno le sobrepasa", afirma Araceli Fuentes. Se trata de afrontar la depresi¨®n, sacar energ¨ªa de donde no la hay y hacer justo todo lo contrario de lo que nos mande el cuerpo. Parece sencillo visto desde fuera, pero no lo es.
Sumergida a los 56 a?os en una profunda depresi¨®n -cuya existencia se negaba a s¨ª misma y a los psiquiatras, a quienes acud¨ªa exclusivamente para que le recetaran pastillas-, la actriz Mar¨ªa Luisa Merlo consigui¨® cambiar su mentalidad, asumi¨® su depresi¨®n, y hoy afirma orgullosa, a sus 63 a?os, que la ha superado. "S¨®lo pude atravesar la depresi¨®n cuando la acept¨¦, me dej¨¦ de victimismos. Hoy s¨¦ que soy la ¨²nica responsable de lo que me pasa". La poca energ¨ªa que le sobraba a Merlo afloraba cuando ten¨ªa que ir a trabajar. S¨®lo entonces consegu¨ªa levantarse de la cama tras cinco o seis d¨ªas sin moverse siquiera para comer. "Quer¨ªa estar todo el d¨ªa dormida hasta la hora del milagro, que era el momento de salir a escena".
Pero si para algunos el trabajo funciona como una especie de chispa que ayuda a seguir adelante, para muchos se convierte en una obligaci¨®n casi imposible de realizar. Los n¨²meros desvelan, una vez m¨¢s, la magnitud del problema. Seg¨²n el sindicato Comisiones Obreras, las alteraciones ps¨ªquicas y neurol¨®gicas (entre las cuales predomina la depresi¨®n) son la segunda causa de absentismo (el 17%), despu¨¦s de la gripe. Estudios del departamento de salud laboral de CC OO se?alan que "uno de cada diez trabajadores sufre una depresi¨®n cl¨ªnica lo bastante grave como para exigir una baja laboral". Esta central sindical calcula en 50 millones el n¨²mero de trabajadores deprimidos en la Uni¨®n Europea, lo que supone un coste anual de m¨¢s de 22.000 millones de euros.
"Quien est¨¢ deprimido de verdad no tiene fuerzas para trabajar". Con esta rotunda afirmaci¨®n, una se?ora del grupo semanal de autoayuda Alianza para la Depresi¨®n interrumpe el testimonio de otro participante, que relata su experiencia tras haber "salido del pozo". El moderador es Jaime Smith, un jubilado que hace nueve a?os la fund¨® animado por su esposa, profundamente afectada en aquel entonces por el que Smith denomina "el dolor del alma", t¨ªtulo de un libro escrito por ¨¦l. "Hace falta una tercera v¨ªa, que son los grupos de autoayuda, porque el 40% de los pacientes deja el tratamiento. Por otro lado, ellos se quejan de que los m¨¦dicos de la Seguridad Social no les dedican tiempo suficiente, y por ello tienen muchas dudas que aclarar. Nuestra labor es complementaria".
Smith calcula que unas 7.000 personas pasaron por las reuniones de la Alianza para la Depresi¨®n que ¨¦l dirige en una sala cedida por la cl¨ªnica Nuestra Se?ora de la Paz, en Madrid. "No creo en las estad¨ªsticas que dicen que hay dos veces m¨¢s mujeres que hombres padeciendo depresi¨®n. Hay causas f¨ªsicas, como la menopausia, que pueden hacer a la mujer m¨¢s vulnerable. Lo que nos pasa a los hombres, sin embargo, es que no admitimos que sufrimos porque creemos que es una debilidad. Buscamos otras alternativas, como el alcohol, para huir de la depresi¨®n y acabamos cayendo a¨²n m¨¢s en ella".
Hay tratamientos comprobadamente eficaces para la cura de la depresi¨®n, asegura Garc¨ªa Vera: los antidepresivos y algunas terapias psicol¨®gicas. "Pero si personalmente a alguien le funciona lo que sea, ?qu¨¦ puedo decir? Si para sentirte mejor te dicen que te des tres vueltas al campus, subas a la monta?a, plantes una flor, y t¨² te sientes mejor? No vamos a poder responder muy bien por qu¨¦ ha ocurrido, pero est¨¢ claro que, si a ti te ha servido, perfecto".
"Yo utilic¨¦ la t¨¦cnica del espejo", cuenta el brit¨¢nico Paul Bristow, que perdi¨® a su hijo en 1986 de una manera tr¨¢gica. Poco despu¨¦s invirti¨® todos sus ahorros en un negocio que fracas¨®. "Miras en el espejo. Hay un ojo amigable y otro no tanto, que refleja tu subconsciente, que hace lo que quiere. Tienes que controlarlo, mandarle hacer lo que t¨² quieres que haga. Yo hablaba con el espejo. Poco a poco me he hecho fuerte. Puede parecer una tonter¨ªa, pero me funcion¨®", cuenta. Hace tres a?os, su mujer se muri¨® de repente. Se puso enferma y falleci¨® en dos semanas. "Sufr¨ª, claro, pero no me afect¨® como antes. Superar la depresi¨®n me hizo muy fuerte. Hoy conf¨ªo en m¨ª. He aprendido que la vida no es un chollo. Existen problemas y hay que luchar para solucionarlos, pero la depresi¨®n s¨¦ que no me pillar¨¢ nunca m¨¢s".
Paul Bristow (64 a?os). consultor financiero.
"Si no hubiera sufrido una depresi¨®n, no ser¨ªa tan fuerte como soy hoy"
"Vinimos mi mujer, mis tres hijos y yo a Espa?a en 1983. Tres a?os m¨¢s tarde, uno de mis hijos se muri¨® en un accidente. Enseguida abrimos una empresa de cosm¨¦ticos, met¨ª all¨ª todos mis ahorros, pero fracas¨®. Ten¨ªa un problema de confianza en m¨ª mismo desde muy joven: mi padre me trataba muy mal, me insultaba; dec¨ªa que yo era un est¨²pido, que no llegar¨ªa a ninguna parte. Como ten¨ªa muy baja autoestima, la depresi¨®n tom¨® cuenta de m¨ª en ese momento de desesperaci¨®n y tristeza. Estaba constantemente en la cama, dormido. No quer¨ªa levantarme. Me sent¨ªa fatal. Todo era negativo. Estaba metido en deudas, y cada vez que sonaba el tel¨¦fono me tapaba la cabeza con la s¨¢bana. No quer¨ªa afrontar mis problemas. No ten¨ªa ganas de nada. Pensaba que era mi final y que no tendr¨ªa nada m¨¢s que hacer en mi vida. La idea del suicidio me rondaba la cabeza. Intentaba acordarme de mis ¨¦xitos anteriores, pero ni eso me daba ¨¢nimos. Parec¨ªa un zombi. Mi mujer no ten¨ªa depresi¨®n y tampoco entend¨ªa mi estado. Me dec¨ªa: 'No seas tonto, eso no es nada'. Decid¨ª buscar trabajo en el mundo de los negocios, porque ya ten¨ªa experiencia en ello. En la entrevista de trabajo, el jefe, despu¨¦s de haber hablado conmigo, me dijo: 'Tu tienes depresi¨®n. Yo he pasado por eso tambi¨¦n, y te voy a contratar porque s¨¦ que puedes superarlo. Eres capaz'. Eso me dio ¨¢nimo para tirar adelante, y he aprendido que s¨®lo se sale de una depresi¨®n si se quiere salir. Doy las gracias a la depresi¨®n que sufr¨ª, porque, si no hubiera pasado por ella, no ser¨ªa tan fuerte como soy hoy". L
Mar¨ªa Luisa Merlo (63 a?os). Actriz.
"Mi ¨¦xito: haber triunfado sobre m¨ª misma"
"Durante la depresi¨®n era completamente antisocial; me costaba no s¨®lo levantarme de la cama, sino hablar, comunicarme, relacionarme. Lo que ten¨ªa era miedo y verg¨¹enza. Miedo a la depresi¨®n y verg¨¹enza de mostrarla. La muerte de mi padre, en 1984, fue el desencadenante de un inconformismo total conmigo, por no saber distinguir muy bien qui¨¦n era yo de verdad y qui¨¦n era aquella que se mostraba en p¨²blico. Estoy en los peri¨®dicos y en las revistas desde que tengo 17 meses. Viv¨ªa una dicotom¨ªa que me hac¨ªa explotar el cerebro: se mostraba una se?orita perfecta de los a?os sesenta, casada, con cuatro hijos, matrimonio feliz. Era el s¨ªmbolo de la felicidad. Mientras tanto, yo no estaba conforme con nada de lo que pasaba en mi vida y en mi pa¨ªs, no me gustaba lo que hac¨ªa como actriz, mi vida personal no me gustaba tampoco. Pas¨¦ a tomar pastillas, drogas recreativas y todo lo que yo pensaba que me podr¨ªa ayudar a salir de la depresi¨®n. Ten¨ªa que llegar a este pozo para poder haber triunfado sobre m¨ª misma. Todo fue yendo poquito a poco. Ahora hace cinco a?os de mi resurgir total. La meditaci¨®n -me refiero a la espiritualidad, que no tiene nada que ver con religi¨®n- y el ejercicio f¨ªsico me ayudaron mucho. Tengo la suerte de ser muy curiosa y muy vital, y volv¨ª a interesarme mucho m¨¢s por todo y a descubrir cosas nuevas, como la pintura. Mi mayor ¨¦xito ha sido haber triunfado sobre m¨ª misma, sobre Mar¨ªa Luisa Merlo, que era un ser muy conflictivo y muy complicado. Yo estar¨ªa mintiendo si dijera que ya no padecer¨¦ de depresi¨®n. La cosa es que le dedico tanta energ¨ªa como a un dolor de cabeza. La depresi¨®n me aparece puntualmente, yo le abro la puerta y le digo: 'Hola, guapa, aqu¨ª est¨¢s. ?Crees que me vas a poder? Pues, no. Voy a poderte yo a ti".
Javier C¨¢mara (30 a?os). Pintor.
"Me he reinventado a m¨ª mismo"
"Me sent¨ªa muy extra?o, muy raro. No sab¨ªa lo que me pasaba. Sent¨ªa mucha soledad, pese a que hubiera mucha gente a mi alrededor. Era una mezcla de soledad y confusi¨®n. Estaba en un agujero y pensaba que no conseguir¨ªa salir. Mis pensamientos eran muy negativos, y no me daban tregua. Todo era oscuro. Fui al m¨¦dico y ¨¦l me dio la baja. Me diagnostic¨® un cuadro depresivo con crisis de ansiedad. Estuve sin ir a la tienda de discos donde trabajo durante seis meses. No pod¨ªa creerme que ten¨ªa depresi¨®n. Me sonaba como a reportaje de revista. Pensaba que la depresi¨®n era cosa de personas que ten¨ªan mucho tiempo libre, de gente con la vida solucionada. Pensaba tambi¨¦n que la depresi¨®n era un estado de ¨¢nimo que iba y ven¨ªa, pero no: estuve tres meses sin reaccionar, en los que adelgac¨¦ cinco kilos. Me abandon¨¦. No ten¨ªa fuerza vital ni para pintar, ni para salir a la calle, ni para trabajar en la tienda; tampoco para estar con mis amigos. No he llegado a tomar pastillas. Empec¨¦ a ir a un psic¨®logo y, a la vez, a un home¨®pata bioenerg¨¦tico. Son tratamientos que profundizan en la ra¨ªz del problema. Hace que te enfrentes a ti mismo y seas consciente de todo lo que te pasa. Fui equilibr¨¢ndome poco a poco. Hoy me conozco m¨¢s y tengo m¨¢s experiencia vital. Me siento m¨¢s desarrollado emocionalmente y veo que soy m¨¢s fuerte de lo que pensaba que era. Me he reinventado a m¨ª mismo".
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