"El Papa no soport¨® una revoluci¨®n hecha con los cristianos"
Ernesto Cardenal (Granada, Nicaragua, 1925) fue el s¨ªmbolo de la fusi¨®n entre cristianismo y sandinismo, como ministro de Cultura de la revoluci¨®n que derroc¨® al tirano Somoza en 1979. Adem¨¢s, es uno de los grandes poetas y escritores de su pa¨ªs. Se publica ahora en Espa?a La revoluci¨®n perdida (Editorial Trotta), tercera entrega de sus memorias.
Pregunta. A los 31 a?os usted cambia el mundo laico por nada menos que un monasterio trapense en EE UU. ?Qu¨¦ le lleva ah¨ª?
Respuesta. Yo nac¨ª poeta, pero me encontr¨¦ con Dios, me enamor¨¦ locamente de ?l. Y, como hab¨ªa le¨ªdo al trapense estadounidense Thomas Merton, me pareci¨® que ten¨ªa que ir a una orden donde no hubiera m¨¢s que Dios; como dicen los benedictinos: "A solas con el Solo".
P. ?Y c¨®mo cambia de contemplativo a revolucionario?
R. Merton nos ense?¨® que el contemplativo no deb¨ªa desentenderse de los pobres. As¨ª que, cuando dejo por motivos de salud el monasterio, fundo una comunidad similar en el archipi¨¦lago nicarag¨¹ense de Solentimane. Y trato con los pobres. Y acabo militando en el Frente Sandinista, que ten¨ªa una gran apertura a los marxistas y a los cristianos. Siempre he considerado que marxismo y Evangelio se complementan.
P. ?Qu¨¦ poso le ha dejado en el coraz¨®n aquella revoluci¨®n?
R. La derrota electoral de 1990 me supuso desde luego una noche oscura, una gran frustraci¨®n. Pero a la vez toda aquella experiencia me ha hecho optimista, en el sentido de identificar el mal. Por eso puedo esperar que en el futuro habr¨¢ compensaci¨®n, e incluso creo que habr¨¢ en Nicaragua una revoluci¨®n, distinta a aqu¨¦lla, pero que cambiar¨¢ las cosas.
P. ?Nicaragua es hoy un pa¨ªs postrado?
R. Absolutamente. Muchos sentimos que estamos como cuando el somocismo. Y la estructura organizativa sandinista est¨¢ corrompida. La revoluci¨®n fue ¨¦tica. Pero al perderse el poder lleg¨® la corrupci¨®n.
Uno que neg¨® a Cristo
P. Varios sacerdotes participaron en el Gobierno sandinista. Pero sabr¨ªan que eso iba a traerles problemas con el Vaticano.
R. El Papa es sucesor de Pedro, uno que neg¨® a Cristo. Otros le han negado, entre ellos varios papas. Los que trabajamos para la revoluci¨®n lo hicimos porque seguimos al Pedro arrepentido y comprometido. Cuando la revoluci¨®n, el clero nicarag¨¹ense estaba dividido: prosandinistas, antisandinistas y otros que andaban por Australia, sin definirse. Pero nuestra opci¨®n por el pueblo era clara.
P. ?Qu¨¦ supuso en su vida la reprimenda p¨²blica de Juan Pablo II al visitar Nicaragua?
R. Ya el Nuncio me dijo que el Papa iba a recriminarme. Yo trat¨¦ de no ir al aeropuerto, para no crear problemas, pero el Gobierno me hizo ir. El Papa me busc¨® para amonestarme ante las c¨¢maras. Yo no quise polemizar. No me afect¨® mucho: ya hab¨ªa tenido humillaciones en mi vida religiosa. Pero en aquella visita el Papa falt¨® al respeto al pueblo, y el pueblo se indign¨®. Fue la primera vez que un Papa era humillado por el pueblo. Juan Pablo II es duro e intransigente, y le hubiera gustado que la revoluci¨®n fuese anticristiana, como en su Polonia. El Papa no soport¨® una revoluci¨®n hecha con los cristianos. ?Nuestra presencia en el Gobierno? Siempre ha habido curas en pol¨ªtica, pero esta vez merec¨ªa la pena estar en el Gobierno. El propio secretario de Estado del Vaticano, Casaroli, me lo reconoci¨®. Creo que la teolog¨ªa de la liberaci¨®n es la de la revoluci¨®n, es la que sigue al Evangelio para lograr un cambio que haga mejor el mundo.
P. Hay una sensaci¨®n generalizada de que la Iglesia est¨¢ divorciada de la sociedad.
R. La Iglesia jerarquizada no es toda la Iglesia. Para m¨ª la esperanza reside en esa juventud cuyo lema es: "Otro mundo es posible". No tienen l¨ªderes, ni ideolog¨ªas, ni partidos. Pero est¨¢n en la l¨ªnea de los profetas de la Biblia, que no quer¨ªan sacrificios ni incienso; est¨¢n en la l¨ªnea de Cristo, que no vino a predicarse, sino a cambiar el mundo. Hay que seguir creyendo que ese cambio est¨¢ cerca. Al fin y al cabo, 2.000 a?os es nada a una escala de tiempo c¨®smico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.