El nacionalismo vasco da la espalda al aniversario
El PNV y sus socios evitan toda celebraci¨®n institucional del cuarto de siglo del Estatuto de Gernika
El Estatuto de Gernika cumple hoy 25 a?os sin m¨¢s celebraciones de impulso institucional que las que vienen realizando desde la semana pasada la Diputaci¨®n Foral alavesa, gobernada por el PP, que hoy concluyen con una recepci¨®n oficial, y los ayuntamientos vascos gobernados por el PSE-EE.
A diferencia del ejemplo catal¨¢n, el Parlamento vasco se neg¨® expresamente hace diez d¨ªas a toda conmemoraci¨®n por voluntad de los grupos que forman el Gobierno vasco, PNV, EA e IU. El Ejecutivo aut¨®nomo, por su parte, se limita hoy a anticipar en un d¨ªa su consejo habitual de los martes, y a reunirse en Ajuria Enea y no en la habitual sede de trabajo de lehendakaritza. A su t¨¦rmino, el lehendakari leer¨¢ una declaraci¨®n.
El tripartito vasco impidi¨® con su voto que la C¨¢mara vasca celebre la efem¨¦ride
El nacionalismo ha sustituido el consenso de 1979 por el juego de la pura mayor¨ªa
Estos hechos reflejan mejor que nada el cambio operado en las sensibilidades hacia la autonom¨ªa en el cuarto de siglo desde su aprobaci¨®n en refer¨¦ndum el 25 de octubre de 1979: el espacio desalojado con despecho por los nacionalistas, que siempre se atribuyeron su impulso, ha sido ocupado, desde el gobierno de las instituciones que administran, por quienes el nacionalismo considera precisamente responsables de su "devaluaci¨®n".
El Estatuto vasco se negoci¨® a lo largo de 1979 y un conocido alarde de decisi¨®n de sus redactores al alquilar una avioneta para llegar a registrarlo en las Cortes antes que el catal¨¢n ha convertido al lehendakari en el primer mandatario auton¨®mico en el protocolo del Estado.
Hoy es imposible la gran fiesta popular celebrada la noche del 25 de octubre de 1979 en el pabell¨®n de La Casilla de Bilbao; mucho m¨¢s impensable a¨²n la foto de los dirigentes de todas las fuerzas pol¨ªticas, salvo Alianza Popular y HB, alzando sus brazos unidos sobre el escenario ante una muchedumbre que cantaba, vitoreaba y celebraba el triunfo inapelable del s¨ª con el 94% de los votos.
M¨¢s a¨²n, una parte de las energ¨ªas de los nacionalistas est¨¢ hoy en depreciar y relativizar el apoyo que obtuvo el Estatuto de Gernika, por el procedimiento de referir los votos favorables que obtuvo al censo, y no, como hacen para exhibir su propia fortaleza electoral, a los votos emitidos. El objetivo es hacer calar que el Estatuto s¨®lo lo apoy¨® el 53% de los vascos. Es una manera eficaz adem¨¢s de colocar al alcance de su conveniencia el list¨®n de la comparaci¨®n para cuando llegue el momento de los resultados de la consulta sobre el plan Ibarretxe.
El actual lehendakari no ha festejado el aniversario de la carta de Gernika ning¨²n a?o desde que gan¨® las elecciones en 1998, y cuando organiz¨® un acto en esa fecha fue para presentar en el mismo escenario en que se festej¨® el refer¨¦ndum, su plan de libre asociaci¨®n. Su antecesor, Jos¨¦ Antonio Ardanza, s¨ª record¨® los 10 a?os reuniendo a sus Gobiernos y distinguiendo con una medalla a los Padres del Estatuto.
Ni siquiera lo rotundo de la efem¨¦rides de este a?o, un cuarto de siglo de autonom¨ªa, ha hecho al nacionalismo girar m¨ªnimamente la vista desde el lugar donde ahora est¨¢, de espaldas ya al Estatuto de Gernika y con el paso avanzado a la ruptura escalonada con Espa?a en plazos sucesivos de 20 o 25 a?os. Carlos Garaikoetxea, por ejemplo, asiste hoy precisamente a un acto por la independencia.
Los problemas empezaron ya en 1981. Todav¨ªa con el primer lehendakari, Carlos Garaiko-etxea, la insatisfacci¨®n, la queja, la reivindicaci¨®n y el conflicto han sido el denominador com¨²n de las relaciones de los nacionalistas, gobernantes de manera ininterrumpida durante los 25 a?os, con todos los poderes, fuera la UCD en un primer y breve tiempo, o el PSOE y el PP m¨¢s tarde.
Aunque la posici¨®n minoritaria del PNV le forz¨® a gobernar 11 a?os con los socialistas, con el PSOE tambi¨¦n en el Gobierno central, lo cierto es que el desarrollo estatutario nunca se cerr¨®, en ocasiones porque Madrid no transfiri¨® las competencias, en otras porque el Ejecutivo de Vitoria no las acepta en las condiciones que se le ofrecen.
El bloque socio laboral, con la Seguridad Social y el Inem como principales caballos de batalla y discrepancia, sigue intacto. Leyes de bases y sentencias del Tribunal Constitucional que supusieron recortes de competencias posteriores, en algo que hoy revisan tambi¨¦n los socialistas, engordaron la lista de agravios, hasta tapar lo fundamental: el Concierto Econ¨®mico, con sus poderosos recursos econ¨®micos y financieros, la polic¨ªa, los s¨ªmbolos y medios de comunicaci¨®n propios, y un extenso listado de competencias plenas, con las que el texto de Gernika puede darse por cumplido en su gran parte.
Con todo, 37 materias censadas en 1995 por el Parlamento vasco siguen sobre la mesa de las reclamaciones. Pero el Gobierno vasco ni siquiera las esgrime ya, salvo ocasionalmente, porque sus claves y sus prioridades son hoy otras y van en direcci¨®n a la derogaci¨®n del Estatuto de 1979, como plantea abiertamente EA.
A partir de 1997, al tiempo que se fraguaba la unidad nacionalista para el Pacto de Lizarra, el nacionalismo fue pasando de la insatisfacci¨®n al manifiesto e indisimulado desafecto hacia el texto de Gernika -incluida la definici¨®n de "carta otorgada" que su portavoz le dio en sede parlamentaria en 1999- y por ¨²ltimo dio por finiquitadas sus posibilidades, lo declar¨® "vac¨ªo de contenido" y gir¨® hacia la persecuci¨®n de un nuevo marco pol¨ªtico-jur¨ªdico. El plan Ibarretxe le dio forma hace dos a?os, con la formulaci¨®n de un estatus de comunidad libre asociada, para el que los nacionalistas tienen ya fecha de caducidad tambi¨¦n y al que le calculan una vigencia de unos 20 o 25 a?os.
Tan importante es el cambio en contenidos, ahora apostando por el derecho de autodeterminaci¨®n, el basti¨®n de la izquierda abertzale que el PNV rechaz¨® en 1978, como en metodolog¨ªa: frente al consenso de 1979, se apuesta hoy por el juego de las puras mayor¨ªas y "la mitad m¨¢s uno" resulta suficiente al nacionalismo para seguir con su proyecto.
Con una gran parte del terreno de juego abandonada por el nacionalismo, el PP se ha aprestado a reclamar el Estatuto como el mejor marco de convivencia, mientras el PSE-EE, en conexi¨®n con la actuaci¨®n del socialismo en otras autonom¨ªas, aboga por una reforma en la v¨ªa de la emprendida por Catalu?a, pero cuyos detalles para Euskadi no se conocer¨¢n hasta diciembre.
La negociaci¨®n no existe desde hace mucho tiempo y ahora mismo, con las elecciones auton¨®micas a poco m¨¢s de medio a?o, todas las voluntades se mueven ya ¨²nicamente a impulsos y en clave de poder: el plan Ibarretxe es ya s¨®lo el programa electoral de la previsible coalici¨®n entre el PNV y EA y vive un surrealista debate en ponencia donde los socios del Gobierno hablan consigo mismos y se enmiendan su propio proyecto; mientras, los socialistas pugnan por abrir una brecha en el electorado nacionalista con su proyecto de una reforma del texto de Gernika a la catalana e incorporan a sus filas como cabeceras de cartel electoral a prestigiosos nacionalistas autonomistas como Emilio Guevara.
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