Jud¨ªos en la Mukata

Una delegaci¨®n popular compuesta por 110 ciudadanos israel¨ªes de religi¨®n jud¨ªa se traslad¨® ayer en bloque a la Mukata de Ramala para participar en el entierro del presidente palestino, Yasir Arafat. La delegaci¨®n, encabezada por el pacifista de Gush Shalom Uri Avnery y por el ex concejal del partido Meretz en Jerusal¨¦n Meir Margalit, fue recibida por las nuevas autoridades palestinas y colocada en un lugar preferente en el sepelio, junto con las autoridades diplom¨¢ticas.

Los delegados israel¨ªes, que se trasladaron a Ramala en dos autobuses, uno procedente de Jerusal¨¦n y el otro de Tel Aviv, eran en su mayor¨ªa destacados pacifistas e intelectuales, defensores ac¨¦rrimos del di¨¢logo con los palestinos, para los que "la ocupaci¨®n es un desastre", y "la represi¨®n militar de la Intifada, una tragedia tan grande como los atentados suicidas de los terroristas". La delegaci¨®n israel¨ª hab¨ªa recibido previamente un permiso escrito de las autoridades militares israel¨ªes para trasladarse a Ramala, un territorio cerrado a los israel¨ªes en virtud de las r¨ªgidas leyes del Ej¨¦rcito. A pesar de que hab¨ªan recibido este permiso oficial, el pacifista Meir Margalit, uno de los propulsores de la iniciativa, fue visitado por la polic¨ªa en su casa e interrogado cort¨¦smente por las razones de este viaje.

"Hemos querido acompa?ar a los palestinos en su duelo. Para nosotros es tambi¨¦n una gran p¨¦rdida, ya que Arafat fue durante muchos a?os nuestro interlocutor en el proceso de paz, que tanto deseamos que llegue a su final. Adem¨¢s, nos sentimos m¨¢s cerca de los palestinos que de la pol¨ªtica que lleva actualmente el primer ministro, Ariel Sharon", aseguraba ayer sin ning¨²n complejo uno de los miembros de la expedici¨®n, quien confes¨®, sin embargo, haber sentido alg¨²n momento de miedo y de angustia durante el entierro.

?sta es la ¨²nica delegaci¨®n de jud¨ªos israel¨ªes que ayer estuvo presente oficialmente en la Mukata. Aunque en el sepelio estuvo tambi¨¦n un buen n¨²mero de palestinos israel¨ªes procedentes de Galilea que alcanzaron asimismo Ramala en un acto de permisividad del Ej¨¦rcito, a los que se uni¨® un n¨²mero indeterminado, pero se supone que escaso, de israel¨ªes que lo hicieron individualmente.

Para ninguno de ellos el viaje fue f¨¢cil, ya que tuvieron que sortear numerosos procedimientos y pasar entre innumerables controles del Ej¨¦rcito y de la polic¨ªa, que mantuvo durante toda la jornada asediada a Cisjordania y Gaza.

El resto de los ciudadanos israel¨ªes sigui¨® el entierro de Arafat, en el mejor caso, por televisi¨®n, pero con apat¨ªa, sin entusiasmo y sin especiales reacciones de odio, a pesar de que los medios de comunicaci¨®n se han desplegado con fuerza sobre Ramala, enviando sus mejores periodistas y desplazando a todos sus equipos t¨¦cnicos. Todos los canales de televisi¨®n israel¨ªes hicieron, al igual que la prensa, un gran despliegue sobre la enfermedad, muerte y entierro de Arafat, y continuar¨¢n sin duda haci¨¦ndolo con respecto a la transici¨®n.

"La muerte de Arafat no nos traer¨¢ nada nuevo, y mucho menos la paz", aseguran los ciudadanos israel¨ªes, apoltronados en un profundo escepticismo desde el que tratan de defender sus propios sentimientos e ideas, entre las cuales la m¨¢s generalizada es que "el pueblo palestino es un enemigo al que hay que combatir hasta el final".